Fotos | Cortesía familia Pérez Rendón | LA PATRIA
Nathaly Pérez Rendón.
LA PATRIA | MANIZALES
Hoy, como todos los 12 de diciembre, es fecha de agradecimiento en la familia Pérez Rendón. Es el día de la Virgen de Guadalupe. Ellos aseguran que un milagro, hace 34 años, les cambió la vida a Antonio y María. Esta es la historia.
“Tengo algo que contar de La Virgen de Guadalupe y quiero hacerlo público porque es una historia real, es un milagro y es verdad”.
Antonio José Pérez nació en Nariño (Antioquia). En un principio quiso ser sacerdote, entonces se inscribió, en esa época, en el seminario La Consolata de Manizales, pero abandonó la vocación al año por un problema con otro estudiante y por dificultades económicas. El rector de la institución le recomendó al seminarista tomarse un año sabático para reflexionar. No pasó mucho tiempo porque pronto dejó de lado su vocación religiosa. Durante este tiempo se le presentó la oportunidad de estudiar enfermería en el Hospital Regional San Juan de Dios de Rionegro (Antioquia).
Apoyado por su hermana Gabriela, también enfermera, logró graduarse hasta llegar a ofrecer sus servicios profesionales en Puerto Venus, corregimiento de Nariño (Antioquia). Ejerció su profesión durante 18 años en la época más dura del conflicto armado en Colombia. Allí le tocó suturar heridas, detener hemorragias, entablillar huesos rotos, componer esguinces, extraer muelas, atender partos, tratar infecciones, amputar extremidades y otras inenarrables situaciones, propias de un campo de batalla de un país en guerra. Se convirtió, en la práctica, en el único que brindaba asistencia médica de la región.
Antonio José Pérez.
Quería casarse y tener hijos
Toño empezó a soñar con casarse, construir una familia y tener hijos. A los 26 años de edad contrajo matrimonio con Luz María Rendón. La felicidad de tener un hogar y ver cristalizados sus anhelos se fue opacando con los días y los meses porque no lograba tener descendencia.
Al poco tiempo de su unión empezó un recorrido por clínicas y laboratorios de Medellín buscando tratamientos de fertilidad, pero nadie daba con la solución, hasta que un médico amigo le recomendó a Óscar Jaramillo, un afamado ginecoobstetra de la Clínica Los Conquistadores de Medellín.
Día del matrimonio entre Antonio y Luz María.
La promesa
En esa época transmitían por televisión un programa que relataba los milagros de la Virgen de Guadalupe. Motivado por estas historias le hizo una promesa a la santa que consistió en que si le hacía el milagro iría hasta México a visitarla y traer una réplica de su imagen para que fuera venerada en Puerto Venus.
Toñito, como lo conocían en su pueblo, siguió al pie de la letra las recomendaciones del profesional y a los dos meses sospechó que su esposa estaba en gestación. Entonces le tomó subrepticiamente una muestra de orina y le hizo una prueba de embarazo. Salió positiva. Para estar seguro y no desilusionarse una vez más, ella se hizo una prueba de sangre y ¡oh felicidad!, llegó la esperanza al hogar.
Empezó un embarazo de alto riesgo hasta la hora del parto. A Luz María la internaron en el Hospital San Joaquín de Nariño, con inducción con Pitosín durante 5 días. Por sus conocimientos médicos, Toño sabe que hay un tiempo límite de 3 días donde la criatura tiene que nacer o extraerla por cesárea. No se puede pasar de este tiempo. Armado de este conocimiento le recordó, exigió y advirtió al médico que llevaba el control de este caso, de que si algo malo sucedía lo haría responsable del fracaso.
En este tiempo no había nada más importante en la vida para esta pareja que el nacimiento de su hija. Estaban dispuestos a todo.
Como lo temía Antonio, el médico se pasó de los días límite, entonces fue y se enfrentó a él y lo obligó a practicar la cesárea.
Al procedimiento asistieron su hermana Gabriela como enfermera, en compañía de Ofelia Aguilar.
“La niña salió con un color muy oscuro, casi negra, vi horrorizado que no respiraba. El médico, mi hermana y la otra enfermera le practicaron el procedimiento de reanimación y... nada. Todo fue inútil”. Había otros testigos tras los vidrios del quirófano, todos lloraban. Pasados unos 20 minutos, el cuerpo lo envolvieron en sábanas sobre una bandeja en una esquina de la mesa de operaciones.
Allí llegó desconsolado Antonio. En un último y desesperado intento por revivir a su hija le practicó lo que había hecho toda su vida, y encomendándose a la Virgen de Guadalupe, le empezó a hacer un masaje cardíaco y respiración boca a boca hasta que “la niña abrió súbitamente los ojos y los brazos y lanzó un llanto al aire que inundó de felicidad el ambiente”. Eran las 5:00 de la tarde del 4 de septiembre de 1988.
Los testigos en el hospital estaban maravillados. “Es el milagro más grande que Dios me dio a través de la Virgen de Guadalupe” recordó Antonio.
A la niña le pensaban dar el nombre de Cindy, pero cuando la esposa de Antonio estaba aún anestesiada preguntaba insistentemente por Nathaly, refiriéndose a la niña. Por esta razón decidieron llamarla así, Nathaly.
Nathaly aún en el quirófano.
Promesa cumplida
Antonio fue a México hace 7 años a cumplir lo prometido. Trajo una réplica de la imagen, que fue llevada en procesión por el sacerdote Víctor Julio Quiceno el 12 de julio del 2015 a Puerto Venus. Allí es venerada por sus habitantes.
La niña es hoy una mujer de 34 años, psicóloga, trabaja y vive en Medellín y tiene un hermano, Alan, de 32 años.
Antonio vive con su esposa a la entrada de La Virginia (Risaralda) donde es propietario de una próspera miscelánea.
Réplica de la Virgen de Guadalupe en Puerto Venus (Antioquia).
Nathaly en compañía de su hermano, Alan.
En palabras de Nathaly
Siento que he venido con un propósito, pero aún no lo tengo claro. Hay una fuerza espiritual que me acompaña siempre y siento que no me deja ir al abismo en los momentos más difíciles.
Con mi padre tengo una conexión muy especial.
Creo en los ángeles. he tenido mucha curiosidad. Durante un tiempo estuve indagando sobre ellos y llegué a escuchar música de instrumentos de viento en mi habitación.
Hace 5 años soñé varias veces con mi tía Miriam, que recién había fallecido, y me señalaba la parte baja de su abdomen. Una amiga me sugirió que me hiciera unas pruebas diagnósticas. Me descubrieron un cáncer muy avanzado, hoy estoy curada.
Nathaly a los 4 años.
Alan Pérez Rendón, hermano de Nathaly.