Picudos y hormigas pasan de azotar los cultivos a ser ofrecidos en stand de artesanías. La comunidad de la escuela, adscrita a la Institución Educativa La Libertad, adelanta el emprendimient ocon apoyo de la Rectoría.

Fotos | Freddy Arango | LA PATRIA

Picudos y hormigas pasan de azotar los cultivos a ser ofrecidos en stand de artesanías.

LA PATRIA | Manizales

La imagen de una hilera roja y verde en movimiento por el patio de la escuela llama la atención. Son hormigas arrieras cortadoras de hojas. Su laboriosidad suele ser admirada. Sin embargo, en realidad son una pesadilla para campesinos y sus cultivos. Los seis niños de la sede educativa lo saben. Por eso, las persiguen hasta su nido, que es como un volcán en miniatura a los pies de un cafeto. Su misión: capturarlas, incluida la reina, para volverlas collares, aretes, llaveros, topitos y manillas.

El texto anterior puede ser el comienzo y el final de una historia de plagas convertidas en artesanías. Mas, en medio, hay una reseña llena de creatividad natural, trabajo comunitario, lucha por sacar adelante un emprendimiento ambiental y una profesora que dice: “Estamos reciclando una plaga para convertirla en accesorios y así contribuir al medioambiente”.

Sucede en la vereda La Paz Alta, en una ladera de San José, municipio del occidente de Caldas. Todo comenzó en las huertas escolares. Pronto, la cebolla, el cilantro el tomate, las fresas empezaron a ser visitados por insectos amigos, y también enemigos. En los niños surgió la inquietud ¿cuáles son buenos y cuáles son plagas?

Distancia de la vereda La Paz Alta con respecto a Manizales, capital de Caldas

La profesora de la sede, Sandra Yaneth Giraldo Zuluaga, comenta: “Para ellos había una contradicción en el sentido que en las casas sus padres utilizaban insecticidas, con los cuales mataban bichos, pero también polinizadores”.

Ese fue el punto de partida de un proyecto científico con el programa Ondas Caldas, del Ministerio de la Ciencia, para el cual la escuelita ha contado con apoyo de la Rectoría de la Institución Educativa La Libertad, a la cual está adscrita.  Al principio del año comenzaron con un inventario de las especies que abundan en el trayecto entre las casas y la escuela . Los niños en su recorrido diario recogen las especies. 

Unidos

La docente vio la posibilidad de complementar sus clases. Entonces, los niños aprendieron que abeja en inglés es bee y mariposa es butterfly. Que ética también es cuidar la naturaleza, que sintetizar una información es parte del lenguaje. Además, que las tecnologías pueden ser aprovechadas en búsqueda de información sobre insectos.

“Cada estudiante se apropió de un orden específico y lo compartió, mediante disfraces y resúmenes. Hallamos plagas como los picudos del plátano, del aguacate y de los cítricos. Y hormigas arrieras. Son las más comunes en los parajes cercanos de la escuela”, comenta la maestra Sandra Yaneth.

En la búsqueda por internet eligieron tres opciones con el propósito de actuar contra los bichos. Descartaron el control biológico (insectos que se comen las plagas), pues el uso de insecticidas en la zona los acababa rápido.

Tuvieron la idea de convertir los bichos en alimento para humanos o al menos para mascotas o pollos. Rápidamente también la desecharon. La estudiante María José Sánchez advierte: “Sabemos que a la gente por acá le da asco consumirlas”.

La opción que ellos consideran que llegó para quedarse consiste en capturar, de manera manual, picudos y hormigas. Meterlos en una botella, inmovilizarlos y dormirlos con removedor de esmalte de uñas. Ponerlos sobre un icopor y hacerles con alfileres lo que bautizaron como estiramiento de patas. Vaciar resina en moldes, meter allí el bicho, vaciar más resina y dejar cristalizar.

Por último lucir un collar, un pendiente, un topo, una pulsera o un llavero, cuya gracia es una hormiga arriera subida en una hojita azul, o un picudo adornado con una flor morada, por ejemplo. "Es una manera de inmortalizar esas especies", reflexiona la docente. 

Sandra Yaneth es magíster en Ciencias Naturales de la Universidad Nacional de Colombia. Ella transformó las huertas en aulas de clases como una manera de enseñar las ciencias a los niños que han pasado por el establecimiento educativo.

Recuerda que cuando eran las 11:00 de la mañana, los pequeños llegaban a los cultivos con sus guías de ciencias naturales. Un grupo identificaba los tipos de flores, otro estudiaba los órganos. "Los más grandes analizaban las relaciones de la planta con el ecosistema”.

Estrenan

Los primeros en comprar las plagas convertidas en bisutería fueron asistentes a las Fiestas del Campesino 2022 en la zona urbana de San José. Allí, en el estand más remoto, quedaron las artesanías de la escuela. “Nos fue muy bien, vendimos $460 mil, que los utilizamos para fabricar más productos y para el paseo de despedida de año”, dice la educadora.

Una compradora fue Natalia Ospina, quien nació en la vereda y ahora completa cinco años viviendo en Chile. Recuerda que cuando era niña vivía en la finca de su padre en la vereda la Paz Alta. La familia campesina, como las otras de la zona, batallaban contra arrieras y picudos que arrasaban árboles de aguacate, café y frutales.

Expresa: “quedé sorprendida con esto que hacen la profesora, los niños y las madres. Ver cómo trabajan juntos, cómo se hace más ameno el trayecto de la casa a la escuela con la recolección de estos insectos, cómo las tardes son más alegres con todos trabajando juntos”.

En las Fiestas del Campesino de octubre ella estuvo en su tierra natal. Visitó la caseta de ventas de la escuela. Aprovechó para comprar aretes, manillas y más, adornados con sus viejos conocidos: las arrieras y picudos.

Los llevó para sus familiares y amigos en Chile. “Es como llevarse un pedazo de mi tierra para lucirlos con mucho orgullo y cariño. Y de paso, salvar polinizadores como un aporte a la conservación de la naturaleza”.

Los compradores, además de las explicaciones sobre insectos y plagas que les dieron los niños vendedores, encontraron este emotivo anuncio en los empaques: Wear me with love, you are savining a pollinator (Lúceme con amor, pues estás salvando un polinizador).

Otra persona que estuvo en la exposición del día del campesino fue Gloria Delcy Morales. Ella es monitora de plagas y enfermedades de los cultivos. Reconoce que pasó un buen tiempo en la muestra tratando de escoger artículos para comprar.

“Es que son tan bonitos y llamativos que no sabía cuál llevarme”. Esa es su apreciación como compradora. Y como profesional también tiene su mirada acerca del proceso que adelanta la comunidad educativa de La Paz Alta.

“Debo decir que el picudo es una plaga limitante porque ataca la parte foliar de los árboles y también sus raíces. Me parece genial esta recolección manual, que evita matar a los polinizadores y protege  la salud de los trabajadores del campo, ay que es común que se expongan a plaguicidas”, expresó Gloria Delcy.

Obstáculos

Este emprendimiento tiene sus pequeños y grandes inconvenientes. El más complicado está relacionado con las dudas y contradicciones de las autoridades ambientales, empezando por el Ministerio en el país y la Corporación Autónoma Regional de Caldas (Corpocaldas) en el departamento. Ambas se acogen a normas nacionales con restricciones y requisitos, como se leerá al final de este relato. Sin embargo, el centro educativo y la vereda La Paz Alta continúan su lucha. 

El argumento principal está claro para la escuela y su comunidad. Reiteran en que con insecticidas mueren las plagas, pero también caen abejas, abejorros, avispas, mariposas y otras, que cumplen una función vital en culaquier ecosistema: transportar los granos de polen de flor en flor y así lograr que las plantas se reproduzcan.  Y con esto contribuyen a la biodiversidad de las especies, sea en las ciudades o en el campo y sus bosques . 

“Por eso, insistimos en la erradicación manual de plagas. Es más segura para otros polinizadores, el medio ambiente y los humanos”, lo recitan como una lección de clase la docente Sandra Yaneth y sus pupilos, Juan Sebastián Rivera y Juan Pablo Tabares, de siete años; Daviana Meza y Nicolás Alzate, de nueve; y María José Sánchez y Emanuel García, de 10.

Esa misión de proteger a los polinizadores la conoce de cerca el apicultor Ómar de Jesús Loaiza, de Palestina, quien desarrolla visitas guiadas al apiario de su propiedad, llamado La Ximena. Su propósito es romper mitos y lograr que los turistas interactúen con estos insectos, conocidos como los antófilos o que aman las flores.

En la nota En Palestina los apiarios son una experiencia temática, publicada por este diario, Loaiza resalta la importancia de estos insectos. Por ejemplo expone el papel de las abejas en la polinización y otros productos, ya que no solo es miel de abejas. También son las promotoras del polen, del propóleo o de una resina de los árboles, de la jalea real, de la cera y de la apitoxina, del veneno que generan.

 

Aquí y allá

La polémica acerca de las formas de acabar con las plagas genera diversas posiciones. Por un lado está la utilización de plaguicidas y los métodos biológicos. El primero es necesario ante la abundancia de bichos que amenazan los cultivos y las inversiones de quienes viven del campo. La segunda es una opción que consiste en llevar especies que acaban con las plagas. Y en medio aparece lo manual, como lo han descrito los protagonistas de esta narración.

Hacemos un alto en el relato para darle la voz a Daniel Pinzón Valencia, quien es un ingeniero agrónomo, graduado en la Universidad de Caldas. Él ha trabajado en el manejo de albahaca orgánica de exportación, además de ser productor hortícola y cafetero.

Su opinión comienza con lo siguiente: “El uso de plaguicidas es un gran problema porque contaminan los alimentos. Esto porque muchas veces los campesinos los usan sin tener en cuenta periodos de carencia o de reentrada. Entonces, muchas de esas trazas las recibe el consumidor final que son a quienes les venden esos productos”.

En sus reflexiones añade que un problema grande con los pesticidas es que no son específicos para las especies plagas, sino que muchos de ellos son de amplio espectro, que matan especies que sí son benéficas.

Conceptúa sobre la experiencia de la escuela de la Paz Alta: “Para mí no está mal porque igual en todas las plantaciones el control de estas plagas sea biológico, químico o manual se debe hacer sí o sí. Uno no va a comprometer su cultivo, es decir su inversión, por no atacar una plaga que si se sale de control pues traerá pérdidas y será más difícil recuperar ese capital aportado”.

Considera como muy interesante el proyecto con los niños. Resalta que no es un experimento en un bosque primario ni en uno secundario, ni en reservas naturales. Además, destaca que no están causando sufrimiento, pues todos los agrónomos en sus colecciones entomológicas matan a los insectos de la misma manera que lo están haciendo en la escuela.

El profesional en agronomía concluye: “En nuestrps hogares vemos un insecto y lo matamos. En las plantaciones si hay arrieras o este tipo de plagas hay que controlarlas, química, cultural, biológica o físicamente. Aquí los niños, la profesora y la comunidad les dan valor con su emprendimiento. Fuera de eso, no alteran el equilibrio del agroecosistema”.

En medio de las dudas de las autoridades ambientales y de las tiradas de responsabilidades sobre las responsabilidades, surge un concepto clave: el concepto del Instituto Colombiano Agropecuario (ICA),el cual responde ante las dudas que le surgieron a la comunidad con las respuestas del Ministerio del Medio Ambiente y de Corpocaldas, autoridades ambientales en Colombia y en el departamento, respectivamente. 

El gerente del ICA en Caldas, Clemente Donato, dice que estas son practicas culturales que tienen los productores y no necesitan permiso. "Pueden solicitar el acompañamiento del ICA para no utilizar plaguicidas como parte del manejo integrado de plagas, a través de las Escuelas de Campo con los pequeños y medianos productores".

La profesora Sandra Yaneth, que elevó a autoridades ambientales solicitudes de conceptos sobre la actividad de la escuela con las plagas, siente un respiro con las palabras de Donato, pues es como un aval para seguir adelante con el proyecto.

Transmitiendo conocimientos

Volvemos a los parajes de la vereda La Paz Alta. Nos encontramos con el testimonio de Emilse Puerta, quien lleva 25 años en el lugar. Vive con su familia en la finca San Bernardo, donde producen plátano, café y aguacate. “Aquí los hemos combatido con venenos, pero así se matan otros insectos buenos como son los polinizadores. Es mejor manual, como lo ha enseñado y promocionado la profesora Sandra, como lo han practicado los niños y como lo hemos replicado en el caserío”.

Su nieto Juan Pablo estudia en la escuela. Como la idea es que el emprendimiento quede para la comunidad, el pequeño le ha enseñado a su abuela cómo capturar picudos y hormigas y cómo fabricar manillas.

“Es muy bueno porque les enseñan las materias normales y también cosas para la vida, con las que ellos pueden tener empresa más adelante”, añade la señora.

Los niños, como se relata en el primer párrafo, siguieron la ruta de las hormigas arrieras que aparecieron en el patio. Con picas y palas abrieron el nido y en un envase introdujeron una docena. Bajo un cafetal y cerca de una mata de plátano, negra por la acción de picudos, continúan la jornada:

Emanuel: “Por acá hay dos clases de hormigas, que atacan el café, el plátano, el aguacate, y a veces las yerbas”.

Juan Pablo: “Hay muchos grillos, los escucho en las noches. Son masticadores, se comen las plantas. No los utilizamos para artesanías porque son muy grandes”.

María José: “Hemos visto que con la erradicación manual en la finca de Emanuel hay menos picudos”.

Daviana: “Cuando a uno se le caen los picudos, se entierran o se hacen los muertos. Me gusta hacer manillas con ellos por sus colores, se ven muy bonitos y a la gente también le gusta lucirlos”.

 

Proceso

Para complementar esta historia de ingenio y lucha ambiental, en una vereda de la Caldas profunda, mostramos otras imágenes del proceso con el cual la escuela busca tener el aval para llevar sus productos y sus mensajes más allá de la vereda La Paz Alta. Además, presentamos respuestas de autoridades ambientales ante solicitudes de la comunidad acerca de conceptos sobre el manejo de plagas: 

13 de octubre: La solicitud

La profesora Sandra Yaneth le solicitó a Corpocaldas autorización para la utilización de las especies de plagas Atta cephalotes hormiga arriera y las especies de las familia Curcolionidade, entre ellos picudos del plátano y aguacate para un proyecto de emprendimiento con el programa Ondas de Minciencias. "Las especies serán recolectadas de manera manual, posteriormente inmortalizadas y encapsuladas para ser usadas en accesorios de bisutería y comercializadas durante las fiestas municipales.

3 de noviembre: respuestas del Minambiente

1. El Ministerio del Medio Ambiente le respondió a Corpocaldas: "Como es de su conocimiento el aprovechamiento con fines comerciales de especies de fauna silvestre nativa, como la hormiga arriera, solo se podrá realizar a través proyectos de zoocría comercial, o mediante caza comercial, actividades que requiere de la obtención previa de una licencia ambiental la cual es otorgada por las Corporaciones Autónomas Regionales – CARs.

2. Para el caso del picudo del plátano y del aguacate, por ser una especie exótica que afecta los cultivos en mención, en Colombia la entidad competente para su manejo es el Instituto Colombiano Agropecuario (ICA) por lo que debe realizar la consulta ante dicha entidad, si esta especie tiene algún tipo de restricción.

10 de noviembre. Responde Corpocaldas

La entidad ambiental en Caldas solicitó concepto al Minambiente. Por eso, parte de la respuesta es igual. En cuanto a la hormiga arriera remite que para la caza comercial el interesado que pretenda desarrollar actividades de procesamiento, transformación, y/o comercialización de los especímenes obtenidos, deberá anexar a la solicitud de licencia ambiental la siguiente información: 1. Tipo(s) de proceso industrial que se pretenda adelantar. 2. Planos y diseños de instalaciones y equipos. 3. Costos y proyecciones de producción. 4. Procesamiento o transformación a que serán sometidos los especímenes. 5. Destino de la producción especificando mercados nacionales y/o internacionales.

Apoyo de la Universidad de Caldas

Patricia Salazar, vicerrectora de Proyección

Este proyecto está hace unos tres años, lo desarrollamos con el Ministerio de Educación acompañando procesos de emprendimientos de colegios rurales. A través de la investigación del profesor Alberto Soto en el tema de biocontroladores, acompañamos a la escuela de La Paz Alta. Estamos facilitando la conversación con Corpocaldas con el propósito de obtener permisos para su comercialización, entendiendo que aquí no hay manipulación genética ni uso inadecuado de la biodiversidad, pero consideramos pertinente realizar esa tarea. Estamos buscando una marca registrada para que puedan comercializar con nombre y eslogan, estamos haciendo ese acompañamiento desde propiedad intelectual, desde el punto de vista artesanal y también desde el diseño a través del consultorio de diseño de la Vicerrectoría.

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