EFE | LA PATRIA | Ciudad de Panamá
320.000 migrantes que viajan hacia EE.UU. han cruzado este año la jungla del Darién, la peligrosa frontera entre Panamá y Colombia que sirve de entrada a Centroamérica desde el sur del continente. Se suman a ellos los 1.500 centroamericanos que parten cada día, así como cubanos y asiáticos que llegan en avión a países del istmo y siguen por tierra hacia el norte. Todos en busca del “sueño americano”.
“El reto para dar respuesta en términos de protección y asistencia humanitaria a este enorme tránsito de personas es monumental”, dice Iván Aguilar, gerente humanitario y resiliencia de la ONG global Oxfam en Centroamérica.
Las capacidades de organizaciones como “Oxfam, otras de índole local y de algunas dependencias de los gobiernos que están en los puntos críticos de la ruta migratoria centroamericana están totalmente sobrepasadas”, advierte.
Y los recursos disponibles “para dar atención son absolutamente insuficientes”, agrega el representante de Oxfam, que está presente en 87 países, cuatro de ellos en Centroamérica: Guatemala, Honduras, El Salvador y Costa Rica.
“Solo de países centroamericanos -Honduras, Guatemala, El Salvador y Nicaragua- salen diariamente unos 1.500 migrantes” hacia Norteamérica, según el registro de los diez últimos meses, señala. Esto da un total de 450.000 personas en ese periodo.
La cifra de 320.098 migrantes irregulares que cruzaron el Darién entre el 1 de enero y el pasado lunes no tiene parangón desde que comenzó esta crisis en 2015, con miles de cubanos atravesando el istmo. También es inédito el número de 68.340 personas en tránsito por la selva solo en los primeros 28 días de este mes de agosto.
José Lobo, coordinador de terreno de Médicos sin Fronteras (MSF) en el Darién, comentaba el pasado viernes que el alza de migrantes en tránsito por la selva “ha sido tan grande, que tanto las comunidades de acogida como la capacidad de las organizaciones” en las estaciones de recepción migratoria establecidas por Panamá “se han visto desbordadas”.
En esas estaciones se toman los datos biométricos a los migrantes y se les ofrece asistencia médica y de alimentación, una operación única en el continente en la que se ha invertido en los últimos años casi setenta millones de dólares, según las autoridades panameñas.
Panamá, que estudia nuevas medidas en la frontera con Colombia ante la avalancha migratoria, ha acusado a los países del sur de América de dar la espalda al problema.