Foto | Luis Trejos | LA PATRIA
En el colegio Mariscal Sucre todas las emociones son válidas.
Con Jessica Bedoya Gutiérrez las normas de tránsito llegaron a la sede Ricardo Flórez de la Institución Educativa Mariscal Sucre, de Manizales. A través de las señales de movilidad ella le da vía libre a las emociones de sus estudiantes.
El proyecto nació hace cuatro años en el colegio Pablo VI, y hace dos, con el traslado de la docente, empezó a desarrollarse con los niños y niñas de transición del Mariscal Sucre.
A las 7:00 a.m. los 17 alumnos, entre cinco y seis años, entonan una canción. “Seguritos, seguritos, no cuestionas mis estados. Se vale estar triste o también muy enojado”, es lo que se escucha a través de la puerta y ventanas del aula de transición. Seguido, arrancan las actividades académicas.
A diferencia de otros salones de preescolar, los números y las letras grandes y coloridas no se roban la atención. En las paredes resaltan círculos y rombos con señales de prohibido correr o de guardar silencio. En la entrada hay un semáforo que con sus colores refleja los estados emocionales o da una indicación.
“Con las paletas recordamos lo que vamos a trabajar en el día. También se establece el cumplimiento de las normas de aula y de la emoción de aula, donde ellos pueden expresar sus emociones, cómo se manejaron, cómo se sintieron y que tienen que mejorar”, relata Bedoya.
Sobre el comienzo del proyecto agrega: “Primero teníamos stickers de semáforo. Después adaptamos las normas de tránsito al aula y se construyó el semáforo al que los niños le colocaron nombre y fuimos integrando cositas para dar paso a la ruta del emociomáforo de aula”.
Ejercicios
La docente de transición fue reconocida por la Secretaría de Movilidad del municipio. Ellos la dotaron con señales viales, cartillas, capacitaciones y salidas pedagógicas. “Allí empezó todo”.
Por otro lado, los padres también resaltan la buena labor del emociomáforo de aula. Manifiestan estar felices y animados para trasladar la estrategia a los hogares.
“Los niños piden a los papás un emociomáforo en la casa para cumplir con las normas y adaptarse a la rutina”.