Foto I Cortesía para LA PATRIA
Ahora. En la escuela Altamar, adscrita al colegio de la vereda La Cabaña de Manizales, disfrutan las obras en el acceso a la sede.
LA PATRIA I Manizales
Hace ocho años la profesora Laura Catalina Cano llegó a la escuela de la vereda Altamar, en Manizales. Desde entonces comenzó su lucha por conseguir un acceso adecuado para la sede educativa y sus alumnos, que son de 25 a 30 en promedio anual. “Eran unas tres cuadras de huecos, maleza y pantano, que dificultaban la entrada de carros, motos y personas”.
La docente comenta: “Cerca de la escuela funciona una subestación de la Chec. Ellos también tenían dificultades al ingresar, por ejemplo el camión gigante a veces se quedaba pegado”.
Ángela María Patiño, rectora del colegio de La Cabaña, al cual está adscrita la sede Altamar, indica que las gestiones comenzaron con la maestra en octubre del 2021. “En marzo de este año nos anunciaron que a mitad de año comenzarían los trabajos, y así fue. La Chec siempre le había hecho mantenimiento a la vía”.
La educadora Laura Catalina empezó a medir las buenas señales en el número de trabajadores. “Un día llegaron 2; luego, 4, después, 5, hasta llegar a 15. Y cada vez traín más hierro y material, o sea que no sería un simple arreglo”.
Los pasos
Yonathan Londoño es el padre de Santiago, alumno en Altamar. “Esta entrada era de difícil acceso, era muy incómoda, sobre todo en invierno”.
Lo mismo expresa Clemencia Castañeda, madre de Isabela. Para ella y sus familiares era un martirio el ingreso a la escuela, pues había que caminar entre el lodo.
La Chec, indica su subgerente de subestaciones y líneas, Luis Eduardo Arango, también tenía en mente resolver la situación, pues el mal estado del acceso complicaba el tránsito de sus vehículos pesados.
La subestación, llamada Altamar como la escuela, presta el servicio de energía eléctrica a las veredas La Cabaña y Kilómetro 41, de Manizales, y a Santágueda, en Palestina.
La empresa invirtió 130 millones de pesos en 110 metros de placas huella, en organizar cunetas y transversales. Además en la loza de la curva, considerada como la parte crítica y cuyo buen estado es necesario para soportar la capacidad de los carros que utiliza la Central Hidroelécrica.
Arango añade: “Para la Chec es grato poder facilitar el acceso a nuestra infraestructura para operación y mantenimiento, y a la vez ayudar al plantel en esta necesidad que tenía, ya con un paso en mejores condiciones”.
La escuela celebra el logro. Isabela Álvarez, estudiante, comenta: “Ya no nos empantamos, ni deslizamos, ni nos vamos a huecos cuando vamos a entrar a la escuela”. Y Santiago Londoño, de segundo grado, concluye como el resto de la comunidad: “Gracias a la Chec y a la profe Laura, la carretera quedó muy bonita”.