Fotos | EFE | LA PATRIA
Los jugadores recorrieron 13 kilómetros en bus y luego pasaron a un helicóptero para sobrevolar la 9 de Julio y la autopista 25 de Mayo.
NATALIA KIDD
EFE | LA PATRIA | BUENOS AIRES
Sobra cualquier intento de explicación porque lo inefable no se razona, simplemente se vive: un país entero fue poseído ayer por una locura mundialista sin fin.
Dos aviones de la Fuerza Aérea de Argentina sobrevolaron una autopista colapsada de humanidad uniformada con los colores de su bandera. Cuatro millones de argentinos colapsaron Buenos Aires para rendir tributo a los campeones de Qatar 2022.
Si el domingo, cuando la 'Scaloneta' selló su epopeya mundialista, Argentina celebró de un modo inédito, lo de ayer es ver para creer. Cientos de automóviles se apostaron desde la noche del lunes en la carretera por donde se preveía que pasaría el bus con los capitaneados por Leo Messi. Otras miles de personas montaron vigilia en los alrededores del Obelisco, en pleno centro capitalino, también esperando el paso de la caravana albiceleste por la avenida 9 de Julio.
Pero, entre la marea humana que bloqueó la avenida más ancha del mundo y la imprevisión del operativo, el itinerario de la caravana cambió, obligando a los hinchas a desplazarse a otros puntos en una apuesta para ver a los jugadores.
Miles se fueron a la Plaza de Mayo, escenario usual de manifestaciones, con la esperanza de que la selección se acercara hasta la Casa Rosada, sede del Ejecutivo argentino. La Policía, que no pocas se enfrenta con manifestantes en días de protestas, activó los camiones lanzaagua, no para dispersar a la gente, sino para refrescarla en una jornada de sol pleno y calor.
Otros miles fueron a la autopista de acceso a Buenos Aires que desemboca en la 9 de Julio, también con la ilusión de ver pasar a la 'Scaloneta' por allí.
Apenas entrada la tarde, el ómnibus de la selección, que salió a las 11:30 a.m., pudo ingresar a la capital, donde esperaban más personas que los 3 millones de habitantes de la ciudad, donde no se respiraba otra cosa que no fuera pasión futbolera.
Gente montada por horas en semáforos y luminarias púbicas. Niños que nunca habían sido campeones mundiales brincando sin parar. Hinchas que ingresaron al Obelisco y subieron hasta la cima para ver el espectáculo desde 67,5 metros de altura.
Cuando un extranjero pregunta a un argentino por las rarezas del país suramericano, la mayoría de veces es difícil obtener una explicación razonable. Y solo recibe por respuesta: "Argentina... no lo entenderías".
Lionel Messi, mientras bajaba del avión en la madrugada de ayer con la Copa del Mundo al frente de la delegación de Argentina.
Imagen aérea del Obelisco en Buenos Aires con la marea de personas que esperaron por horas intentar ver a los campeones mundiales.