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El astro argentino del Paris Saint-Germain, Lionel Messi, se lamenta por la eliminación de su equipo en octavos de final de la UEFA Champions League ante la presencia del neerlandés Matthijs de Ligt, defensa del Bayern Múnich.
Luis Miguel Pascual
EFE | LA PATRIA | París
El París Saint-Germain volvió a chocar contra su peor pesadilla, el fracaso europeo, que por undécima vez desde la llegada de los cataríes a la capital francesa en el 2011 se levantó como un muro para detener la ambición del club que con más dinero persigue la Liga de Campeones.
Por quinta vez en los siete últimos años, el PSG se ve incapacitado para superar una eliminatoria europea, pese a contar con Kylian Mbappé, quizá el jugador más en forma del momento, y con Lionel Messi, el más laureado de todos los tiempos.
Nada de eso sirve para convertir al equipo francés en la maquinaria necesaria para conquistar Europa y esta nueva eliminación prematura volverá a abrir un abismo de dudas en el club.
En primer lugar el entrenador, Christophe Galtier, que ya había dejado escapar la Copa de Francia y que ahora se queda con la liga como único objetivo, demasiado poco botín para toda la tropa que tiene a sus órdenes.
El técnico francés, cuestionado por su falta de experiencia en un banquillo de tan alto nivel, tendrá pocos argumentos para rebatir a los críticos y, hasta final de temporada, convivirá con un reguero de rumores sobre la identidad de su sustituto.
Como les sucedió a sus antecesores, desde el español Unai Emery, el alemán Thomas Tuchel o el argentino Mauricio Pochettino, Galtier ha fracasado a la hora de dotar a un equipo plagado de estrellas de una identidad clara y reconocible. El peso de la constelación superó al juego colectivo.
Pero el técnico francés firma una de las peores andaduras europeas de los últimos años en París, con cuatro victorias, dos empates y dos derrotas dolorosas contra el Bayern.
¿Seguirán Mbappé y Messi?
Solo el empuje de Mbappé parecía capaz de llevar en volandas todo el entramado de figuras reunido en París, pero la pegada del atacante francés no fue suficiente para doblegar al Bayern, lo mismo que hace un año sucedió ante el Real Madrid.
El nuevo fracaso reabrirá la cuestión de su continuidad, por mucho que el propio jugador asegurara este sábado que su futuro en París no pende de la Liga de Campeones.
Tras el culebrón de su renovación en la primera mitad del 2022, la próxima temporada se anuncia decisiva. Mbappé firmó por dos temporadas, con una opción suplementaria de un año más si ambas partes estaban de acuerdo. En otras palabras, el futbolista volvería a quedar libre, el él quiere, en junio de 2024, lo que podría abrir la puerta a su salida previa si el PSG quiere embolsarse algo por su traspaso.
Tampoco ayuda esta eliminación a la continuidad de Leo Messi, que acaba su contrato este año si no se activa la temporada en opción que acordaron.
Si antes del Mundial su renovación parecía hecha, el triunfo de Argentina en Catar parece haber complicado las cosas para el recientemente elegido mejor jugador del mundo por la FIFA.
El de Rosario se niega a rubricar el nuevo contrato y el club parece menos dispuesto a darle un cheque en blanco, lo que puede acabar con la estrella argentina en la liga estadounidense.
El nuevo revés europeo tendrá, además, una consecuencia financiera, porque el club dejará de embolsarse unas decenas de millones de euros, en un momento en el que sus cuentas están bajo la lupa de la UEFA que cuestiona si los salarios de sus estrellas no desestabilizan el llamado "juego limpio" financiero.
Tras haber presentado unos números rojos de 370 millones en las cuentas del 2022, que incluyen buena parte de los incentivos para convencer a Mbappé de renovar, el club calcula que esta temporada las pérdidas estarán entre los 100 y los 150 millones, en función de los jugadores que puedan salir al final del ejercicio.
El club pagó ya una multa en el 2018 por su déficit estructural y volverá a pagar otra al final de este ejercicio, pero la sanción puede ser mayor si no logra regularlo.
En un primer momento puede verse impedido de fichar nuevos jugadores y, en última estancia, excluido de las competiciones europeas.
El Milan vuelve a sentirse grande
Los jugadores del AC Milan, siete veces campeón de la máxima competición europea, celebran su clasificación a cuartos de final en el estadio del Tottenham Hotspur.
Londres. El Tottenham Hotspur vivió otra decepción, otra de esas noches agrias a las que está acostumbrada la afición 'Spurs' y que esta vez se transformó en un apagado y gris encuentro que estuvo lejos de remontar ante el AC Milan (0-0), que vuelve a cuartos de final once años después y a codearse con los mejores de Europa.
Serán 16 los años que el Tottenham estará sin ganar un solo trofeo, con todas las competiciones perdidas en marzo y con el único aliciente que echarse a la boca un cuarto puesto en la Premier League que ya flojea por el acecho del Liverpool.
Incluso esta eliminación, triste y temprana, puede poner el punto y final a la etapa de Antonio Conte en el norte de Londres. Un romance que nunca ha acabado de cuajar, ya que el italiano no ha podido desplegar su sello en los 'Spurs', muy nutridos en ataque, pero poco en defensa.
La localía no les bastó a los 'Spurs'
Este miércoles, con el frío y la lluvia arreciando en la capital inglesa, el Tottenham creyó que su afición y su artillería sería suficiente para pasar por encima de un Milan que trajo un notable 1-0 de la ida y que jugó a encerrarse todo el partido.
Ahí se vieron las carencias en estático de un Tottenham que esperaba que a Kane se le encendiera una bombilla o a que Heung-min Son, seguramente en su peor temporada en Londres, tuviera una chispa de gracia.
Ese era el deseo de los jugadores, mientras que los aficionados entendían que al menos habría un arrebato de orgullo, un asedio constante, una caída de los italianos por pura insistencia. Si los milaneses iban a estar agazapados todo el encuentro, marcar uno y forzar la prórroga sería el mínimo exigible para los londinenses.
Tremenda sorpresa se llevaron cuando las mejores ocasiones del partido fueron para los italianos, siempre cómodos en ese papel de mártires. Un error de Messias, en posición inmejorable, y una buena parada de Forster a una tijera del incombustible Giroud, estuvieron cerca de terminar la fantasía del Tottenham mucho antes.
La eliminación no se consumó hasta que Clement Turpin pitó el final, pero el Tottenham, durante más de 20 minutos, fue un muerto en vida sobre el césped. Cualquier atisbo de remontada, con un disparo de Pierre-Emile Hojbjerg bien parada por Maignan y un cabezazo desviado de Kane, lo cercenó rápido Cristian Romero, expulsado tras una dura entrada a Theo Hernández.
El ánimo de los 'Spurs' decayó, hasta el punto de depresión, y solo lo levantó un paradón de Maignan a tres minutos del final. El arquero francés repelió por puro instinto y reflejo un cabezazo de Kane picado. Una parada que vale una eliminatoria y que elimina al Tottenham en octavos por tercera vez en sus últimas cuatro participaciones en la Champions League.
Once años después, el Milan vuelve a los cuartos de final de la Champions, vuelve a sentirse un grande y vuelve a optar a un título que se le resiste desde el 2007.