Imágenes del homenaje, cortesía del colegio.
El colegio Redentorista celebró ayer una eucaristía institucional por el descanso eterno de su estudiante María Paulina Rodríguez Valencia, quien falleció en un accidente de tránsito el pasado 4 de julio, en moto, en la Panamericana.
Este ritual litúrgico de acción de gracias lo presidió el rector de la institución, presbítero José Antonio Rincón Ochoa; y fue concelebrada por el presbítero José Joaquín Carreño Remolina y el capellán Jovani Cüéllar Peña.
En la celebración eucarística estuvieron presentes algunos familiares de María Paulina. El rector, durante su homilía, recordó el sentido cristiano de la muerte, cuyo paso es indispensable para gozar de la plenitud de Dios.
De igual manera, recordó la valentía de María Paulina, entre otras cosas, por asumir con valor la diabetes que la acompañó durante varios años de su vida. También hizo eco de las palabras de María Yazmín Valencia (madre de María Paulina), quien el día de las exequias invitaba a los jóvenes y adolescentes a obedecer a sus padres. Lo mismo dijo la señora en una entrevista con LA PATRIA.
Finalmente, los amigos cercanos a María Paulina y sus compañeros, a quienes el rector invitó a vivir con intensidad cada día de la vida, elevaron unos globos en su honor.
De la familia
Algunas frases de los padres de la menor, en la entrevista con LA PATRIA.
*"María Paulina nació un 16 de diciembre del 2007. Hizo su jardín en La Carola, de ahí la pasamos a la Escuela Nacional de Caldas. Luego ingresó al colegio Redentoristas, donde hacía décimo. Una niña noble, servicial con todo mundo, no se metía con nadie. Carismática, líder, todo lo quería encabezar. Llena de mucho amor".
*"Desde el vientre era una niña muy anhelada. Antes de ella perdimos tres bebés. Era un milagro que Dios nos regaló. A los 8 años debutó con diabetes, casi se nos va, pero nos la dejaron disfrutar otros ocho años y medio. Salimos de eso, era muy valiente porque afrontó muy bien este problema, pese a tener que chuzarse, a no poder comer sus dulces. La llamábamos nuestra princesa valiente. Su primer novio se llamó Jerónimo, una relación muy bonita, llevaban 9 meses".
"Mi princesa valiente quería estudiar psicología o veterinaria. Era hiperactiva, con muchos sueños, quería estudiar inglés en los Estados Unidos. La mejor entre las mejores, teníamos una relación muy buena de madre e hija. Éramos una sola. Patinó un tiempo antes de la diabetes, pero le tocó dejar ese deporte. Amaba a sus papás, a las primas, siempre estaba con una sonrisa. Consideraba que era mejor llevar siempre todo en paz".
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