Fotos | Luis F. Trejos | LA PATRIA
Octavio Escobar Giraldo presentará Cassiani en Manizales el próximo miércoles en el auditorio Tulio Gómez Estrada de la sede Palogrande de la Universidad de Caldas. Conversará con Adriana Villegas. Hora: 6:30 p.m.
Lo que le faltaba al universo literario de Octavio Escobar, una novela futurista, distópica, con elementos de fantasía. Se cumple en una Bogotá destruida después de las pandemias y el escalamiento del conflicto. Ahora la calle 72 divide la ciudad entre conciliares, que gobiernan desde el viejo seminario mayor de la 94, y los bibliotequeros, que tienen su sede en la Biblioteca Nacional. De los pocos edificios que se salvan. Y ahora surge una amenaza.
Hablamos con el autor sobre la obra, que seguro sorprenderá a muchos de sus habituales, pero no me queda duda de que atraerá a nuevos lectores. El libro empieza con una dedicatoria a tres lectores de nuestra ciudad que ya fallecieron: Orlando Sierra, Roberto Vélez y José Fernando Calle, de quienes dice: recibirían esta novela con reservas.
- ¿Cuáles reservas tendrían con Cassiani?
Es más un homenaje a tres amigos que tendían a ser resabiados. Cuando les aparecía algo que se les salía del foco miraban con reservas. Sobre todo Orlando y José Fernando, tal vez Roberto no tanto. Orlando tendría la satisfacción de encontrar un tema que le fue muy grato, decía que lo que el Gobierno tenía que suscribir con las Farc era una Esponsión, como la que se había firmado en Manizales en el Siglo XIX.
- Es de alguna manera un homenaje a Manizales. En la novela se da una Esponsión en Bogotá 150 años después, y tampoco sale bien.
Sí, además es el reconocimiento de la primera ocasión en la que en la historia colombiana se hizo un acuerdo entre fuerzas opuestas con motivos humanitarios, porque la Esponsión se hace porque se estaban matando sin que ninguno de los dos bandos pudiera llegar al triunfo. Le escuché esa historia a Orlando Sierra y se me quedó grabada, y cuando fue surgiendo Cassiani dije: "vamos con la Esponsión, vamos con esta distopía bogotana, con un componente lovecfraftiano... con esta locurita que espero que sea tan divertida para los lectores como fue para mí escribirla.
- Sigamos con los homenajes, que hay varios en la novela. Leo Libros tiene todo que ver con su librero.
Es el homenaje a la librería y a mi librero de toda la vida, Leo Libros, que quedaba muy bien allí. Además, con un personaje adicional, Juan David Urdaneta, que creo les va a interesar a muchos lectores.
- Se me pareció como al cura tumbador de Después y Antes de Dios, ese tipo de personajes que aparecen con cierta sofisticación, pero para vivir de los otros.
Juan David Urdaneta es un vividor, aunque culto, amable, galante. Tiene una buena vida gracias a las mujeres, una vida que le permite estar rodeado de libros y de fotos de las mujeres y de los escritores que les han gustado.
- Sigamos con los homenajes. ¿Marcel Proust? ¿En serio? ¿Hay quién lea a Marcel Proust en estos tiempos?
Hombre, pues tengo un amigo que se lo está leyendo en este momento.
- Entiéndame que lo digo en broma porque siento que es una lectura de esas que exige lector y ya no hay tanto lector para esa exigencia.
Sí, pero además de Marcel Proust aparecen León Felipe, que es uno de mis poetas preferidos; Jaime Jaramillo Escobar, y los dos cayeron como anillo al dedo para lo que la novela cuenta.
- Leyendo la novela sentí que hay algunos rasgos de Mad Max, la película. ¿Será?
Es posible, también hay algo de V de Vendetta, pero lo otro es que hay cierto juego con las circunstancias políticas colombianas de las últimas décadas. Incluso hay un incendio de la torre Colpatria que tiene un origen bastante curioso para el momento político que vive Colombia. Es un tipo de literatura que surge en los momentos de crisis, cuando la gente tiene muchas inseguridades, eso se ha estudiado con respecto al cine. Las películas de zombis y de vampiros se popularizaron en la época del macartismo, cuando los estadounidenses le temían al comunismo. Creo que en este mundo postpandemia, con tantos países polarizados de manera tan radical, uno siente que la guerra civil está ahí como a un pasito y es natural que los escritores intentemos exorcizar eso, mostrarlo a través de ficciones que van hacia lo distópico hacia lo apocalítpico.
- Hablemos de las niñas sepia. Son unos personajes creados desde la fantasía o el misticismo, no estoy muy seguro. El final me sorprendió, su atavismo a lo ancestral. ¿Cómo surgieron?
En realidad hay una larga serie de personajes sobre todo en el cómic y la cibercultura que tienen esa capacidad de camuflarse, pero en la literatura de Lovecraft, los seres primigenios que intentan apoderarse del mundo porque ya fueron sus dueños, están conectados al mar. Las niñas sepia tienen que ver con las sepias, un molusco que tiene la capacidad de camuflarse.
- Me sentí leyendo un cómic...
Sí, la novela juega con algunas características del cómic, del ciberpunk, con características de series que pueden estar en Netflix, por ejemplo. Creo que hay algo de eso y que estoy siendo fiel a mi afición al cine y a una serie de procedimientos que vienen de la literatura policíaca, que a mí me ha gustado siempre, que el lector coja el libro y quiera saber qué va a pasar.
- ¿Octavio Escobar tiene una lista de lo que va a escribir, como lo tenía Carlos Fuentes? Porque esta se aparta del universo literario hasta ahora conocido.
Fernando, varias veces me has oído decir que para mí la escritura tiene un componente lúdico fundamental. Si no estoy jugando no quiero hacerlo y uno no siempre quiere jugar a lo mismo.
- Creo que a los jóvenes les va a gustar mucho. Es lo que se está consumiendo en el cine, en streaming ¿Lo ve así?
Estaba pasando tan bueno que no pensé mucho qué iba a ocurrir después. Cuando se lo mandé a Juan David Correa, que en ese momento era el editor de Planeta -hoy ministro de Cultura-, creí que me iba a decir: "después de Cada oscura tumba esto qué es". Es un libro, en muchos sentidos, político. De un lado estaba mi deseo de jugar, pero también la novela responde a la pandemia, a la polarización del país, que es la polarización en Brasil, en Argentina, en Estados Unidos, y mire lo que ha pasado en Israel que es el quiebre absoluto del Estado de Derecho. Es una metáfora de tiempos difíciles.