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Activistas israelíes protestaron contra el gobierno del primer ministro Netanyahu y su coalición nacionalista por sus planes de reforma del sistema judicial de Israel.
EFE | LA PATRIA | JERUSALÉN
La oposición en Israel instó ayer al Gobierno a no reprimir las masivas manifestaciones que fueron convocadas para mañana contra una reforma judicial que ha polarizado al país, mientras el presidente, Isaac Herzog, asegura que aún es alcanzable un pacto legislativo entre Gobierno y oposición.
El ex primer ministro y líder de la oposición, Yair Lapid, llamó al jefe de la Policía de Israel, Kobi Shabtai, a "respetar a los ciudadanos y a la protesta democrática, y hacer uso de la fuerza solo en casos excepcionales".
La reforma judicial que impulsa el Gobierno desde enero, con el fin de otorgar más poder al Ejecutivo en detrimento de la Justicia, polarizó al país y ha generado un histórico movimiento de protesta que considera que la iniciativa debilitará la democracia, socavará los derechos individuales, y traerá graves consecuencias económicas.
Mañana hay convocatoria
Grandes manifestaciones fueron convocadas para mañana en diferentes ciudades del país, con Tel Aviv como epicentro. Se espera que haya cortes de carreteras y autopistas, plantones en el aeropuerto internacional Ben Gurion, así como frente a la residencia oficial del primer ministro, Benjamín Netayahu, en Jerusalén.
Además, académicos y varias empresas israelíes -incluyendo del pujante sector tecnológico- anunciaron un paro ese día, mientras se intensifican los llamamientos para otra huelga general.
En un intento de calmar los ánimos, el presidente Herzog aseguró que un "acuerdo es alcanzable" entre la oposición y la coalición gubernamental. "Sin embargo, todavía nadie está dispuesto a sentarse y hablar, ahora, sin condiciones previas. Esto es un error de proporciones históricas", advirtió.
El ex ministro de Defensa y ahora miembro de la oposición, Benny Gantz, coincidió con Herzog en retomar el diálogo para "detener la legislación unilateral y la ruptura entre la gente".
Mano dura
Bajo presión por una huelga general en marzo en protesta por la reforma judicial, Netanyahu se vio obligado a detener su trámite en el Parlamento para lograr un consenso con la oposición, que sería auspiciada Herzog. No obstante, el diálogo fracasó y la coalición gubernamental decidió continuar unilaterlamente con la aprobación de la iniciativa el mes pasado.
Está previsto que la Knéset (Parlamento), donde el Gobierno derechista de Netanyahu tiene una amplia mayoría, apruebe hoy -en una primera lectura de tres- el proyecto de ley que anula la doctrina de la razonabilidad, que permite al Supremo revocar una decisión gubernamental en caso de considerarla no razonable; uno de los pilares de la reforma.
Ante las inminentes protestas, los socios ultraderechistas de Netanyahu piden mano dura contra los manifestantes.
El primer ministro indicó que "el derecho a manifestarse en el marco de la ley es sacrosanto", pero condenó la "violencia, el bloqueo de las principales arterias de transporte, perturbaciones en el aeropuerto, llamados a no pagar impuestos, hostigamiento de figuras públicas o llamados a revueltas".
Por su parte, asociaciones de médicos enviaron una carta a Shabtai solicitando que no se desplieguen cañones de agua contra los manifestantes, argumentando que pueden causar daños permanentes en órganos, como los ojos, y que 14 personas ya han sido lesionadas por los cañones.
Antecedentes
1. El miércoles pasado, miles de israelíes tomaron espontáneamente las calles, luego de que el entonces jefe de la Policía de Tel Aviv anunció su renuncia debido a diferencias con el ministro de Seguridad Nacional, el ultranacionalista Itamar Ben Gvir, quien lo presionaba para hacer un mayor uso de fuerza contra los manifestantes.
2. A finales de marzo, protestas similares ocurrieron cuando Netanyahu cesó al ministro de Defensa, Yoav Gallant, por pedir abiertamente frenar la reforma.
3. Las protestas que se realizan cada sábado desde que se anunció la reforma en enero cobraron fuerza este fin de semana al aglutinar a más de 150.000 israelíes.