Fotos | EFE | LA PATRIA Los jugadores de Leverkusen celebran con la afición después de obtener el paso a la final de la UEFA Europa League tras el partido ante el AS Roma en Leverkusen (Alemania).
EFE | LA PATRIA | Berlín
El Bayer Leverkusen alcanzó este jueves la final de la Liga Europa tras empatar en casa 2-2 ante la Roma e hizo buena la victoria 0-2 que había obtenido en la ida.
Su rival será el Atalanta de Gian Piero Gasperini que hizo historia al ganar en la vuelta de semifinales al Olympique de Marsella (3-0) y certificar su pase a la gran final de Dublín, donde jugará por primera vez un partido en el que un título europeo está en juego.
Dos penaltis, uno en el minuto 43 y otro en el 66 y ambos convertidos por el argentino Leandro Paredes, le complicaron la eliminatoria al Leverkusen que, pese a haber sido el equipo dominador, vio como se desvanecía la renta del partido de ida.
El Leverkusen sufrió pero mantuvo su línea y al final logró no sólo la clasificaciones sino también mantenerse invicto en todas las competiciones.
En el minuto 83 el Leverkusen logró el descuento que ya le daba la clasificación gracias a un gol en propia puerta de Mancini tras un saque de esquina lanzado desde la derecha por Jeremie Frimpong.
En el tiempo añadido, en el 95, Josip Stasinic marcó el gol del empate con lo que el Leverkusen firmó su pase a la final.
Otra vez la etapa final, como tantas veces a lo largo de la temporada, le permitió al Leverkusen darle la vuelta a un partido que había dominado y en el que había tenido muchas buenas llegadas que no había podido concretar.
La hoja de estadísticas, más allá del empate, muestra la superioridad del Leverkusen que tuvo una posesión de pelota del 60 % y 32 disparos a puerta frente a 11 del Roma.
El rival
La ciudad de Bérgamo, en el norte de Italia, se despertó soñando con meterse en una final europea por primera vez en su historia y se durmió soñando con levantar un título europeo, una Liga Europa que además le permitiría volver a disputar Liga de Campeones.
Y lo logró de manera merecida, incontestable, ante un Marsella venido a menos que lejos del Velodrome fue una sombra de lo que presentó en la ida. También, claro está, por culpa de una 'Dea' que saltó al Gewiss Stadium convencida de que iba a lograr su objetivo, con ganas de demostrar que golear al Liverpool en cuartos de final no fue casualidad y de que son claros candidatos a levantar el título.
Empezó desde el minuto 1 con el dominio, dejando claro que el planteamiento de Gasperini, arquitecto y entrenador ya histórico de este equipo, era el mismo de siempre. "Es importante no perder la identidad", dijo en su momento el técnico. Dicho y hecho. Presión alta, emparejamientos individuales a todo el campo y velocidad tras el robo.
El Bilal Toure (c) de Atalanta celebra después de marcar el 3-0 ante el Olympique de Marsella en Bérgamo (Italia).
Y el gol no tardó nada en llegar. Sobre la media hora, emergió la figura de Lookman para, desde el perfil zurdo, en una jugada marca de la casa, tirar una diagonal con balón y sacar un disparo desde fuera del área que, desviado ligeramente por Gigot, abrió el marcador.
Perdonó el Marsella, pero no el equipo de Gasperini, al que le salió todo en el duelo más importante de su historia. Tan solo unos minutos después de sufrir la ocasión de los visitantes, Ruggeri puso en la escuadra un zapatazo que sentenció el duelo.
Desde entonces, la fiesta se desató en la grada y en las calles de Bérgamo. Apagaron al Marsella, brillaron con luz propia y con la de los fuegos artificiales que se lanzaron desde el estadio.
Sentenció El Bilal Touré en el tiempo añadido con un golazo en el que exhibió fuerza y calidad para certificar el acceso a la final soñada por todos en Bérgamo, por generaciones y generaciones. La 'Dea' estará, más que merecidamente, y con serias opciones de levantar el título, en la gran final de la Liga Europa de Dublín.