Los semilleros de fútbol y porrismo, acompañados de sus padres y los directores de la Fundación.

Foto | Luis Trejos | LA PATRIA

Los semilleros de fútbol y porrismo, acompañados de sus padres y los directores de la Fundación.

Drogas, violencia e ilegalidad son la sombra que durante muchos años arropó a los habitantes del barrio Sinaí. Sin embargo, como con una receta, Juan David Gutiérrez y Juan David Zuluaga encontraron hace 14 años una fórmula para contrarrestar estos problemas: trabajo social comunitario.

La localidad en el lejano oriente del norte de la ciudad, como se le conoce al sector, se empezó a cimentar desde hace cerca de 34 años. Desde entonces, entre las faldas estrechas del perímetro de las carreras 7 j y 11 y las calles 55 y 51 f, las noticias que surgen no son tan positivas. "Detenido ocho días después del asesinato en el barrio Sinaí (Manizales)", "En el barrio Sinaí no se aguantan a los jíbaros", son algunos de los titulares que se leen al indagar sobre la zona.

Con el propósito de alejar a los niños de las drogas y sembrar en los chicos y jóvenes herramientas para la vida, los líderes comunitarios le empezaron a cambiar la cara a la moneda. "Desde hace mucho no se escucha un asesinato por acá, las fronteras invisibles desaparecieron y no se siente la inseguridad", expresa Juan David Zuluaga .

Integrantes

Ocho colaboradores y 60 niños, niñas y jóvenes conforman el semillero. Al Sinaí llegan de los barrios Solferino, Comuneros y Villahermosa. Los jueves, por ejemplo, de 6:00 p.m. a 8:00 p.m., las niñas de 12 a 14 años se reúnen en la caseta comunal a entrenar sus movimientos de porrismo. Lo único seguro que tienen al descender son los brazos de sus compañeras y la dureza del piso. En el aire las acompañan la confianza, las ganas de competir y, para quienes son creyentes, la fe hacia las imágenes religiosas que las observan desde las esquinas.

Son entrenadas por John Edwin Sepúlveda Álvarez, docente de educación física, presidente de la Acción Comunal y edil de Villahermosa. Él es voluntario en el Semillero Sinaí y asegura que lo hace por amor y pasión al deporte.

"Empecé con las niñas un miércoles; entrenamos una hora el jueves, otra hora el viernes y el sábado fuimos a la primera competencia, ¡con dos horas de entrenamiento! Son tan buenos los niños de este sector en este deporte que en dos horas de entrenamiento tuvimos una rutina lista. Eso es algo que me ha marcado".

Además de porrismo, el semillero cuenta con grupos de fútbol, voleibol y uno juvenil, desde donde hacen obras sociales con habitantes en condición de calle. A parte de ayudar, el propósito es mostrarles a los adolescentes que no es una buena vida, a la que conducen las drogas y la violencia. "Hay que estudiar y trabajar para poder salir adelante", menciona Juan David Gutiérrez.

Los fondos los recogen de rifas y la venta de empanadas y sánduches. Todos colaboran y son voluntarios, desde docentes hasta padres de familia. Agregan: "No recibimos plata de ninguna entidad". Si hay que podar, soldar porterías o preparar las canchas de fútbol, es un habitante del sector, experto en el tema, quien se encarga de donar la mano de obra. Lo mismo pasa con la contabilidad y la administración del semillero.

Atentos a la educación

Un día a la semana, un coordinador del grupo va a la Institución Educativa Liceo Mixto Sinaí a preguntar por el rendimiento académico de sus integrantes. Esta iniciativa ha logrado cambiar el comportamiento de varios estudiantes, pues quien no tenga buenas notas y disciplina se suspende de los entrenamientos y competencias deportivas.

De los adolescentes que se gradúan del colegio Sinaí, el 5% logra profesionalizarse. El grupo juvenil busca aumentar esta cifra, por lo que actualmente cuentan con ocho profesionales en áreas afines al desarrollo familiar, administración y seguridad. "Estamos aportando ese granito de arena porque nuestros niños y nuestros jóvenes se merecen una mejor oportunidad".

 

Opinan

Jessica Arias, profesional en Desarrollo Familiar

La intención del grupo es generar un proyecto de vida, que ocupen su tiempo libre, que aprendan habilidades para la vida que les permita desarrollar y desenvolverse en un futuro. Además les enseñamos a tener el don de la solidaridad. Y lo más gratificante es ver que los chicos que ya tienen 20, 21 y 22 años en realidad siguieron un proyecto de vida.

Adrián Ballesteros, estudiante del colegio Sinaí

La verdad es muy bueno. Las actividades que hacemos nos han dejado muchas enseñanzas sobre las drogas, los habitantes de calle y las consecuencias de no elegir un buen camino.

Alejandra Flórez, estudiante del colegio Sinaí

Me encantan todas las actividades que hacemos porque buscan el bien de las personas, lo que nos enseña compañerismo y la importancia del trabajo en grupo con respeto.

Estefanía Agudelo, estudiante del colegio Sinaí

Mi proyecto de vida es ayudar a los habitantes de calle, a los niños con cáncer y a los animales. Quisiera abrir una fundación.

Jimena Bedoya, manicurista y madre de familia

Me parece muy bueno este proyecto porque están pensando en que las personas con bajos recursos salgan adelante, ya sea estudiando o a través de un deporte. Todos los niños quieren estar en porrismo o fútbol.

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