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Derechazo de Juan de Castilla a su segundo toro de la tarde en la Plaza de Las Ventas de Madrid.
LA PATRIA | Madrid
El torero colombiano Juan de Castilla hizo del 19 de mayo una fecha para enmarcar en la historia taurina nacional.
Así lo supo escribir en el curso de unas diez horas, tiempo transcurrido en el que actuó, primero, en el sur de Francia y, luego, en Las Ventas de Madrid, la catedral del toreo.
El balance de sus cuatro turnos: ovación y oreja, con petición de otra en Vic-Fezensac, y dos saludos desde el tercio en la capital española.
Sin duda, lo más importante fue lo acaecido en Madrid en tarde que comenzó con la salida del primero, un tío en mayúsculas, para Rafaelillo estaba claro lo que iba a ser la complejidad de la corrida. Ese se desfondó pronto, parándose por completo, sin dar posibilidad alguna al lidiador.
Y vino entonces 'Infractor', el primero de los toros para Juan de Castilla. Muy bien en el recibo por verónicas, aunque fueron ellas nada más que una ilusión en vista de la falta de fuerza del animal.
Decidió Juan traerlo de largo y de ahí nacieron series cortas que, poco a poco, fueron calando en los tendidos, o en la mayoría de ellos. Hasta que una tanda demostró que el plan era ideal y la torería, un raudal de firmeza. Entró a matar a toro desigualado. Dos pinchazos y espada delantera y desprendida, más descabello. Saludo.
En hechuras, el tercero fue muy distinto a sus hermanos que le antecedieron. Más corto que ellos y con alguna movilidad, el toro prometió de salida en el capote de Jesús Enrique Colombo. La temperatura ambiente subió más con los tres pares de banderillas a ley del venezolano.
En la muleta fue a media altura más arreando que embistiendo. La faena se diluyó entre la precariedad del toro y la simple voluntad del matador. Espada desprendida y descabello. Tibias palmas.
No le cambió mucho la suerte a Rafaelillo con el cuarto, toro reservón de salida. Tras un quite de temple y pies firmes de Juan de Castilla, el torero nacido en Murcia intentó dar con una veta inexistente. Espadazo en su sitio. Palmas.
El quinto se llamó 'Divorciado' para Juan de Castilla, que pronto mostró sus afectos por escapar al saltar dos veces al callejón. El colombiano brindó al público y enseguida se dispuso a citar de largo. Encontró respuestas a medias, como igual sucedió en los cites en corto. Sin embargo, por encima de esas circunstancias adversas, el del barrio Castilla de Medellín logró poner de acuerdo a la concurrencia sobre su importancia y gran momento. Ovación.
Colombo se esforzó en el de cierre, un toro con mayor movilidad que sus hermanos, pero, al igual que ellos, falto de clase. Palmas.
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Vuelta al ruedo del torero colombiano luego de cortar una oreja a su segundo ejemplar de la tarde en Vic-Fezensac (Francia).
Ficha de la corrida
Seis toros de Miura, desiguales de presentación y con escasas posibilidades.
Rafaelillo: Azul marino y oro. Silencio y saludo.
Juan de Castilla: Verde hoja seca y oro. Saludo y saludo.
Jesús Enrique Colombo: Nazareno y oro. Tibias palmas y silencio.
Cita en Francia
Antes, en territorio francés y en corrida matinal, Juan de Castilla dio en firme el primer paso de esta épica jornada taurina, al conseguir una oreja en la lidia del segundo de sus ejemplares, con petición de otra, y una ovación en el que se abrió de capote ante la exigente afición de Vic-Fezensac, plaza torista por excelencia.
Juan tuvo antes en primera instancia a un toro del hierro de Pietro de la Cal. El animal, complejo, no se empleó a fondo, pese a los esfuerzos del diestro nacido en Medellín por sacar partido de sus escasas condiciones.
El que saltó como quinto de la tarde era en realidad el asignado en principio como sexto. Su lidia se anticipó para facilitar el desplazamiento de Juan de Castilla a Madrid.
Ese toro, de la ganadería Pages Mailhan, fue pronto y noble. Juan no dejó pasar la oportunidad y, según los reportes de los asistentes, anduvo acorde con la categoría de su enemigo, no sólo en cuanto a entrega sino en darle los tiempos y espacios adecuados para conseguir hacer vibrar a la concurrencia.
Una oreja paseó el de Antioquia, entre los ecos de petición de otra, mientras el animal se iba en medio de aclamación general por su extraordinario comportamiento. De hecho, la corrida concurso se decidió a su favor.
Alternaron con Juan en ese emblemático ruedo galo los españoles Sánchez Vara (vuelta al ruedo tras aviso y oreja) y Octavio Chacón (silencio y silencio).