Sindéresis - III
Señor director:

 No complicar lo simple sino más bien simplificar lo complicado. “La claridad es la cortesía del filósofo”, sostenía don José Ortega y Gasset, el que puso a pensar a España a la altura de los tiempos.
 Entonces, como veníamos diciendo, y para redondear el asunto y resumirlo, he aquí a continuación tres definiciones de la sindéresis, en pocas palabras:
 Primera- La sindéresis es la conciencia moral habitual. Conciencia es conocimiento de sí mismo, moral es la ética, hábito es disposición permanente (lo contrario se llama acto, que es acción puntual).
 Segunda- La sindéresis es el hábito de los primeros principios morales. Acabamos de hablar del hábito; pasemos a los primeros principios morales, esto es, las obligaciones básicas, fundamentales. Se puede afirmar que los primeros principios morales o deberes radicales son dos: hay que hacer el bien, y hay que evitar el mal (bonum est faciendum, male vitandum, repetían los escolásticos medievales).
 Tercera- La sindéresis es el sentido moral. Así como tenemos un sentido para ver y un sentido para oír, así también tenemos un sentido para obrar, para conducirnos en la vida, el sentido de la conducta, del comportamiento, de lo éticamente correcto. Un eminentísimo siquiatra escribió el libro que lleva por título “El hombre en busca de sentido”; otro pensador es el autor del libro “El sentido de la vida”; el gran teólogo H. U. von Balthasar enseñó que el sentido último de la existencia humana es la gloria de Dios. Tomemos la idea de sentido según la entendemos en estos tres ejemplos y estaremos de acuerdo en que la sindéresis es el sentido moral.
 Atentamente,
P. Jaime Pinzón

 

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