Foto | Sandra Bejarano Aguirre | LA PATRIA | PEREIRA | Las sonrisas y la felicidad de los habitantes de El Remanso, Pereira, son el éxito del sancocho comunitario y artístico
En la parte oriental de Pereira se levanta la montaña que antecede el Parque Nacional Natural (PNN) Los Nevados. En sus laderas las viviendas se alzan con la fe de un nuevo comienzo hasta convertirse en barrios. La historia de esas barriadas tiene todos los matices de las dinámicas sociales que nos componen como nación.
Han sobrevivido a la violencia que se encona en las márgenes de las ciudades, han servido como receptáculo de los desplazados y han confiado en el arte como el camino para escapar de los ciclos de guerra que se repiten en el país.
Desde el principio de su fundación en la comuna Villa Santana se han cultivado historias que hoy muestran sus frutos esperanzadores.
Uno de ellos es el Festival Sancocho Comunitario Artístico, realizado en el barrio El Remanso, que en nueve años ha resaltado las iniciativas que nacen en el sector y que han transformado la realidad de niños y adultos.
En todos estos años han fortalecido los lazos del tejido social a través de batucadas, huertas y festivales, a tal punto, de ser un referente regional en autogestión, resistencia e inspiración para otras comunas.
Este año el festival se ensanchó durante un fin de semana: rompieron con el único día de celebración artística y lo extendieron a tres días de robusta programación.
De los 9 años de proceso, sólo en dos no lo han celebrado por las limitaciones de la pandemia. Los demás años, han recorrido casa por casa, pidiendo los ingredientes para la comitiva y poder encender el fuego que hace el sancocho.
Jorge Bueno, coorganizador del Festival e integrante de las Piquiñas del Chango, se describe a sí mismo como un enlace para que al barrio lleguen artistas de nivel nacional a inspirar a los jóvenes. Pero es más que un intermediario. Con su sonrisa contagia la energía esperanzadora de quienes ven un mejor futuro, de quienes creen en la sensibilidad y el talento que brota en los jardines de su entorno.
“Una cosa importante que se hace es ir puerta a puerta en las casas del barrio para recoger los ingredientes del sancocho. Eso es una muestra de lo receptiva de la gente, que ya naturaliza este evento para el barrio, que sabe la importancia de lo que se realiza”, cuenta Bueno.
Su discurso lo refuerza María Edilma Bueno, de las fundadoras de El Remanso. En su puesto de empanadas disfruta de los músicos en la tarima. Vende todo lo que tiene en la vitrina antes de contar su admiración por Jorge, Laura Victoria y todos los demás que llevan alegría al barrio.
“Ellos hacen una labor maravillosa con los muchachos, les enseñan, los mantienen alejados de la droga, y los involucran en actividades como batucadas, reuniones y pintura", comentó.
Edilma destacó la armonía que existe en la comunidad gracias a las iniciativas culturales, que también benefician a los adultos como ella que participa cada año vendiendo empanadas en los eventos organizados por todo el equipo. "Es algo admirable, nos da la oportunidad de hacer parte de estas actividades, y cada año lo hacen más bonito", agregó.
De los tres días del Festival 2024, en el primero se realizó un evento más íntimo. Los vecinos de la cuadra donde ensayan las Piquiñas del Chango disfrutaron de una jornada para mostrar sus talentos. Incluso, cuenta Laura Victoria Carmona, coproductora del festival, un vecino se animó y cantó para todos.
El segundo día estuvo pasado por fuertes lluvias que empantanaron las calles del barrio pero no detuvieron las actividades. Era el día del sancochito, una jornada para los niños y adolescentes, para sembrar la semilla del arte en ellos.
Victoria cuenta que una de sus peticiones a la Administración local es la pavimentación de las calles del barrio. Cuando llueve, el pantano se esparce con el tránsito de los carros y las motos, y cuando hace sol, el polvo amenaza la salud de los habitantes.
El tercer día, además de los conciertos que se repartieron en dos tarimas: una en la cancha del barrio y el otro al final de la calle principal, tuvo feria de emprendedores locales que aprovecharon para vender comida, ropa y todo tipo de productos, como lubricantes íntimos, velas, cremas para el cabello y derivados de la caña de azúcar, como el viche.
Para Liliana Sandoval el festival es la oportunidad de afianzar su relación con las amigas y para exhibir los productos que nacen de su huerta. Cultiva romero, lavanda y plantas aromáticas con las que hace lubricantes, aromatizantes, velas y productos para el cabello.
Habla poco. Pero con sus ojos curiosos disfruta el paso de la gente que le preguntan si se pueden aplicar las cremas en los cabellos rizados. Precisamente para eso están diseñadas, responde. Y a su vez entona la canción que más le gusta del artista en la tarima, Julián Rodriguez, Mi vida sin tú.
La transformación del barrio El Remanso, que en el pasado fue estigmatizado por la violencia, ahora es motivo de orgullo para sus habitantes.
“Soy feliz en mi barrio, porque hay mucha actividad artística que trae gente de la ciudad y para que vea que el remanso no es violencia”, concluyó Maria Edilma, feliz de vivir en un lugar donde la cultura y el arte han cambiado el rumbo de su comunidad.
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