Daniel Castaño, coordinador de Chinchiná, y Miguel Soto, coordinador de Manizales de la Red Nacional de Jóvenes de Ambiente, hablaron este miércoles con LA PATRIA Radio sobre los procesos educativos y sociales que llevan a cabo desde Chinchiná y Manizales, y la importancia del voluntariado para la apropiación y cuidado de los territorios. 

¿Qué es la Red Nacional de Jóvenes de Ambiente? ¿De qué se trata?

MS: Es el voluntariado juvenil ambiental más grande del país. Es un espacio de participación juvenil y ambiental que se creó hace unos 15 años. Se inicia el proceso de promotoría ambiental. En estos momentos en Caldas tenemos 11 años de experiencia. Y cada vez más sumamos desde el sentir, el cuidar, conocer y  proteger el territorio Enseñar y aprender de él. Ese es el sentido. 

Están haciendo procesos en colegios para enseñarles a los estudiante su labor. ¿Cómo ha sido eso? 

MS: En términos de la educación ambiental somos desconocedores de que existe una política de Política Pública de Educación Ecológico  Ambiental. Y ahí entramos nosotros como dinamizadores. Hay espacio escolares escolares, universitarios y de ciudadanos. Incidimos y buscamos recursos y gestamos un tejido social en torno al territorio y al cuidado del mismo. Y sabemos que hay necesidades muy diversas dependiendo del territorio. Tenemos por ejemplo un tema de agroecología en La Dorada y Viterbo. Aquí trabajamos en temas de restauración participativa de los páramos. En Chinchiná tiene títeres y mucho para mostrar. 

DC: En Chinchiná empezó un proceso de un año y medio. Estábamos muy preocupados porque los procesos que llevábamos al territorio no estaban siendo visibilizados ni reconocidos. y a través de nuestras redes sociales y reconocimiento empezamos a llevar estas ideas y la sistematización de estos procesos para que se dieran a conocer y se vieran apoyos por parte de la Chec y Corpocaldas. Hemos ido a acompañar los procesos de educación y les hemos dado herramientas. A partir de esto es que las personas en Chinchiná se han empoderado de los procesos y han aprendido a exponer estos procesos a la sociedad. Nos hemos caminado la palabra como se dice popularmente. Esto es un inicio de transformación socioambiental para nuestros territorios. 

Otro de los enfoques que manejan ustedes es capacitar a las personas de los territorios para que sean ellos quienes muestren el lugar. Es decir, que las personas de Chinchiná sean quienes muestren al municipio. ¿Cómo lo hacen? 

DC: Eso ha sido muy importante. Por ejemplo, cuando íbamos al Embalse Cameguadua Chinchiná vimos que el guía turístico no era de Chinchiná y nos llevó a pensar qué sería necesario que los guías fueran también del municipio. Entonces logramos con Asdeguías y Corpocaldas unas formaciones de interpretación ambiental. Estos talleres son para interpretar el contexto de nuestro territorio, conocerlo y saber cuáles son sus problemáticas. Logrando entonces que las personas se empoderen de sus procesos y digan: Sí podemos hacer turismo comunitario aquí y podemos ser nosotros los guías turísticos. 

MS: Hay algo curioso en nuestro país y es que se normalizan las violencias. En ese sentido, la violencia que se lleva frente a lo ambiental. Pero debemos partir de un contexto: Colombia es el país más biodiverso. Tenemos alrededor de 2 mil especies de aves, tenemos una megadiversidad en recursos hídricos, siendo el país donde más jueves por área. Entonces tendríamos que hacer un ciclo pedagógico donde la gente gesta las capacidades para interpretar de forma crítica el territorio, de manera social y en su cultura. Eso nos lleva a la gestión de proyectos verdes, luego a un banco de proyectos verdes y finalmente a los negocios verdes. Buscamos que la gente desde su sentir y propósito de vida encuentren en la Red de Jóvenes la forma de impulsarse en procesos ambientales que son fundamentales. 

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