El primer ministro sueco, Ulf Kritersson, pronunciando un discurso durante la ceremonia de alzamiento de la bandera de Suecia en la sede de la OTAN en Bruselas. A su lado están la princesa heredera de Suecia, Victoria, y Jens Stoltenberg, el secretario general de la OTAN. 

Foto | Tomada de pbs.org | LA PATRIA

El primer ministro sueco, Ulf Kritersson, pronunciando un discurso durante la ceremonia de alzamiento de la bandera de Suecia en la sede de la OTAN en Bruselas. A su lado están la princesa heredera de Suecia, Victoria, y Jens Stoltenberg, el secretario general de la OTAN. 

 

LA PATRIA | ESTOCOLMO

Mientras la lluvía caía el lunes frente a la sede de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), en Bruselas (Bélgica), se alzó la bandera azul y amarilla de Suecia.

Ese símbolo patrio se unió así a los de los 31 Estados miembros de la alianza que ya flotaban en ese lugar. La ceremonia en la que se dio este hito significó el fin de un proceso de acceso del país escandinavo a la OTAN, que empezó hace dos años.

Este y su vecino Finlandia —que fue admitido oficialmente el 4 de abril del 2023— forman las dos añadiduras a la alianza provocadas por la invasión a gran escala de Rusia a Ucrania en febrero del 2022. Estos ingresos se dieron a pesar de la larga tradición de no alineamiento militar de ambos países y como desafío al gobierno ruso, que varias veces ha advertido —en vano— de consecuencias si estos países daban este paso.

El factor ruso

El mar Báltico está ahora completamente rodeado de países de la OTAN —menos la relativamente pequeña costa que Rusia tiene sobre este—, por lo que muchas personas lo apodan “lago de la OTAN”. Con esto, la alianza podrá —en caso de guerra— impedir más fácilmente el pasaje de buques rusos a lo largo de Europa del Norte y hacia el Atlántico por esta vía. 

Esto se añade al control que la alianza ya tiene —por Turquía— sobre los estrechos del Bósforo y de los Dardanelos, que separan Asia de Europa y el mar Negro del Mediterráneo, de los cuales Rusia depende para acceder a este último. También tiene una capacidad aumentada en sus fronteras norte y en el Ártico, considerados por mucho tiempo como sus flancos débiles. 

La entrada de Finlandia y Suecia a la OTAN no es el fruto de una decisión espontánea, sino el de una relación cordial entre estas partes, que ya llevaban tres décadas siendo socios importantes y desarrollando fuertes nexos de cooperación. Sin embargo, es cierto que las acciones de Rusia los motivaron a pedir un ingreso oficial, que antes estaba fuera de discusión.

Las políticas de neutralidad —más bien de no alineamiento militar— de Finlandia y Suecia tuvieron trayectorias diferentes y fueron marcadas por una cierta flexibilidad, particularmente en el caso sueco. No obstante, lo que se resalta es que estas posturas están intrínsecamente vinculadas con Rusia, que fue tanto el factor de su instauración como el de su disolución. 

Finlandia contra su “finlandización”

En Finlandia la idea de neutralidad es más joven que en Suecia y resultó de consideraciones puramente pragmáticas de supervivencia. Finlandia pasó de formar parte del Reino de Suecia a ser completamente incorporada al Imperio ruso en 1809. Consiguió su independencia en 1917, aprovechándose de la inestabilidad causada por la Revolución Rusa que marcó el fin de dicho imperio —y luego el nacimiento de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS)—. 

Esta soberanía tuvo que ser defendida ferozmente cuando los Soviéticos invadieron Finlandia en 1939 con esperanzas de anexarla, lo que desencadenó la Guerra de Invierno. Los finlandeses lucharon intensamente por 105 días y lograron salvar la gran mayoría de su país: pese a su palpable ventaja numérica, la URSS acaparó solo un décimo del territorio de su vecino nórdico. 

Con espíritu de venganza y para asegurar su seguridad futura, Finlandia se embarcó en 1941 en la Guerra de Continuación, en la que se alió con la Alemania nazi para intentar recuperar sus tierras conquistadas por el Ejército rojo. Este nuevo conflicto duró hasta 1944, pero la paz definitiva entre Helsinki y Moscú acabó firmándose en 1947, garantizando la soberanía de Finlandia, pero cediendo aun más territorios a la Unión Soviética. 

Para conservar su seguridad y su sistema de democracia liberal en una Europa más y más dividida entre capitalistas y socialistas en los inicios de la Guerra Fría, Finlandia firmó con la URSS en 1948 el Acuerdo de Amistad, Cooperación y de Asistencia Mutua, en la que prometió mantener relaciones positivas con esta última y apartarse de cualquier alianza militar. Este doblegamiento a la voluntad soviética para evitar ser una invasión del Ejército Rojo llegó a llamarse comúnmente “finlandización”. 

Es solo con la caída de la URSS en 1991 que Finlandia consiguió bastante más flexibilidad para alinearse políticamente, uniéndose por ejemplo a la Unión Europea en 1995, pero siempre sin alinearse militarmente. No obstante, por memoria de los tiempos cuando el país fue subyugado o cuando se intentó subyugarlo, la nación se ha mantenido alerta, con un servicio militar obligatorio —para hombres y facultativo para mujeres consagrado en su Constitución—, por lo que dispone de una reserva de aproximadamente 900 mil soldados —sustancial para un país de 5,6 millones de habitantes—. 

La invasión de Rusia a Ucrania hizo dar un vuelco a la opinión pública finlandesa sobre la neutralidad militar, reavivando recuerdos y temores de una época en la que Finlandia sufrió una situación similar, por lo que pidió integrar la OTAN poco tiempo después, junto con Suecia. El presidente ruso, Vladímir Putin, había decidido invadir Ucrania en parte para impedir el agrandamiento de la OTAN a las puertas de su país. Lo que consiguió fue lo contrario, como lo expresó el presidente estadounidense, Joe Biden, hablando de su homólogo del Kremlin: “Quería una especie de finlandización de la OTAN. En su lugar, obtuvo la ‘otanización’ de Finlandia”.

Soldados finlandeses

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Soldados finalndeses entrenando para combate en condiciones invernales.

Suecia y la reconfiguración de sus principios

La historia de la neutralidad de Suecia empieza más de un siglo antes de la finlandesa: el rey Carlos XIV Juan, coronado en 1818, se opuso a los deseos de la población y de la élite sueca de recuperar a Finlandia que, como se mencionó previamente, había sido arrebatada a Suecia por Rusia en 1809. Para dejar a su reino fuera de beligerancias y mantener relaciones cordiales con Rusia —el enemigo histórico de este—, decretó oficialmente la neutralidad de su país en 1836 —entonces, Suecia no había participado en una guerra desde 1814, su último conflicto bélico hasta la actualidad —.

Esta declarada neutralidad permitió a Suecia eludir los combates de la Primera y Segunda Guerra Mundial, pero para ello tuvo que pagar un costo moral: por ejemplo, el gobierno sueco dio su aval a la exportación de mena de hierro hacia Alemania para sostener la economía de guerra de Adolf Hitler. Esta indulgencia le trajo duras críticas a Suecia, pese a la justificación de esta de que no tenía otra opción para evitar ser invadida por la Wehrmacht —el ejército nazi—, como lo fueron sus vecinos Noruega y Dinamarca —a pesar del propio estatus neutral de estos—.

Tras la derrota de los alemanes, Suecia trabajó en limpiar su imagen, lo cual pasó por la reafirmación de su no alineamiento. Usó esta posición como marca de comercio para convertirse en un país promovedor de paz y acción humanitaria, pretendiendo ser una “superpotencia humanitaria”.  

Durante la Guerra Fría, la clara correspondencia ideológica entre Suecia y el resto de Occidente no bastó para que el Riksdag —el parlamento sueco— afirmara oficialmente pertenecer a este bando. Esta neutralidad teórica se consideró esencial para conservar su credibilidad como país pacifista y conciliador, pero también porque se temía que la URSS intentara arrastrar a Finlandia detrás de la llamada “cortina de hierro”, como respuesta a si Suecia se posicionaba claramente en contra de Moscú. 

Al igual que con Finlandia, la disolución de la Unión Soviética aumentó la flexibilidad de Suecia sobre su propia política exterior, por lo que también ingresó a la Unión Europea en 1995, sin abandonar su no alineamiento militar. En vez de eso, decidió seguir con misiones de mantenimiento de paz y ayuda humanitaria, por lo que se paró la conscripción en el 2010 y se redujo el presupuesto militar. 

Entonces, la idea de salir de esta política de no alineamiento no tenía soporte popular ni político, pues se consideraba que aportaría menos seguridad que el statu quo y que quitaría a Suecia su imagen de nación mediadora, humanitaria y de promovedora de la desnuclearización —integrar la OTAN es ponerse bajo la protección del paraguas nuclear de Estados Unidos, Francia y Reino Unido, y entonces dar legitimidad a la posesión de armas nucleares como modo de disuasión militar—.

Sin embargo, una sucesión de comportamientos agresivos rusos cambió el juego, como la invasión de Georgia en el 2008, la anexión de Crimea en el 2014 e incidentes como el que se reveló públicamente en el 2016: un contingente de aviones rusos había simulado, tres años antes, ataques nucleares contra la OTAN y sus socios, incluyendo uno contra Estocolmo, la capital sueca. Suecia volvió a invertir considerablemente en su defensa y reinstauró una conscripción parcial en el 2017.

La invasión a Ucrania en el 2022 fue la gota que colmó el vaso, pues el orden de seguridad sobre el que se basaba Suecia para justificar su política de no alineamiento militar dejó de existir: consideró entonces que su seguridad solo sería garantizada dentro de la alianza, en la que todos los estados miembros juran protegerse mutuamente. 

Buque de la Armada de Suecia

Foto | Tomada de seaforces.org | LA PATRIA

Un buque de la Armada de Suecia.

Datos sobre Suecia

Bandera de Suecia

Nombre oficial: Reino de Suecia

Ubicación: Europa del Norte

Capital y área metropolitana más poblada: Estocolmo

Idioma oficial: sueco

Superficie: 450.295 km² (56.º en el mundo)

Población: 10.536.338 personas (2023, estimación) (88.º)

Índice de desarrollo humano (IDH): 0,952 (2022) (4.º)

Datos sobre Finlandia

Bandera de Finlandia

Nombre oficial: República de Finlandia

Ubicación: Europa del Norte

Capital y área metropolitana más poblada: Helsinki

Idiomas oficiales: finés, sueco

Superficie: 338.145 km² (64.º en el mundo)

Población: 5.614.571 personas (2023, estimación) (117.º)

Índice de desarrollo humano (IDH): 0,942 (2022) (11.º)