El culto a Trump ya es total entre los republicanos, quienes ven en él un liderazgo casi espiritual. El nuevo "look" de moda de los conservadores es llevar un parche en la oreja.

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El culto a Trump ya es total entre los republicanos, quienes ven en él un liderazgo casi espiritual. El nuevo "look" de moda de los conservadores es llevar un parche en la oreja.

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EFE | LA PATRIA | Milwaukee

No ha pasado ni una semana del intento de asesinato a Donald Trump, pero ha sido tiempo suficiente para que el Partido Republicano haya superado la conmoción que lo envolvió cuando casi pierde a su líder supremo y haya entrado en un estado de euforia por ver la victoria más asegurada que nunca.

Después de tres días de cierre de filas total con Trump, la Convención Nacional Republicana, que oficializó el lunes su nominación y la de su "número dos", J.D. Vance, concluyó ayer con un esperadísimo discurso del magnate neoyorquino, el primero desde que sobrevivió al intento de magnicidio del sábado anterior.

Los 2.400 delegados del partido que llegaron el lunes consternados a Milwaukee, sede del cónclave conservador, están convencidos de que la demostración de fuerza con la que Trump y la formación han reaccionado al atentado los catapultará a una victoria segura en noviembre frente a un Joe Biden cada vez más debilitado a nivel interno.

Aaron del Mar, delegado de Illinois, pone voz a la montaña rusa emocional por la que el partido ha pasado durante los cinco días transcurridos desde que Thomas Matthew Crooks, un joven de 20 años armado con un rifle de asalto, disparó contra Trump hiriéndole en la oreja y matando a un miembro del público en un mitin en Pensilvania.

"Cuando vimos a Trump tiroteado, entramos en estado de shock. Luego nos enojamos porque atacaron a nuestro candidato. Después estuvimos en duelo por la muerte de una persona y durante la convención hemos estado emocionados, resilientes y unidos", cuenta Del Mar.

Si el optimismo ya reinaba en las filas republicanas desde que Trump se impuso con claridad a Biden en el debate televisado de junio, el atentado ha propagado la idea de que Trump es invencible y, por ende, también lo es el partido.

La reaparición estelar del expresidente en la primera jornada de la convención, 48 horas después de haber salvado la vida por cuestión de milímetros, con un parche en la oreja como herida de guerra y música épica adornando el momento, fue una catarsis colectiva para los republicanos.

La convención prosiguió con una escenificación de unidad total en torno a la figura de Trump e incluso Nikki Haley, su rival más seria en las primarias, acudió al encuentro para hacer lo que dijo que nunca haría: arrodillarse ante el líder.

"El partido se encuentra en un momento muy importante porque el presidente Trump ha cambiado. Se quitó la ropa de uno y se puso la de otro. Es como antes de Cristo y después de Cristo", cuenta la congresista de Florida María Elvira Salazar.

Donald Trump Jr., hijo del expresidente, ha llamado a no bajar la guardia y a seguir luchando por la victoria, pero la sensación de que el triunfo es irreversible cubrió el ambiente del estadio Fiserv de Milwaukee.

Aunque todavía quedan más de cuatro meses para ir a las urnas, Trump saca dos puntos en intención de voto a Biden, según la media de encuestas del portal FiveThirtyEight, y se impondría con facilidad en todos los estados clave.

 


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