Las manifestaciones se realizaron en medio de un fuerte despliegue policial.

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Las manifestaciones se realizaron en medio de un fuerte despliegue policial.

Autor

Concepción M. Moreno
EFE | LA PATRIA | BUENOS AIRES

El sindicalismo argentino prometió "seguir la lucha" contra las reformas y el ajuste del Gobierno del ultraliberal Javier Milei, en la primera huelga general desde mayo de 2019 que vivió ayer el país suramericano.

La jornada de paro general convocado por la Confederación General del Trabajo (CGT), principal central obrera del país, de inspiración peronista, y secundado por otras fuerzas sindicales, partidos políticos, asociaciones civiles y organizaciones de derechos humanos concluyó a la medianoche.

En una jornada que se desarrolló sin altercados ni incidentes de magnitud, el único punto conflictivo fue en la entrada sur a Buenos Aires desde la provincia homónima por el Puente Pueyrredón, donde una columna de la Unión Obrera de la Construcción (UOCRA) intentó acceder a pie y fue retenida por agentes de la Prefectura.

El acto central de la jornada fue la movilización hacia la Plaza del Congreso, en Buenos Aires, una marcha simbólica en momentos en que el Legislativo debe debatir la 'ley ómnibus', proyecto estrella de Milei, que busca desregular la economía y reducir al mínimo la presencia del Estado, entre otras cuestiones.

Entre 40.000 y 600.000 personas oscilan, según las fuentes consultadas, las cifras de asistencia a la movilización.

El Ejecutivo argentino señaló que acudieron 40.000 personas, según un mensaje publicado en redes sociales por la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich. Y, mientras la Policía de la Ciudad de Buenos Aires cifra en 130.000 los asistentes, la central sindical calcula 600.000 las personas que acudieron a la convocatoria, tanto en la Plaza del Congreso como en calles aledañas, y eleva a 1,5 millones el seguimiento en todo el país.

Tanto la llegada al epicentro de la concentración como la salida de las distintas agrupaciones participantes se hicieron de manera ordenada y sin disturbios, en medio de un fuerte despliegue policial.

Allí, dos de los principales líderes sindicales, el secretario general de la CGT, Héctor Dáer, y el representante del gremio de Camioneros, Pablo Moyano, pronunciaron sendos discursos en los que prometieron que continuarán sus reivindicaciones contra el Gobierno que asumió el pasado 10 de diciembre: "No vamos a dar ni un paso atrás", dijo el primero.

"Vamos a seguir la lucha hasta que caiga el DNU (decreto de necesidad y urgencia) y rechacen la ley ómnibus", dijo Daer, en alusión al proyecto de ley de Milei para desregular la economía, reducir la injerencia estatal y lograr el equilibrio fiscal, porque, dijo, "la justicia social no se entrega".

A favor y en contra

La oposición política peronista y de izquierdas acompañó no sólo la convocatoria de paro general, sino también las movilizaciones que tuvieron lugar tanto en la capital como en otras ciudades del país.

Entre ellos, el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, una de las principales caras visibles del peronismo, sobre todo después del fin del Gobierno de Alberto Fernández (2019-2023) y de la derrota electoral del ya exministro de Economía, Sergio Massa; y el ex jefe de gabinete de Fernández, Agustín Rossi.

También la excandidata presidencial de izquierda, Myriam Bregman, quien llamó a la oposición a "tener un plan de lucha".

Por parte del Ejecutivo, el portavoz presidencial, Manuel Adorni, calificó de "gran sinsentido, una complicación y una pérdida de dinero contra muchos argentinos" la huelga.

"Va en contra de lo que quiere la mayoría: vivir en paz en un país donde se empiecen a hacer las cosas bien, entendiendo que es un momento sumamente complicado", aseguró en su conferencia de prensa diaria en la Casa Rosada (sede del Gobierno).

Milei trabajó en la Quinta de Olivos (residencia oficial), donde tenía previsto recibir a Bullrich para analizar los detalles del operativo desplegado.

La excandidata presidencial de la coalición Juntos por el Cambio (centroderecha) trató, en su cuenta de X, a los dirigentes que lideran la protesta de "sindicalistas mafiosos, gerentes de la pobreza, jueces cómplices y políticos corruptos", que están "defendiendo sus privilegios" y agregó: "No hay paro que nos detenga, no hay amenaza que nos amedrente".

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