Nuestro país ha cumplido la tarea en el manejo y atención de la pandemia del coronavirus. La meta era “aplanar la curva” y lo logró. El gobierno nacional mando a todos los ciudadanos para las casas, cerró fábricas, tiendas, almacenes y centros comerciales. Esta medida que inicialmente era por tres semanas, se extendió por dos más y ahora se prolongó hasta el 11 de mayo. A partir del día de hoy se permitirá que algunos sectores de la economía, con restricciones, puedan reiniciar su operación.
Gran parte de la ciudadanía inicialmente acogió favorablemente y con disciplina la cuarentena, pero las personas ya se sienten cansadas. El encierro ha sido duro y muchos ansían salir a la calle, volver a sus trabajos y a sus ocupaciones. El teletrabajo ha sido una gran ayuda para muchos y una solución para ciertas actividades, pero en muchos hogares no se dispone de las condiciones requeridas para desempeñarlo. Además de problemas de conectividad y carencia de espacios adecuados y cómodos, es difícil lograr el silencio alrededor del “puesto de trabajo”.
Ya se siente el desespero en las familias. El pico y cedula está sirviendo de escape. Esos días de “libertad condicional” son aprovechados para dar un paseo por la ciudad. Cada día se ven más carros por las avenidas y más personas caminando. Sin lugar a dudas, para el gobierno va a ser muy difícil ampliar la cuarentena después del 11 de mayo, aunque va a haber un grupo poblacional que no va a poder salir.
La esperanza es que la cuarentena haya servido tomar consciencia de la responsabilidad que tenemos para evitar que el virus se propague y aplicar los protocolos que debemos cumplir. Las medidas para lograr el aplanamiento de la curva han sido para evitar que cuando se llegue al pico de la enfermedad se desborde la capacidad instalada en los hospitales. Hay que tener muy claro que la comunidad va a salir a la calle en un momento en que el virus ya ha contagiado a muchas personas.
Desde hace muchos años el Estado ha sido incapaz de solucionar los problemas del sector salud. El atraso en los pagos por la prestación de servicios tiene en afugias económicas a los hospitales del país y los médicos se quejan de no disponer de elementos de protección para atender a los enfermos del virus. No contar con elementos de protección adecuados no solo es un riesgo para los médicos, sino que además pude contaminar una unidad de cuidados intensivos (UCI), teniendo que ser cerrada, como sucedió recientemente en una clínica de Pereira. Esta situación es muy grave, sobre todo si se tiene en cuenta la importancia que tienen los ventiladores –que son los que se tienen en la UCI- para atender a los pacientes con complicaciones respiratorias por el covid-19. Es urgente encontrar una solución al problema del suministro de los elementos de protección para los médicos, para no perder el sacrificio y esfuerzo que se ha hecho con la cuarentena y que tiene como fin preservar vidas humanas.
En Manizales, donde el virus todavía está en la etapa de contención –que es la primera-, los hospitales se han estado preparando para atender el pico alto de la enfermedad, que se espera llegue para finales de julio o principios de agosto. Se confía que, gracias al esfuerzo de la comunidad y de las autoridades locales, la capacidad instalada tanto en camas de atención como en número de ventiladores pueda atender en su momento la demanda.
El mayor problema para el manejo del coronavirus se está dando en las cárceles. El hacinamiento y los precarios controles en estos centros están propiciando que los presos se enfermen, sin que se tenga un protocolo claro para su atención y manejo.