Fotos | Cortesía Mauricio Ocampo | Papel Salmón
Sobre el Escudo Guayanés, o Macizo Guayanés, en territorio del departamento de Guainía, se levantan solitarios los cerros.
Mauricio Ocampo Flórez*
Papel Salmón
El motorista detiene la marcha. La corriente superficial del río no deja intuir su fuerza interior. Los 10 pasajeros, que dos horas antes salieron de Inírida, capital de Guainía, quedaron boquiabiertos ante la belleza de la naturaleza en esta región del oriente de Colombia en límites con Venezuela.
La embarcación apenas si se movía flotando sobre estas aguas, mientras los viajeros tomaban fotos o simplemente se llevaban en la memoria la imagen de lo que veían. Ante sus ojos, y luego de muchos minutos de ver agua y árboles gigantes, aparecieron, casi que de la nada, tres cerros, de gran magnitud, que con solo verlos empezaron a contar su leyenda.
Mono, Pajarito y Mavicure, fue el nombre que le dieron los vecinos a estas montañas solitarias de la llanura amazónica del norte. Estos pueblos indígenas y ancestrales conformados por familias de origen puinave y curripaco se dejaron encantar con su presencia.
Se trata de tres montañas monolíticas que hacen parte del Escudo Guayanés, una de las áreas geológicas más antiguas del planeta y que se extiende desde las Guayanas, pasando por Venezuela, el norte de Brasil y terminando en los departamentos de Guainía y Vaupés en Colombia. Estas características le dan a los cerros una belleza natural acompañadas de biodiversidad y leyenda.
El ascenso se hace difícil en algunos sectores del cerro, pero los locales encontraron opciones para facilitar la llegada a la cima.
La Princesa Inírida
Las comunidades indígenas, saben que es una leyenda, pero la sienten viva. Por eso cuando llueve y se forman unas líneas sobre la ladera de Pajarito, aseguran que no se trata del agua lluvia sino las lágrimas de la Princesa Inírida, una indígena de la etnia puinave que, al pasar de niña a mujer, inició una lucha por su pueblo para mantener su identidad y ante el asedio de pretendientes de otras familias indígenas se refugió en lo alto del cerro Pajarito como sacrificio por los suyos.
Desde entonces, y desde lo alto, vigila, acompaña y protege a todas aquellas personas que pasan por allí.
Mono hasta el momento ha sido inexpugnable y Pajarito hasta hace pocos años fue alcanzado por expertos escaladores. El Mavicure sí es asequible, este cerro deja coronar su cima de todo aquel que lo quiera hacer, pero antes hay que pedirle permiso a la comunidad, a los cerros y a la Princesa.
Los habitantes ancestrales, mantienen vivo el ecosistema y la biodiversidad que los rodea, por eso las cabañas para los turistas están hechas con los materiales con los que han convivido desde siempre.
Por esta razón las familias puinaves, que tienen su sitio de residencia junto a estas montañas, especialmente las comunidades de El Remanso y El Venado, quienes usan el río Inírida como su medio de comunicación con la capital y otros pueblos indígenas, son los que autorizan a los visitantes el ascenso a Mavicure.
Arcangel Agapito Luzardo es un líder puinave que junto con otros emprendedores de la región llevan a los viajeros a vivir esta aventura. El suyo se llama “Puinave Travel”, ellos entienden la importancia de su cultura, sus tradiciones, y que el mundo las conozca es una prenda de garantía para sostener su ancestralidad en el tiempo.
Ellos, los habitantes ancestrales, mantienen vivo el ecosistema y la biodiversidad que los rodea. Las cabañas para los turistas están hechas con los materiales con los que han convivido desde siempre, sus bebidas como la manaca, fruto de color morado que extraen de una palma, y su pescado moqueado, se mantienen como testigos de la herencia de sus antepasados.
El Río Inírida alcanza los dos kilómetros de ancho en épocas de lluvia.
Manteniendo esa ideología, para subir a los cerros no hay teleférico, ni funiculares, ni ningún elemento ajeno a su naturaleza, se hace como lo han hecho ellos durante siglos de existencia, paso a paso por la empinada y a veces compleja roca, por eso es importante llevar un calzado con buen agarre, pues la montaña en algunas partes se hace lisa y en caso de resbalar sería el Río Inírida el que lo reciba con su paz, pero con su furia; y vestir ropa cómoda para afrontar lugares de difícil acceso, algunos de ellos a los que les han facilitado su paso con escaleras improvisadas.
En una persona del común, con un estado físico de un citadino que suele hacer caminatas y practicar algún deporte, el ascenso le puede tardar una hora, aunque el calor húmedo de este norte amazónico que limita con la Orinoquía, puede pasar factura si se deja de lado la hidratación necesaria.
Arcángel es un emprendedor de las comunidades indígenas de Inírida que llevan a los viajeros hasta la cima del Mavicure.
Un río, una vida
Casi tan grandioso como los tres cerros es el río Inírida que pasa a su lado. Esta “autopista” de agua tiene zonas en las que alcanza los dos kilómetros de ancho durante la temporada de lluvias que se dan entre abril y agosto. En la casa de la Princesa Inírida se reduce a escasos 200 metros entre formaciones rocosas que hacen difícil el paso de embarcaciones.
El río es el único medio de comunicación entre las poblaciones indígenas de esta vertiente y en sitios como éste, los viajeros deben bajar de sus embarcaciones con todo lo que lleven en ellas y caminar por la orilla, hasta llegar a un sitio seguro, mientras el motorista pasa su barca entre corrientes amenazantes.
Un viajero que parte del puerto de Inírida tarda dos horas hasta Mavicure, pero quienes van más lejos, como al resguardo de El Zancudo, un caserío indígena ubicado río adentro, pueden tardar hasta cuatro días y pasar 12 raudales aún más agrestes que el de los cerros.
Pajarito, Mono y Mavicure son tres cerros en roca que se levantan sobre la llanura de Inírida.
Y es que Guainía, uno de los departamentos más grandes del país con 72.238 kilómetros, nueve veces el territorio de Caldas, está incomunicado por vía terrestre, por eso es solo viable llegar por vía aérea desde Bogotá o Villavicencio, o por el río Guaviare. Por este afluente y desde San José del Guaviare, por ejemplo, y dependiendo del tipo de la embarcación y las condiciones climáticas, el viaje puede tardar entre tres días y una semana.
De ahí la magia de los Cerros de Mavicure, un lugar lleno de historias, etnias y leyendas. Por eso los nativos saben que cuando alguien navega entre los cerros, o se queda allí para explorarlos, hay alguien que los mira desde la cima de Pajarito. El visitante, después de conocer su leyenda, no tiene duda que la Princesa Inírida continúa con su legado de proteger por la eternidad esta maravilla del oriente colombiano.
*Periodista de Colombia Bacana.
Pajarito es el cerro donde según la leyenda puinave, vive la Princesa Inírida.
Mono, Pajarito y Mavicure, fue el nombre que les dieron los vecinos a estas montañas solitarias de la llanura amazónica del norte. Estos pueblos indígenas y ancestrales conformados por familias de origen puinave y curripaco se dejaron encantar con su presencia.
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