Catalina Mejía García*

LA PATRIA | MANIZALES

Paredes de bahareque, techos y suelos de madera, la mitad de lo que era un gran patio y puertas verdes con amarillo. Esta es la Casa de la Cultura Gildardo Ángel Isaza. Ubicada en la Calle 8 #6-5 de Palestina, esta edificación podría pasar perfectamente como una casa colonial antioqueña cualquiera. A diferencia de lo que se esperaría por sus 100 años de antigüedad, no es patrimonio, es solo una propiedad más en un pueblo caldense.

Una piedrita pintada con un mandala sostiene la puerta para que no se cierre y una rampa para personas con movilidad reducida da la bienvenida. Cinco habitaciones ubicadas alrededor del pequeño patio hacen las veces de salones. Cada salón se usa para un propósito diferente, enseñar piano, percusión y cuerdas. Los otros dos sirven de oficina y sala de reuniones. Al entrar, justo a la izquierda, se encuentra la oficina de Carlos Augusto Valencia Cardona, coordinador de la Casa de la Cultura.

Carlos Augusto trabaja en este lugar desde hace 10 años y ha visto pasar a múltiples estudiantes y maestros, también ha presenciado los cambios que ha tenido la estructura. Asegura que cuando comenzó a laborar allí, estaba casi caída.

En ese armario se guardan los trajes que se usaban en las clases de teatro, que ya no se dictan.

Una inversión importante

En el 2018, según el Sistema Estatal de Contratación Pública (Secop), se aprobó un presupuesto de 77 millones 949 mil 657 pesos para la restauración de esta Casa. El dinero se invirtió en reparar techo, piso, pintura, baños, fachada y algunos cimientos. El esfuerzo para mantener la infraestructura original es grande, pues hay piezas que permanecen intactas desde la construcción de la casa, como las puertas y las ventanas.

“Cuando van a invertir dinero en una casa de la cultura es un camello, porque tienen que pasar un mundo de documentos y prácticamente se tienen que ver caídas o que esté pasando algo grave para que le metan mano”, afirma Sergio Gómez Díaz, profesor y exalumno de la Casa de la Cultura.

Esa inversión era necesaria para el lugar, por su deterioro. Sin embargo, hoy día aún se necesitan arreglos. En algunas partes de la casa, el suelo de madera está agrietado y parece que la tabla se va a caer, el techo cuenta con una que otra gotera y en la fachada hay pintura descascarada.

La Alcaldía dice, en respuesta a un derecho de petición, que no cuenta con nuevo presupuesto para el mejoramiento de la vivienda. Esta no es una situación que suceda exclusivamente en esta Casa de la Cultura. Jackson Cardona, coordinador de la Casa de la Cultura de Manizales, sede San José, expone que estos hogares en los que habita la cultura no cuentan en general con un presupuesto para mantenimiento o restauración. Arreglar edificaciones tan antiguas requiere de mucho dinero y gestión.

Se buscan los recursos

La infraestructura de la Casa de la Cultura pertenece a la Alcaldía de Palestina, pero la organización como entidad pertenece a los palestinenses, por lo tanto, esta institución es independiente. Lo anterior quiere decir que no es dirigida por la Secretaría de Cultura y Turismo, como otras en Caldas, por ejemplo, la de Villamaría, Filadelfia, Chinchiná y La Dorada.

¿La razón para ser independientes? Luis Ernesto Holguín Salgado y Joaquín Cubides López decidieron, en 1978, crear la Casa de la Cultura, pues antes de su creación en el municipio funcionaba la Sociedad de Amor a Palestina, la cual hacía las veces de institución cultural. Es en honor a quien la dirigía que se decidió el nombre de la entidad.

Inicialmente tuvieron varias sedes, una de ellas en el mercado cubierto de la galería, pero decidieron buscar otra, ya que entidades del pueblo usaban esta para temas que no tenían que ver con la cultura. Luis Ernesto comenta que, al pasar al Concejo el proyecto de creación de la casa, recibió apoyo inmediato de la Alcaldía para comprar la vivienda en la que actualmente se ubica este centro cultural. La institución como tal nunca perteneció al Estado, ha sido independiente desde siempre.

Patio interior que muestra los rasgos de una casa al estilo de la colonización antioqueña, pero carece de reconocimiento como patrimonio, a pesar de ser una vivienda centenaria.

Sin patrimonio

Palestina no tiene casas o inmuebles que se consideren patrimonio cultural material, por lo tanto, el cuidado de las viviendas antiguas corresponde a sus propietarios y no hay norma que impida tumbar viviendas que podrían ser patrimoniales para remplazarlas por edificaciones modernas. Es por esto que conseguir ayuda económica del Estado para las primeras restauraciones fue complicado.

Corresponde al coordinador de la Casa buscar los recursos para mantener esta propiedad y la gestión la hace con la Alcaldía y otras organizaciones. Es la independencia la que le permite buscar apoyo económico y proyectos fuera del Estado y ha sido así desde su creación.

Teniendo en cuenta que se trata de un bien centenario y que se tiene libertad para buscar ingresos, se esperaría una buena respuesta cuando se buscan recursos para mantenerla en óptimas condiciones, pero Carlos Augusto menciona que la mayoría de los dineros que se consiguen se destinan a otras cosas como los instrumentos y el personal de la casa, porque considera que invertir en la formación es más importante.

Si bien la gestión de Carlos es fundamental para buscar los recursos, es el interés de los palestinenses en el bienestar de su único centro cultural, el que hace la diferencia entre tener más o menos dinero disponible para su mantenimiento. Jackson afirma que la Acción Comunal del barrio permitió que se comenzaran a destinar dineros para la infraestructura de la casa. Estos no llegarían sin la preocupación de los ciudadanos por cuidar lo que es de ellos.

Funciones

La Casa de la Cultura Gildardo Ángel Isaza ofrece clases gratuitas de piano, guitarra y percusión. Además, desde allí se dirige el grupo de banda marcial de Palestina.

*Trabajo elaborado en la clase de Periodismo de Investigación de la Escuela de Comunicación Social y Periodismo de la U. de Manizales.