Fotos | Freddy Arango | LA PATRIA
Los rieles de la carrillera en Arauca (Palestina), en el occidente de Caldas, son el medio de transporte para campesinos de la zona, incluidos los niños que van al colegio.
LA PATRIA | Manizales
Algo está pasando. Algo opaca el sonido del río y supera el canto de las loras maiceras, siriríes, azulejos, petirrojos, petiamarillos. Algo viene por la carrillera. Las balineras, aferradas a los rieles, producen la estridencia que anuncia la llegada del transporte escolar. Los primos Alexis, Sebastián y Sara Valentina esperan en la orilla del antiguo paso del Ferrocarril del Pacífico.
Ellos viven en la finca La Ilusión, cuyo patio con los de las viviendas vecinas forman una exposición de orquídeas, sietecueros, veraneras, astromelias, girasoles y sietecolores, que se prolongan hasta los recovecos que el Cauca traza en el gran Cañón, en el corregimiento de Arauca (Palestina).
Es martes. 6:20 a.m. El sol se filtra entre los almendros y guayacanes amarillos y rosados. María Fernanda despacha a los niños. "Aquí nos levantamos a las 4:30 y a esperar que los niños tengan suerte de contar con el transporte para ir al colegio en Arauca".
A lo lejos, una especie de casa, color naranja, se desliza a un máximo de 50 kilómetros por hora, impulsada por una moto negra SL 125 empotrada en el costado derecho. Esteven Toro, con suS guantes rojos, acelera y desacelera. Al fin frena. Los tres primos se suben al extraño aparato, llamado aquí marranitas, y en otros lugares: brujitas o llevo-llevos.
He aquí el resto de la descripción del transporte escolar que arriba para los niños y adolescentes de las veredas Las Vegas, La Bastilla, El Bebedero y El Retiro: 13 tablas conforman el piso; una carpa; una banca como para ocho, nueve, diez y hasta más personas, y cuatro varillas grises que soportan la cubierta. Además, cuatro tornillos ancla que le dan estabilidad al vehículo, apetecido los fines de semana por turistas antojados de un roce por la cálida ribera del occidente caldense.
En 26 municipios de Caldas, sin contar Manizales, son cerca de 80 mil estudiantes matriculados en colegios oficiales. De ellos aproximadamente 11 mil 500 niños y niñas del sector rural se benefician del pago estatal del transporte, prestado sobre todo en camperos y buses escalera. La Gobernación, para este año, aporta 4 mil 25 millones de pesos, el resto lo financia cada alcaldía, con recursos que llegan de la Nación.
Movimientos
Una pausa para escuchar a los pasajeros. Alexis tiene nueve años y está en cuarto en la primaria del corregimiento. "Madrugamos mucho para no llegar tarde", su voz lucha contra la ráfaga de viento que genera la velocidad de la marranita. Sigue Sebastián, de 14 años y octavo grado: "En el colegio son flexibles con el horario, porque saben de la dificultad para nosotros llegar".
En el trayecto por la vía férrea suben y bajan marranitas, impulsadas por motos y bicicletas. También las hay manuales: hombres con garrochas de dos metros que parecen remar en tierra empujando el vehículo.
María Fernanda, de la finca La Ilusión, tiene de nuevo la palabra para comparar el tiempo de duración de un recorrido. "En marranita desde la vereda El Bebedero hasta Arauca pueden ser 15, 20 minutos. A pie más de hora y media para un niño".
María Nelly Sánchez y su nieta toman asiento. La abuela coincide con madres y padres de la zona. "Quienes manejan las marranitas son unos ángeles para nosotros. Si ven que no tenemos plata, no nos cobran el pasaje de los niños. Por eso, pueden ir cada día a estudiar".
Esteven reanuda el viaje. A él lo conocen como Chucho, y a su padre también. Los reconocen por su generosidad, igual que las de sus colegas conductores. Un guatín, común en temporadas de sequía, huye alertado por el ruido de las balineras.
"El pasaje vale dos mil o tres mil pesos, pero la gente por aquí es de escasos recursos. A veces nos pagan. Cuando no tienen, pues uno dice súbase, cómo va a dejar uno a un niño sin estudio", comenta Esteven.
En el transporte público de esta parte de Arauca también son usuarios trabajadores de fincas y otros oficios. Así mismo, pescadores que con la venta de bocachicos, bagres, corronchos, viringas y mueludas alimentan la economía del hogar.
Peticiones
Jaime Castañeda es el presidente de la Junta de Acción Comunal de El Bebedero, La Bastilla y El Retiro. "Nunca hemos tenido acceso al subsidio de transporte ni al servicio de transporte escolar para nuestros niños y niñas, de primaria y secundaria".
Asegura que la Junta ha efectuado requerimientos y que la respuesta, siempre, es que la modalidad de transporte por la vía férrea no está legalizada ni reglamentada.
Jaime, quien es docente en el colegio Francisco José de Caldas, vive en El Bebedero. "Por eso, las autoridades se abstienen de prestarnos el servicio de transporte o de emitir un bono de apoyo para que los estudiantes se puedan desplazar hasta la Institución Educativa Monseñor Alfonso de los Ríos, para la primaria y para la secundaria".
En otra marrinita bajan los niños de la escuela El Retiro con la profe Nhora María Chávez. Ella viven en Chinchiná. Cada día llega en campero hasta Arauca. Allí toma una marranita y a medida que desciende recoge a Mariana, Sara, Michel, James y Esteban para arrimarlos a la primaria.
En el otro lado de la carrilera, ya en la vieja estación de un tren que se fue sin regreso hace unos 50 años, concluye el itinerario en marranitas. Los primos Alexis, Sebastián y Sara Valentina, de la finca La Ilusión, concluyen a pie su luchada y extraña ruta escolar.
Desde la Alcaldía
Es complejo: alcalde
El alcalde de Palestina, Álvaro Andrés Osorio, explicó que a orillas del río Cauca, en la margen que corresponde a Palestina funcionan dos escuelas: una en el Kilómetro 35 y la otra en la vereda El Retiro.
"En estas no se requiere transporte escolar para los niños y niñas al menos de primaria, pues tienen escuela donde asistir".
En relación con secundaria expresa que la situación es compleja. Manifiesta que al licitar el transporte escolar se deben garantizar unos mínimos de los vehículos que prestan el servicio.
"En ese lugar no hay acceso a vehículos, por lógicas razones, y quienes prestan algún servicio de transporte en marranitas no tienen la legalidad ni mucho menos cumplen con las exigencias técnicas para prestar un servicio que pueda ser contratado por el "Estado", concluye el mandatario local.
"Seguimos escuchando posibilidades"
Las conversaciones de habitantes de la orilla del Cauca comenzaron desde principio de año, con la llegada de la nueva Administración municipal. Así lo indica Bryan Mejía, secretario de Gestión Social de Palestina.
El funcionario expone dos puntos que impiden que las entidades públicas contraten servicios para estas comunidades. Uno: "El transporte en marranitas es ilegal, no hay manera de que exista una empresa que preste este transporte, pues se exigen condiciones de seguridad para los niños, es decir, no habría pólizas". Y dos: "Estas casas están ubicadas en propiedad del Estado, de los Ferrocarriles Nacionales, por eso son invasiones. Igual seguimos escuchando posibilidades de apoyar a estas familias".
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