Jaime Pineda, accionista mayoritario del Once Caldas, y Tulio Mario Castrillón, el dirigente saliente.
LA PATRIA | Manizales*
El empresario interesado no concilió con Jame Pineda, tras sentarse en la mesa de negociaciones. Pidió la continuidad de Tulio Castrillón en su cargo de presidente, entre otros aspectos mayores y menores, lo que no satisfizo, pero no clausuró definitivamente la operación de compraventa.
En medio de la operación surgieron las discrepancias profundas entre el máximo accionista del Club Jaime Pineda y Tulio Castrillón, que terminaron en rotundo rompimiento, con la separación de este último de su cargo, lo que celebraron algunos periodistas que con él tuvieron serios y largos enfrentamientos.
Fue Castrillón quien acercó a Dairo como potencial comprador. La transacción se enfrió, hace un mes, pero en cualquier momento puede reactivarse, dado el marcado interés del comprador y el deseo de Pineda de desprenderse el equipo.
Castrillón se despidió de los jugadores en el entrenamiento del martes los que a su vez lo aplaudieron el sábado tras el partido. De la afición con sentida carta que tuvo sentimientos de gratitud y un tufillo de desencanto.
Dairo es contratista poderoso del Gobierno.
Es, además de lo anterior, dirigente principal de un consorcio que publica la revista Poder, con otros emprendimientos de variada índole en Colombia y el exterior. Es manizaleño.
El único que se ha presentado con el dinero contante y sonante, para agilizar la transacción, a diferencia de otros que han pedido plazo hasta de ocho años para saldar la deuda.
Pineda, entre tanto, sigue con el Club, siempre abierto a cualquier negocio.
Respecto al último partido ante el Medellín, un rival mediocre, el Once lo saldó con derrota, sin ser arrasado en el trámite o en las opciones.
Simplemente no era la tarde. Fueron tantos los errores en las tres fases del juego, que no merecía otro resultado. Veinte acercamientos sin puntería, así lo demuestran.
Para colmo, el árbitro se tragó un penalti, que pudo hacer más digna la jornada con un empate. Los goles en contra tuvieron participación activa de los jugadores locales, con una sucesión de equivocaciones imperdonable.
Fue un partido lento, sin trascendencia en los jugadores destacados. "El amo del juego" como algunos creen a Dayro poco pisó al área. Fue relevado, como Ríos, en un momento inapropiado.
Un equipo no se refresca. Se potencia. Ambos por su experiencia, con un gesto técnico aislado, determinan el rumbo de un partido. No así Alejandro García, con otra salida en falso, devorado como ocurre muchas veces por su irregularidad.
Mateo anduvo desbocado, sin pausas. Por costumbre, hace 11 kilómetros en promedio por partido. Esta vez, si acaso, llegó a ocho, según las mediciones. Fue el reflejo del equipo que no impuso, como ha ocurrido este semestre, su presión, con o sin la pelota, en defensa y ataque.
Regresaron los enredos defensivos, el portero anduvo, como siempre, sobreactuado y Luis Palacios, fue un jugador invisible.
P.D.: Espero hayas visto la diferencia entre el Dairo comprador y el Dayro jugador, que esta vez tuvo los pies de plomo y sin gol pierde su esencia. El primero, Mora; el segundo, Moreno.
* Columnista de LA PATRIA