Los desmanes del partido Atlético Nacional - Junior se originaron en el minuto 54 del encuentro, en el sector norte del Atanasio Girardot.  

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Los desmanes del partido Atlético Nacional - Junior se originaron en el minuto 54 del encuentro, en el sector norte del Atanasio Girardot.  

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LA PATRIA | MANIZALES

La violencia en los estadios del fútbol colombiano ha vuelto a hacer presencia, lo que ha empañado la pasión por el deporte y dejado un saldo preocupante de heridos.

Al menos 21 personas, incluido un policía, resultaron lesionadas durante el encuentro entre Atlético Nacional y Junior de Barranquilla la noche del jueves en el estadio Atanasio Girardot de Medellín. 

Los enfrentamientos entre hinchas en las tribunas obligaron a la suspensión del partido y al despliegue de policías, que, pese a su rápida intervención, no lograron evitar escenas de pánico y caos. 

 

La escalada de la violencia

El incidente en Medellín no es un hecho aislado. La violencia ha escalado en otros estadios del país, poniendo en duda las medidas de seguridad implementadas y la efectividad de los protocolos. Desde peleas entre hinchadas hasta ataques a los propios jugadores, la situación ha alcanzado niveles críticos. En Barranquilla, tras una derrota del Junior, el delantero Carlos Bacca fue víctima de la furia de los aficionados, quienes dañaron su vehículo en el parqueadero del estadio Metropolitano. 

 

Ataques a transmisiones y personal técnico

La violencia no solo afecta a los aficionados y jugadores, sino también a los medios de comunicación. El pasado 21 de septiembre, la transmisión del partido entre Deportivo Cali y La Equidad fue suspendida debido a actos vandálicos en las inmediaciones del estadio Palmaseca. Los equipos técnicos y el personal de Win Sports se vieron afectados por ataques que impidieron la continuidad de la transmisión. Estos actos muestran cómo la violencia se extiende más allá de las gradas, afectando la cobertura del fútbol colombiano y poniendo en riesgo a quienes trabajan para llevar el espectáculo a los hogares de millones de personas.

 

Otros incidentes

La situación no es exclusiva de Medellín o Barranquilla. En Ibagué, un hincha fue apuñalado durante un partido entre el Deportes Tolima y el Deportivo Cali. 

En Manizales, el encuentro entre Once Caldas y Deportivo Cali fue interrumpido por desórdenes en la tribuna sur del Palogrande, donde estaban hinchas del club azucarero, mientras que en Pereira, las riñas entre hinchas del Once Caldas y el club Matecaña, tras el clásico, dejaron un saldo de 10 heridos, incluidos dos menores de edad. Incluso en Pasto, seguidores del Deportivo Cali invadieron la cancha tras la derrota de su equipo, demostrando que la violencia ha permeado todos los rincones del país.

 

Medidas insuficientes y desafíos 

Las autoridades han intentado controlar la situación con sanciones y restricciones a las barras bravas, pero los resultados no han sido suficientes. La División Mayor del Fútbol Colombiano (Dimayor) condenó enérgicamente los hechos de violencia, pero su capacidad para implementar cambios efectivos es limitada. 

Es imposible ver estas escenas, donde la gran mayoría de personas están armadas en un estadio. De verdad es ridículo. Tenemos que trabajar en medidas preventivas que puedan incluir los marcos de detección de metales en los estadios”, declaró el presidente de Dimayor, Fernando Jaramillo. 

El retorno de la violencia a los estadios no solo afecta la imagen del fútbol colombiano, sino que pone en riesgo su futuro. La falta de garantías de seguridad desanima a los aficionados a asistir a los estadios y genera una crisis de confianza en el manejo de los eventos deportivos. 

 


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