LA PATRIA | MANIZALES

Desde la década de los 60 y hasta el 2020, la cancha de fútbol de Alto Bonito era el punto de acopio de las 11 veredas del corregimiento Manantial, de Manizales. Después, se convirtió en un parqueadero para los profesores del colegio José Antonio Galán y asistentes de la Iglesia. En el 2022, los líderes de la comunidad recuperaron el escenario deportivo. Los carros se fueron y llegaron los niños, pero el deterioro se mantiene.

Alto Bonito es la cabecera y epicentro de Santa Rita, Maracas, Pueblo Hondo, Espartillal, Hoyo Frío, Alto del Guamo, Alto Corinto, Mateguadua, Bajo Corinto y El Águila. La cancha, sostienen los habitantes del sector, es el único punto de recreación para los menores.

Foto | Cortesía | LA PATRIA

Cuando llueve la cancha se llena de charcos e insectos. Algunas madres de los niños piden techar el escenario deportivo para evitar que los niños se enfermen. Anteriormente, profesores y feligreses utilizaban la cancha como parqueadero.

Hace tres años la comunidad citó a la Personería y a las secretarías de Deporte y Educación del Municipio y llegaron a la conclusión de vincular a la Secretaría de Tránsito para retirar los carros. Además, con recursos propios, pagaron maquinaría para aplanar el terreno.

Sin embargo, hoy las porterías están deterioradas, cuando llueve se llenan de charcos, no hay baños, ni vestidores, ni techo y cerca de un arco hay un hueco tapado con una lámina que los jugadores esquivan. Al parecer, la mitad de la cancha pertenece a la Alcaldía y la otra mitad a la Iglesia. La comunidad solicita al Municipio invertir ya que no se logró conciliar con el cura de la parroquia y dice que ha amenazado con cercar su mitad para que parqueen los feligreses.

Los niños que entrenan en la cancha de la vereda Alto Bonito deben esquivar el hueco que tiene una lámina de zinc durante los entrenamientos y partidos. La comunidad reclama el descuido de la cancha.

Desde la Secretaría de Deporte de la Alcaldía responden que si bien la cancha está ubicada en un terreno que en el pasado perteneció al Municipio, hubo una cesión del Departamento en 1948 y mediante un remate de la Personería Municipal, pasó a un particular. Por tanto, “la Administración Municipal no puede invertir recursos en las mejoras de ese escenario deportivo, debido a que no es propietaria del predio”.

El sacerdote Wilson Barco Acuña de la iglesia de Alto Bonito responde que está cumpliendo con la instrucción dictada por el Arzobispo de Manizales, monseñor José Miguel Gómez Rodríguez, de permitir el uso de la cancha, pero solicita a la comunidad respetar la servidumbre y zona de parqueo. Añade que para más información comunicarse directamente con la abogada de la Curia Arzobispal.

Juan Guillermo Luján, entrenador de los niños e integrante del colectivo La Izquierda del Eje, asegura que hace seis meses realizan un trabajo solidario en el sector y deberían tener óptimas condiciones para entrenar. Exigen el cumplimiento del derecho al deporte y la recreación. “En este caso, el fútbol es un bien común que debe estar por encima del bien privado de la Iglesia, el sacerdote debería estar a favor de los niños y el Estado ayudar”.

Luz Carina Muñoz, edil del corregimiento Manantial

Hace tres años la cancha estaba perdida totalmente, no se usaba para deporte y era una laguna llena de mosquitos e insectos. Nos unimos los líderes del sector y la recuperamos. Ahora por fin la utilizan los niños y la comunidad. Desde la Alcaldía nos dijeron que no podíamos invertir en algo que no era nuestro. Sin embargo, asumimos el riesgo y miren el resultado (señala a los niños que entrenan en la cancha) valió la pena.

Óliver Orrego Velásquez, vicepresidente de la Junta de Acción Comunal de la vereda Alto Bonito

Recuperamos la cancha hace unos ocho meses con recursos nuestros. Está un 70% recuperada. Llegaron los club deportivos y los niños. ¿Qué hace falta? La inversión del Municipio, pero la Alcaldía dice que no puede intervenir en la parte de la Iglesia y el cura de aquí dice que no va a invertir en una cancha que no representa nada para ellos. En la mitad quedan los niños y la comunidad.