Foto | Freddy Arango | LA PATRIA
En el barrio El Caribe de Manizales 40 amigos construyeron una caseta y la convirtieron en “el casino de El Caribe” para disputar partidas de cartas o parqués. Haga el recorrido en otras cuatro comunas de la ciudad en las que los puntos de encuentro están sumergidos en los barrios.
En un recorrido por cinco comunas de la ciudad nos encontramos igual número de sitios que la comunidad identifica como puntos de encuentro para hacer tertulia, jugar, comer o simplemente compartir sus historias de vida, además de hablar de la contienda política del momento. Anímese a comentarnos en el número 3134992850 cuál el lugar de encuentro de su barrio. Parche.
En El Carmen
En la calle 18 con carrera 32, en una esquina de la cancha La Bombonera y donde confluyen tres vías, está Claudia Milena Castaño, conocida como la mona, con su puesto de arepas al carbón. Lleva 16 años con su negocio, las vende con guiso y mantequilla a $500. “Aquí llegan a comer, a charlar, a escuchar música o simplemente a darse un rose. Les gusta mucho el producto porque es natural y no se les vinagra. La gente se reúne en esta esquina desde el mediodía que abro hasta las 9:00 p.m. que cierro. Se sientan al frente, se van para la cancha y cuando hay fútbol no cabe la gente”, cuenta la mona mientras María Eugenia Chaverra le ayuda con la asada de las arepas.
En Minitas
Hace 40 años el parque se convirtió en el punto de encuentro para charlar y jugar a la tablita o bolas como le llaman a este deporte que los trasnocha. “En el 2018 fui campeón del juego de la tablita. Jugamos de a 5 porque más se embolata el orden de tirada, si cae en el hoyo cobramos $1.000, si le pega a la bola, $700 y si queda a una cuarta de ella, $500. Todos somos amigos desde pequeños y jugamos muy parejo.Entre los conocidos que juegan y nos hacen barra están: Juan Campiño, Fabio Rodas, Orlando Villegas, Gilberto Verano, Francisco Montes y Francisco Javier Bedoya”, dice Fabio Rodas. “Por aquí estuvieron unos gringos en Ferias y estaban asustados con este juego, nosotros mismos pintamos el piso de rojo y azul. En un campeonato que se hizo aquí gané $48 mil más unas bolas. Llevo 10 años jugando. Hay que tener buen pulso, el secreto es cómo se le pega a la tabla con la bola”, añade Francisco Javier Bedoya, quien trabaja en construcción.
En Fátima
En el sector de Tres Esquinas se encuentra todo tipo de negocios como billares, panaderías, asaderos de pollos, venta de comidas, tiendas mixtas, estanquillos y hasta talleres de carros. Entre estos establecimientos está Delicias de Fátima. Allí los churros no dan un brinco, según Jesús David Arredondo, uno de sus empleados. “Llevamos casi 20 años. Es un punto de encuentro del barrio. Recuerdo que el primer dueño fue don Óscar Ramírez, luego siguió don Rubén y ahora Santiago Ramírez. Estamos en la Carrera 35A # 67A-16. Sube gente de Pio XII, Malabar y El Zafiro”. “Aquí todo es bueno, la parva y el tinto. Después de las 6:00 p.m. hay buena galladita porque sale la gente del trabajo y llegan a comprar y charlar”, dice Ismael Guerrero Ospina, quien llega desde El Zafiro a encontrarse con sus amigos.
En La Enea
En El Limonar, un billar en el sector de Mercaldas, a comienzos del barrio funcionó el puesto de salud y ahora se convirtió en una especie de club social donde juegan billar, cartas, tute y dominó. “Le dicen el negocio del pájaro caído porque la mayoría somos pensionados, veteranos. El negocio lo abren a las 9:00 a.m. y ya estamos haciendo fila para ingresar”, afirma Jaime Bermúdez, quien hace tres meses regresó a vivir a este barrio. “La dueña de la casa me dice: Don Jaime le tengo el sitio, allá donde se reúnen todos esos viejitos pensionados, allá puede ir a jugar dominó, tute y billar. La mayoría de viejitos se van a distraer y no son tomatragos”. Juan Manuel Sánchez, otro visitante sostiene: “Es un club, aquí llega gente de todas partes. Manejo una tractomula, vengo, los saludo y me tomo el tintico. A veces juego billar o cartas con ellos, salgo y me voy”.
En El Caribe
Sobre la avenida, en la carrera 12A con calle 47, unos residentes construyeron una caseta para reunirse todos los días, incluidos fines de semana. Cada seis meses recogen una cuota de $12 mil para pagar la luz y el mantenimiento. “Empezamos a jugar aquí. Esto estaba solo, trajimos una carreta y empezamos la construcción. Dentro de ella tenemos una bodega para guardar las cartas y el parqués. Nos reunimos unas 40 personas. En diciembre hacemos marranada. Nosotros le decimos: vamos para el casino de El Caribe”, manifiesta Fabio Andrés Betancurth, uno de los líderes. Entre los que asisten están: Jaime, el mono, Jorge, Arturo, Rodrigo, Marcos, Germán, Julio, el flaco y Julián. “La panadería nos queda al frente y el que quiere tomar algo pide tinto, gaseosa, leche y pastel o aguardiente. Aquí hay pensionados y trabajadores”, añade.