Corrección a Desarreglos Emocionales
Señor director:
Gracias de antemano, por la publicación de estas reflexiones.
Cordial saludo.
Asistimos hoy en el país a una especie de “desarreglos emocionales”, debido a situaciones de estremecimiento y de Cambio como el triunfo electoral de Gustavo Petro Presidente de Colombia a partir del 7 de agosto de 2022 o bien el horror que nos causan los testimonios de Salvatore Mancuso ante la JEP y que comprometen en actos criminales a destacadas personas hoy en la oposición y más recientemente los asombros por la supervivencia de un grupo de niños en la selva amazónica y la sensibilidad despertada al ver por primera vez a un Comandante del ejército y sus soldados en una noble y real tarea de garantizar la seguridad de los colombianos, bien sea de zonas urbanas o campesinas más allá de asimilarse con actos de guerra y seguridad con la fuerza de las armas. Y qué decir de la falta de prudencia en el manejo de pasiones personales de dignatarios y familiares del alto gobierno, conductas reprochables fehacientemente pero que son inmediatamente aprovechadas por sectores políticos y grupos sociales que no comparten ni aceptan el Gobierno .No obstante, es claro que la democracia de manera contundente dio la mayoría de votos en el juego limpio e institucional de las elecciones presidenciales del año 2022.
Para un ciudadano con una simple mirada lectora de mundo, se hace manifiesta la capacidad de odio y venganza oculta en los pronunciamientos y acciones descalificadoras de algunos de estos grupos políticos y sociales, ahora viudos de poder. Con su modo de actuar, esos grupos evidencian su incapacidad de constituir una oposición crítica y responsable como lo exige la democracia sino que recurren al ruido ensordecedor con el que pretenden crear el pánico y el miedo en la población, incitándola a la confusión y desesperanza ante, según ellos, la inminente debacle y desinstitucionalización del país por parte del nuevo gobierno y sus propuestas y reformas. Paradójicamente, es desde importantes centros internacionales que se reconocen las pertinencias y logros de las propuestas del actual gobierno. Basta mirar los indicadores económicos y líneas de acción de equidad social y respeto a los derechos humanos por citar varios ejemplos.
Vale la pena recordar que la historia de Colombia ha estado inundada de profundidades convulsas, exclusiones y violencias, precisamente por las maneras como los grupos tradicionales han protagonizado y ejercido el poder durante muchas décadas y que han impedido el florecimiento de una convivencia sana y pacífica como hijos e hijas de una sola nación en donde el respeto a la vida y sus prodigios expresen la verdadera indignación propiciada desde el diálogo y negociación civilizada, fundamentos de la plenitud de los derechos y las libertades civiles.
Lastimosamente, como lo enuncia el escritor y académico Mauricio García Villegas, Colombia es el “país de las emociones tristes” y fue necesario precisamente que por primera vez, como en este caso, llegara al poder un gobierno que se define de forma Progresista, como el actual en cabeza del Presidente Petro, para que se hicieran manifiestas las profundidades convulsas de las pasiones políticas que secuestran las emocionalidades creadoras de los espíritus y por el contrario excitan los odios de aquellos que creyéndose Puros e inmaculados ven en cualquier atisbo de Cambio ,solo venganzas, desconfianzas y resentimientos; expresiones de esas emociones tristes que nos han puesto en la historia del mundo como país de proyectos truncos y en puntos suspensivos. Pero la historia de la cultura humana nos dice ejemplarmente que en el ejercicio del Poder, no hay Santos , Ángeles ni Demonios; existen seres humanos inacabados y de allí la necesaria oposición como expresión de la dialéctica enseñada desde los griegos bajo el principio de Heráclito: “nadie se baña dos veces en el mismo río”. Colombia merece bañarse en el Río de la Política y no en el acostumbrado rio de la sangre que nos ha dejado la guerra; requiere líderes sensatos y de madurez emocional y no de mesías autoritarios y pendencieros.
La invitación de este escrito, basado en la obra “Las emociones Tristes” del académico Mauricio García Villegas, es propiciar una reflexión como ciudadanos de un gran país, para seguir luchando por encontrarnos en los “arreglos emocionales”, que nos permitan a todos desde orillas ideológicas y políticas diferentes, ser vigías tutelares de nuestra Constitución Política de 1991, para que los gobernantes bien sea Progresistas o Conservaduristas, no caigan en sus ambiciones y que jamás nos vuelva a pasar que sintiéndose Puros o Mesías o “gentes de bien” como se rotulan, ningún líder o grupo político nos imponga un gobierno de los hombres, desconociendo el gobierno de la política que es nada más y nada menos que El Acuerdo o Carta de Convivencia definido en nuestra Constitución de 1991.
Antes de pedir la renuncia del jefe de Estado o hacer la violencia simbólica desde los medios de comunicación de manera irresponsable para aupar situaciones antidemocráticas irreparables incitando los ruidos de sables en las calles por ejemplo, se debe pensar y actuar con sensatez y compromiso patriótico entendiendo que el cambio es un proceso consensuado que lleva tiempo y que en cada uno de sus momentos es la Política y no la Guerra la expresión más elevada de la cultura y la civilidad como seres humanos para tramitar las furias y los desacuerdos. Y para eso es la vigencia y fortalecimiento de la división de Poderes de los Estados Democráticos.
Finalmente, invito a los ciudadanos a resistir a las “emociones peligrosas” que nos hacen escuchar cantos de sirenas, impidiéndonos el ejercicio racional y responsable y muy por el contrario nos hacen reproducir las intolerancias y violencias acostumbradas debido a esas “emociones tristes”. En un país de tanto arraigo religioso cristiano, vale la pena recordar una de sus enseñanzas elementales: “El que esté libre de pecado que lance la primera piedra”. Así pues, no caigamos en el pretendido negocio de las violencias, no confundamos el espejismo de los “buenos somos más” con el horizonte de un país que se quiere construir a partir de tramitar los necesarios conflictos de la convivencia democrática y civilizada a partir de oportunidades creativas y emocionalmente responsables. Ojalá las personas comunes y corrientes, los dignatarios del Estado, sus fuerzas militares y de policía y todos los miembros de la comunidad y fuerzas de las organizaciones civiles en general, podamos aprender a escucharnos más como una expresión de la educación emocional y política y no con emociones tristes y actos de barbarie y descalificación propios del odio, la violencia, los que a su vez son caldos de cultivo de la mentira, la corrupción y la venganza.
JAVIER HUMBERTO ARIAS OSPINA
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