Foto | Luis Fernando Trejos | LA PATRIA
Danilo pasa sus días entre la sastrería y sus escritos. Está a punto de finalizar su primer libro, sobre el que aún se cranea el final.
Danilo Carrillo y Jhon Fredy Alvarán se conocieron tras las rejas, se volvieron amigos y esa amistad los llevó a enfrentar el encierro con los libros. No solo se dedicaron a la lectura, sino que ahora sueñan con que alguna editorial los apoye y publique sus libros.
El primero es bogotano y el segundo de Neirano, son conscientes de que cometieron errores y hoy los pagan, pero pronto esperan ver la luz del día desde el otro lado de los barrotes o de la casa y confían en darles un vuelco a sus vidas.
El rolo
El apodo del Rolo es bien conocido en la cárcel de Varones. Se trata de Danilo, quien labora en el área de confecciones y se ha ido ganando el aprecio de sus compañeros por su particular forma de ser. Malas decisiones, la drogadicción y compañías perjudiciales lo llevaron a delinquir.
Él es natural de Bogotá y tiene 35 años. Lleva dos años tras las rejas y espera obtener algún beneficio dentro de seis meses. Dice que desde los 25 empezó a meterse por malos caminos que lo llevaron a conocer los infernales calabozos de la Picota, en donde, asegura, no había paso para la rehabilitación.
Dice que empezó a escribir como un escape a la situación que estaba viviendo. Le sirvió como terapia poder plasmar sus pensamientos y las historias de los compañeros que fue conociendo. Así le surgió la idea de crear la historia de Sonia Tabares, un personaje de ficción.
A ella la raptan en una finca desde pequeña y la venden a una red de trata de personas. Se vuelve drogadicta, la prostituyen y termina enredada en un triángulo amoroso que termina trágicamente. El desenlace sigue en la mente de Danilo.
¿Todo surgió tras las vivencias? Dice que no. Un 90% es producto de su imaginación y el resto, de su vida y las de sus compañeros. Todo empezó mientras permanecía en la Estación de San José, justo donde conoció a su amigo Jhon Fredy.
Luego, en La Blanca conoció el programa Lee y Escribe tu Mundo, con el que le brindaron la oportunidad para mostrar de lo que es capaz. Asegura que se siente orgulloso de su talento y quienes han leído lo que lleva, lo han felicitado y motivado a continuar.
“Esa es mi gratificación, ver que lo que hago es valorado, es encarretador, porque de todas maneras debe tener aproximadamente 100 páginas, no es que sea muy largo, pero es llamativo”, dice Carrillo.
Ahora apuesta a que alguna editorial se interese en su historia y le ayude a publicar, también quiere entrar a concursos con su libro ya impreso. Le pondrá la habitación número 6, y ya empieza a dar las primeras pinceladas al que sería el segundo.
Este se basa en la historia de un hombre que asesinó a dos familiares en Manizales y quien se dedicaba al ocultismo. Así surgió Tomás Tabares, que viene siendo el sobrino de Sonia, la protagonista del primer escrito.
“A él lo puse a que viviera en la Galería, en donde conoció a una viejita que lo adoptó y lo motivó para que estudiara. Se ve muy atraído hacia la oscuridad y las artes místicas, sueña con pactar con el demonio. Su familia católica lo menospreciaba de niño y popr ello crece con resentimiento”, añade el Rolo.
Él asegura que la vida difícil también le sirvió para escribir. Conoció a todo tipo de personas, incluso a aquellos que mataban por un cigarrillo y sostiene que eso le ha enseñado a tener más humildad y a no menospreciar a otros. Nunca se imaginó que se dedicaría a la sastrería y hoy le permite ocuparse dentro de la cárcel, pero cuando no está en esas, coge papel y lápiz para escribir.
“Yo cambié los juguetes por la droga. Fue uno de los errores más graves y de los que más me arrepiento. Pero más o menos a los 8 años ya estaba fumando marihuana. Me descargué desde muy joven. Hubo eventos en mi familia que ayudaron a que tomara un poquito de fuerza”.
Creía tener el mundo en las manos, no le obedecía a su madre. A los 16 ya estaba fuera de control, cayó a la cárcel por hurto y asegura que en La Picota conoció lo que es una resocialización fallida porque el Estado no brinda garantías para romper el ciclo. Eso sí, dice que en Manizales encontró otra situación que lo puso a pellizcarse y le cambió la mentalidad.
Lo quiere seguir
Jhon Fredy Alvarán paga una condena por violencia intrafamiliar, aunque él niega que haya cometido tal delito. Reconoce que la rabia lo llevó a amenazar a su expareja y espera cumplir con ocho meses más de detención domiciliaria para recuperar su vida.
Le surgió la idea de escribir cuando cayó en la cárcel. El estrés era alto y asegura que buscaba un medio de salir a la cruda realidad. Desde junio de 2022 hasta junio de este año estuvo tras los barrotes, hasta que obtuvo el beneficio de seguir en su casa.
“A Danilo lo conocí cuando caigo a la estación de San José, nos hicimos buenos amigos, es una buena persona que me brindó apoyo cuando llegué. Me hacía ver que no era tan caótica la estadía, que era pasajero, compartíamos libros hasta que él salió hacia La Blanca. Pasaron los meses y también me trasladaron, allá me recibió, me mostró su libro y me pidió sugerencias”, relató Alvarán.
Añade que su amigo lo animó a escribir y empezó con borradores y con la ayuda de Alejandra Romero, la trabajadora social, que lo ingresó al programa de lectura y escritura, además del acompañamiento de Alejandro, otro recluso que impulsa esta iniciativa y les da pautas a los interesados.
Hace nueve meses empezó a darle forma a su libro, en el que cuenta la historia de su vida, cómo terminó el bachillerato y optó por no seguir sus estudios por mantener en la calle, para luego dedicarse a trabajar en fincas y mostrar su paso de los cafetales a los calabozos.
Jhon Fredy reconoce que saber de una traición lo llenó de ira y terminó amenazando e insultando a su expareja, y sumado a las mentiras, como asegura, lo terminaron enviando a la cárcel. Reconoce que se equivocó, pero quiere darle la vuelta a la página y contar sus vivencias para que nadie repita el error de caer tras las rejas.
Una muerte que lo detiene
Danilo perdió a su hermano menor, David Santiago, en Bogotá. Asegura que lo mataron por un problema sentimental, pero aunque se sabe quién lo hizo, nada ha ocurrido. Dice que le duele y se lamenta porque cree que fue el ejemplo de su familiar, no quiere regresar a Bogotá porque sería revivir fantasmas del pasado. Confía que así como la justicia pudo con él, se haga lo mismo contra el asesino de David Santiago.
Buscan apoyo
Ambos hombres buscan apoyo para publicar sus libros.