Foto | Freepik | LA PATRIA | PEREIRA Dosquebradas y Pereira son los dos municipios con mayos casos de intento de suicidio.
La salud mental en el departamento de Risaralda está generando gran preocupación entre las autoridades de salud. El último boletín emitido por la Gobernación revela que, para la semana epidemiológica 33 de 2024, reporta que se notificaron al Sistema de Vigilancia en Salud Pública 779 casos de intento de suicidios procedentes del departamento de Risaralda.
La incidencia de intentos de suicidio ha alcanzado 80 casos por cada 100.000 habitantes. El municipio con mayor incidencia es Dosquebradas, con 112,4 casos, seguido de Pereira con 77,9, Santuario con 77,8, Santa Rosa de Cabal con 77,5 y La Virginia con 66,6. La cifra en Dosquebradas se sitúa significativamente por encima de la media departamental, lo que ha puesto en marcha diversas estrategias desde las entidades municipales.
Política pública de salud mental en Dosquebradas
En Dosquebradas, el alcalde Roberto Jiménez Naranjo anunció la creación de una Política Pública de Salud Mental. El mandatario hizo un llamado a la comunidad para intensificar las acciones de prevención del suicidio.
Según las cifras de la alcaldía, en Dosquebradas se han presentado 247 casos de intentos de suicidios, con 9 consumados. Jiménez Naranjo subrayó la urgencia de contar con una política que promueva la salud mental y regule las acciones para prevenir tanto el suicidio como el consumo de sustancias psicoactivas.
El Secretario de Educación, Fernando Caballero, señaló que la administración local ha implementado la estrategia Mente y Cuerpo en la Escuela, la cual busca fortalecer la salud mental de los estudiantes y enfrentar diversas problemáticas en las instituciones educativas.
Esta iniciativa tiene como objetivo principal ofrecer un apoyo integral que incluye la disposición de una mesa de ayuda con profesionales en psicología en cada institución, lo que permitirá brindar atención directa y especializada.
Entre los principales retos de la estrategia se encuentran la activación de rutas de atención para problemáticas como el consumo de sustancias psicoactivas, la prevención del suicidio, y el tratamiento de desórdenes alimenticios.
Además, se llevarán a cabo jornadas de concientización y prevención, destinadas tanto a los estudiantes como a los docentes, quienes también contarán con apoyo psicológico para afrontar las exigencias emocionales que enfrentan en su labor diaria.
Caballero destacó la importancia de que las instituciones educativas se conviertan en espacios seguros y de acompañamiento, donde los estudiantes no solo reciban educación académica, sino también el soporte emocional necesario para su bienestar integral.
Estrategias de prevención en Pereira
En Pereira, la Alcaldía y la Policía Nacional han implementado la estrategia "Línea Emocional", la cual se integra en la línea 123 de denuncias. Esta nueva iniciativa está diseñada para ofrecer una opción de apoyo a personas que experimentan dificultades personales, como depresión u otros problemas emocionales.
La línea está atendida por profesionales de la salud mental, quienes evaluarán el nivel de urgencia a través de un triage para proporcionar una respuesta inmediata y adecuada. El secretario de Gobierno, Jorge Mario Trejos Arias, destacó que la línea funcionará las 24 horas, contando con un equipo de psicólogos clínicos, quienes podrán gestionar la atención en coordinación con ambulancias, EPS, Bomberos, y otras entidades como el Instituto de Movilidad y Salud Pereira.
Además, se ha habilitado el Sistema de Emergencia y Seguridad y Convivencia (SIES) para abordar no solo problemas de salud mental, sino también situaciones relacionadas con la violencia psicológica y el consumo de sustancias psicoactivas. El servicio será monitoreado mensualmente para evaluar su efectividad, con el objetivo de desarrollar nuevas iniciativas que fortalezcan la atención en este campo.
El reto de abordar la salud mental como un problema social y cultural
Edisson Orozco Villa, magíster en Estudios interdisciplinarios de la subjetividad y docente de la Universidad Católica de Pereira, menciona que abordar la salud mental como una enfermedad, sería reducirla a un ámbito propio de la salud.
“Es problemático abordar la salud mental como una pandemia, ya que esta terminología reduce los problemas psíquicos a una enfermedad, cuando en realidad se trata de una combinación de factores sociales, culturales y políticos”, reflexiona Orozco.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) promueve la idea de que el bienestar mental está intrínsecamente relacionado con los derechos humanos y no debería ser tratado únicamente desde una óptica médica.
La reflexión de Orozco va más allá. Los malestares psicológicos en los jóvenes reflejan el contexto socioeconómico en el que viven. “La falta de oportunidades laborales, las transformaciones tecnológicas y los cambios en las formas de relación han generado un escenario de incertidumbre y desafío emocional para las nuevas generaciones”.
Por lo tanto, indica que las intervenciones en salud mental deben ser contextualizadas, considerando factores como la edad, el género, la etnia y el entorno territorial. “Esto requiere enfoques interdisciplinarios que integren el conocimiento académico y las prácticas comunitarias”.
¿Son suficientes las acciones de las autoridades?
A pesar de los esfuerzos de las autoridades locales para atender los problemas de salud mental, “muchas de las iniciativas actuales se limitan a intervenciones asistenciales, que si bien son bien intencionadas, no siempre son eficaces”, señala Orozco.
Siguiendo la línea de las dimensiones que tienen incidencia en la salud mental, el docente apunta a que las estrategias deben articularse con el conocimiento generado desde la academia y las comunidades locales. Estas últimas han desarrollado formas propias de cuidado y apoyo, las cuales deberían ser reconocidas y potenciadas en los planes de salud mental.
Ahora bien, con respecto al tema del suicidio, señala que si bien ha dejado de ser un tema tabú en muchos ámbitos, sigue siendo abordado de manera superficial en la cobertura mediática, más centrada en su espectacularidad que en su complejidad. “Para prevenirlo, es necesario adoptar una visión más profunda, que no solo lo entienda como un problema individual, sino como una cuestión existencial, social, política y cultural”, concluye.
En resumen, Risaralda enfrenta un desafío significativo en términos de salud mental, y si bien se están implementando estrategias valiosas, es necesario un enfoque más amplio, inclusivo y coordinado para abordar la complejidad del problema.
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