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Carlos Felipe Castaño Quintero, apodado Gallina, fue sentenciado por feminicidio agravado y porte ilegal de armas de fuego.
LA PATRIA | MANIZALES
En 28 años, 5 meses y 12 días quedó en firme la condena para Carlos Felipe Castaño Quintero, apodado Gallina, sentenciado por feminicidio agravado y porte ilegal de armas de fuego por el Tribunal Superior de Manizales. Inicialmente el Juzgado Segundo Penal del Circuito de Chinchiná lo había sentenciado a 35 años, 7 meses y 3 días.
El abogado de la defensa apeló y logró la rebaja de la pena, amparado en que la sentencia del 8 de junio del 2022, había sido mal tasada. Carlos Felipe sostuvo una relación sentimental con Estefanía durante 9 años y producto de esa unión tuvieron una hija, en Arauca, corregimiento de Palestina (Caldas).
"Usted realizó actos de poder, control, dominación, violencia física, verbal y psicológica dentro de la familia, de manera sistemática. Tenía una motivación para comportarse de esa manera con su pareja: los celos. Le manifestaba sus intenciones de acabar con su vida y su obsesión era que no lo podía abandonar y/o estar con otra persona. El 19 de julio del 2021, a 8:30 a.m., se encontraba con ella dentro de una droguería de la carrera 3 # 6A - 43 y se aprovechó de su indefensión para dispararle con un revólver y acabar con su vida. Luego huyó", narró la Fiscalía.
Al sujeto lo llevaron a audiencia el 21 y 23 de julio de ese año y lo mandaron para la cárcel. El 16 de mayo del año pasado aceptó los cargos, con descuento de una sexta parte, es decir de 84 meses y 27 días. Sin embargo, el abogado del homicida indicó que la rebaja tenía que ser la tercera parte (170 meses y 18 días), pues el allanamiento se dio al comienzo de la audiencia preparatoria y no en el juicio como lo sostuvo el juez. El Tribunal le dio la razón.
En ese 2021, solo hasta junio, se reportaron en Colombia 320 feminicidios, dos de ellos en Caldas.
La víctima
Estefanía era caldense. Habitaba en Arauca. Según conoció LA PATRIA, durante la convivencia con su pareja soportó maltratos, pero la idea que ella tenía del amor no le permitía dejarlo.
Personas indagadas contaron que le pegaba y le botaba la ropa cortica, no la dejaba tener celular, ni hablar con nadie, menos tener amigos.
La amenazaba con llevarse lejos a la niña, de 9 años, y hacerle daño a la mamá ─los seres más preciados para ella─ si contaba lo que él le hacía.
El día del crimen, cuando Estefanía ingresó a la droguería, el feminicida entró detrás, la abrazó, sacó su arma y le disparó en la cabeza. Salió caminando, como si nada, según testigos. Incluso, fue por la hija a la escuela. Luego se entregó, en compañía de su papá, y aportó el arma de fuego. Como no había flagrancia, quedó libre y luego fueron por él, con orden de captura, hasta una vereda de Supía.
“Una vez les contó a los compañeros de trabajo que estaba muy aburrido porque no había podido ahorcar a Estefanía. Le pegaba cachazos, pues dormía con el arma debajo de la almohada. Muy celoso el tipo. Ella nunca contaba nada, pero aparecía con moretones”, contó un allegado de la víctima.
“La agresión dirigida al ser amado es una forma de maltrato donde se juegan relaciones de poder, que atentan contra la estabilidad de la persona e inconscientemente influye en la autopercepción, la autoimagen, el amor propio y genera sentimientos de culpa. Esta forma de violencia en pareja es un fenómeno silencioso que afecta a la persona de manera física, comportamental, emocional y psicológica”, contó una psicóloga. No olvide la línea 155, donde las damas pueden solicitar ayuda y orientación las 24 horas. Es atendida por profesionales.
Dentro de la droguería Disfarma de Arauca, carrera 3 N° 6A 43, diagonal a la funeraria Renacer, mataron a Estefanía Gutiérrez.