Gonzalo Fonseca Grandón, profesor de la Universidad de Concepción en Chile.

Foto | Luis Fernando Tejos | LA PATRIA

Gonzalo Fonseca Grandón, profesor de la Universidad de Concepción en Chile.

LA PATRIA | MANIZALES

Generar redes entre instituciones de educación superior a través de proyectos de innovación e investigación es la misión de Gonzalo Fonseca Grandón, profesor de la Universidad de Concepción en Chile y máster en Gestión Educacional de la Universidad de Madrid y en Educación de la Universidad de Concepción.

LA PATRIA conversó con el académico durante el Congreso de Innovación Académica para la Permanencia en Educación Superior, desarrollado miércoles, jueves y viernes en   la Universidad Nacional sede Manizales. Allí, estudiantes, directivos y docentes, compartieron procesos de aseguramiento de la calidad y permanencia académica e iniciativas de divulgación relacionadas con la innovación académica aplicable en áreas STEM.

¿Cómo la innovación impacta en la permanencia en educación superior?

Inicialmente hay que resaltar que el impacto que han tenido las innovaciones que se han implementado en materia educativa han sido poco exploradas en las decisiones de permanencia y de abandono. Por lo tanto, el llamado es a que los investigadores e investigadoras pongan atención al efecto que está generando esta innovación en las trayectorias de permanencia de valor.

Entonces, ¿cuál debe ser el objetivo de la innovación?

Uno esperaría que todos estos procesos de innovación bien implementados, cuando tienen un propósito claro y a personas con capacidades instaladas para sostenerlo, favorezcan trayectorias estudiantiles exitosas, que el estudiante avance en su programa de estudio y que lo finalice. Además, que haya más procesos de interacción en las clases; que el profesor tenga las capacidades de estimular relaciones entre pares y entre docentes.

¿Por qué la deserción es un problema y qué hay detrás de ello?

La deserción es el término que se usa cuando se estudia este fenómeno desde la perspectiva institucional, pero esa decisión va mucho más allá de eso. Entonces, nosotros hablamos de abandono en la educación superior. Todo lo que implica el abandono universitario en la práctica para las universidades impacta en los recursos que reciben, pero también en procesos de acreditación. Las universidades que tienen altas tasas de abandono coinciden con procesos de acreditación de alto estándar.

¿Qué arrojan los resultados de las investigaciones?

El 50% de los que abandonan finalmente regresan, ya sea a la misma carrera o a otro programa. Eso tiene que ver con entender que las personas tienen derecho a tomar decisiones que pueden hacer que se realicen mucho más, y es el lado bueno de eso. No porque alguien abandonó significa que fracasó. Puede que esa persona haya abandonado porque está instalada en un proyecto que la hace mucho más feliz. Hay que explorar ese lado que la investigación tradicionalmente no ha considerado hasta aquí.

¿Cómo lograr el equilibrio entre calidad y permanencia?

Las universidades deben ofrecer las garantías para que el estudiantado que ingresa, mayoritariamente finalice sus programas de estudio sin que eso signifique poner en riesgo la calidad, un ejemplo es el alto estándar como lo tiene la Universidad Nacional. No hay que confundir lo que hacen las universidades en materia de apoyar la permanencia con bajar los estándares.

¿Qué deben hacer las instituciones que no cuentan con los recursos para realizar investigaciones de permanencia?

Gran parte de los proyectos de investigación que nosotros hemos desarrollado (Universidad de Concepción, de Chile) son proyectos financiados por entes externos. Obviamente también hay universidades que pueden financiar los estudios. Pero, aquí hay que hacer un esfuerzo, no sólo de las universidades, sino que también de los sistemas educativos mediante financiamientos que permitan desarrollar estudios de esta naturaleza. Sin embargo, lo más importante es que los resultados de esos estudios puedan ser transferidos, de tal manera que se puedan observar un impacto digamos efectivo en las tasas de abandono. Llevamos 50 o 60 años estudiando estos temas y los impactos han sido muy escasos porque seguimos con las mismas tasas que teníamos hace décadas.

¿Las investigaciones han evidenciado alguna relación entre los modelos de enseñanza y el abandono?

El giro que han dado los estudios sobre el tema en las últimas décadas pone el foco en lo que pasa en el aula. Cuando tenemos profesores, por ejemplo, que que son capaces de generar espacios para la interacción de los estudiantes, en donde los docentes también tienen la posibilidad de que el alumno desde primer año se instale en el escenario profesional que le va a corresponder desempeñar, cambian las variables que son explicativas respecto de la permanencia y del abandono.

¿Ese perfilamiento desde el inicio puede ser un factor que incide en el abandono?

Las universidades han caído muchas veces en estas mallas tipo túneles que tienen una asignatura que es requisito de la siguiente y de la siguiente y de la siguiente, y hay otra línea en la que esa asignatura también es requisito de la siguiente, la siguiente y la siguiente. Son planes de estudios aún muy rígidos, hay escasos espacios para la flexibilidad entonces no hay que caer en el extremo de encasillar la educación superior, sino que también hay que otorgar espacios para la flexibilidad.

Además de la permanencia, ¿qué otras cosas deben garantizar las instituciones?

Hay un llamado que se le viene haciendo a la educación superior desde hace mucho tiempo, y tiene que ver con la contribución efectiva que hacen para favorecer una mejor calidad de vida de las comunidades y los países a través del conocimiento. ¿De qué manera el conocimiento que se genera en las universidades está impactando en que hoy tengamos una mejor calidad de vida? El gran desafío es que los resultados de la investigación lleguen a donde tienen que llegar, que finalmente es contar con una sociedad más equitativa y segura. Esa es una deuda de las instituciones y la aspiración que uno espera de la educación superior.