Foto | Cortesía Camilo Díaz - WWF Colombia | LA PATRIA
Luis Germán Naranjo es biólogo marino, magíster en ecología animal y doctor en ecología evolutiva de la Universidad del Estado de Nuevo México. Es ornitólogo y coautor de la lista roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza de especies de aves amenazadas en Latinoamérica. Durante dos años fue director de programas internacionales de la American Bird Conservancy.
LA PATRIA | Manizales
El caldense Luis Germán Naranjo, después de 22 años, cumplió su ciclo en el Fondo Mundial para la Naturaleza en Colombia (WWF, por su nombre en inglés World Wildlife Fund), la organización internacional del logo del panda.
Se jubiló en julio a los 66 años, pero su compromiso con la conservación sigue intacto. “Mientras las piernas me aguanten para seguir monteando y tenga los sentidos funcionando para hacerme preguntas y seguir aprendiendo de la naturaleza, seguiré hasta que aguante”, expresa.
Hijo de los Andes, enamorado del Guainía
Él se denomina como un hijo de los Andes colombianos: nació y se crió en Manizales, vivió su adolescencia en Cartago, estudió Biología Marina en la Universidad Jorge Tadeo Lozano y fue profesor e investigador en la Universidad del Valle. Por su profesión trabajó en el Caribe y en el Pacífico, pero gracias a WWF se enamoró del suroriente de Colombia, el pedazo que le faltaba por explorar. “Era como un universo que no existía, al descubrir el oriente del país fue un cambio de visión del mundo… fue una cosa alucinante”, comenta.
Hay un departamento en el que dejó parte de su corazón y que le voló la mente: Guainía. “Por los pájaros, la gente y el paisaje. Para mí es un sitio totalmente maravilloso”, sostiene.
Su primera vez allí es un recuerdo indeleble: “Me metí en una expedición de la organización para caracterizar un área que se iba a declarar sitio Ramsar, la estrella fluvial del Inírida. Navegamos por el río Inírida hasta los cerros de Mavicure, donde acampamos… el oriente está a otra escala”.
Trabajo de 22 años en la WWF
El manizaleño ingresó a la WWF en el 2001, coordinó un programa ecorregional para integrar los esfuerzos de conservación de los ecosistemas andinos del norte de Perú, Ecuador, Colombia y Venezuela. Desde el 2006 ocupó el cargo en el que se jubiló: director de Conservación y Gobernanza. “Se trataba de darle el sustento, la coherencia y el rigor científico al portafolio de conservación de la WWF en Colombia”, señala Naranjo.
Cuando empezó en la organización los paisajes priorizados eran los Andes y el Pacífico, continuaron en el piedemonte andino amazónico, que luego se expandió a la Amazonía y después amplió su presencia en la Orinoquia. “La visión de conservación que tiene WWF es integral, desde las dinámicas ecológicas y los problemas ambientales hasta los componentes social, político, institucional y económico”, explica.
Destaca también la labor de convocar y ser interlocutor desde la WWF de actores en distintos niveles, como el apoyo a Parques Nacionales Naturales para consolidar el Sistema Nacional de Áreas Protegidas, o la planeación territorial y de ordenamiento con organizaciones indígenas y consejos comunitarios de pueblos afro en el Pacífico.
Resalta que la WFF no tiene afiliación partidista. “Lo cual no la convierte en una organización apolítica, la conservación es un ejercicio político, por eso trabajamos con aquellos que quieran meterle la ficha a los procesos. WWF ha logrado navegar con éxito relaciones con todos los gobiernos”, afirma.
Naranjo apunta que acompañaron la negociación de los acuerdos de La Habana y que en época más cruda del conflicto armado, a pesar de las dificultades, continuaron en el territorio. “Es un reto permanente, Colombia es un país difícil, pero la convicción que hay dentro de la organización y la creencia en que sí podemos hacer una diferencia, nos ha mantenido en pie y hemos logrado hacer cosas muy valiosas”, asegura.
Aunque es consciente de una realidad que no se puede ocultar y se ha recrudecido: la conservación, al ser una decisión política y social, expone a las comunidades. Según la ONG Global Witness, en el 2022 de los 212 casos de líderes ambientales asesinados en el mundo, 65 homicidios ocurrieron en Colombia, en el 2021 fueron 33. Por eso reitera que es necesario también trabajar en la protección de los defensores del medioambiente.
Foto | Luis Fernando Trejos | LA PATRIA
Las aves, su obsesión
El manizaleño es de los ornitólogos más antiguos en Colombia. Las aves han sido su tema de investigación y su obsesión desde hace unos 50 años. “Cuando empecé, en mi adolescencia, en el país había si acaso media docena de personas investigando. He vivido el desarrollo de la pajarería”.
Naranjo narra el primer encuentro con un ave, un búho, que lo marcó para el resto de su vida, sucedió cuando vivía en una finca en Cartago (Valle): “Lo vi en pleno día, me le acerqué, el bicho salió volando, lo perseguí, cansé al pobre animal, lo atrapé y lo tuve en una caja de cartón. Me pasé mirándolo todo el día, al atardecer lo solté, él pudo volar”.
Confiesa que empezó a pajarear realmente como muchos de su generación: cazando aves. “Fui cazador de patos, así me enamoré de las aves y de su estudio. Empecé a ponerles nombres y a tratar de aprender más sobre su comportamiento. Hice mi primera libreta de campo, nadie me enseñó cómo hacerla, me la inventé también”, rememora.
En el 2015 publicó una columna en la Revista Semana titulada “El país de las aves no tiene pajareros”, revela que quería ser provocativo porque le impresionaba, en esa época, los pocos colombianos interesados en la contemplación de esos animales.
Ahora relata con fascinación la evolución en tan corto tiempo que ha tenido el avistamiento. Pone como ejemplo las seis veces que Colombia ha ocupado el primer lugar del Global Big Day, la jornada mundial de avistamiento de aves. Para él, es apenas lo justo con el país que más especies tiene en el mundo, con 1.966, según la lista actualizada de la Asociación Colombiana de Ornitología. “Donde quiera que uno vaya hay alguien pajareando, esto no sucedía hace 10 o 15 años. Era absolutamente impensable”, recalca.
Por eso ve un futuro prometedor para las aves, porque gracias a ese interés están más protegidas. “Se han vuelto orgullo nacional… son un vehículo maravilloso para entrar en contacto con el resto de la naturaleza”, y agrega: “Al mismo tiempo está la esperanza que se concrete el potencial que tiene Colombia desde el desarrollo económico y social gracias al aviturismo”.
El ornitólogo advierte que debe hacerse con cautela y responsabilidad, porque si no se realiza de manera sostenible, el turismo podría convertirse en una amenaza para la naturaleza.
Una eterna amenaza, la deforestación
Naranjo vivió en enero una experiencia agridulce con las aves en La Macarena, allí logró ver por primera vez un polluelo de águila arpía, especie en categoría casi amenazada, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza. “El bicho empezó a saltar abriendo las alas. Pensé que se estaba ejercitando, tuve la suerte de ver su primer vuelo entre varios árboles. Fue súper emocionante y al mismo tiempo triste, porque el nido estaba a 300 metros del frente de deforestación, o sea ese nido está condenado, ya no debe existir o está a punto de desaparecer”.
A pesar de que el año pasado la deforestación en Colombia se redujo en 29,1%, respecto al año anterior, pasando de 174.103 hectáreas de bosque perdidas en el 2021 a 123.517 el 2022, según el IDEAM; el desafío para el Gobierno es mantener esa tendencia en zonas sin presencia real del Estado, controladas por grupos armados como las disidencias de las Farc y en las que quienes se luchan y se arriesgan son los líderes ambientales.
Desde el 2019 Luis Germán Naranjo es miembro de la Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, máxima distinción para un científico en el país.