Este lunes será la audiencia de imputación de cargos contra Oscar Iván Zuluaga y su hijo David por recibir bajo cuerda más de 1,6 millones de dólares de la multinacional Odebrecht para la campaña electoral de 2014, en la que Zuluaga ganó en primera vuelta y estuvo a punto de ser presidente de Colombia.
A Zuluaga lo acusan de falsedad en documento privado, fraude procesal y enriquecimiento ilícito de particular y a David le imputan fraude procesal. Los audios en los que se escucha nítida la voz de Oscar Iván Zuluaga hablando de todo lo que lo acusan hacen factible prever que aceptará lo que sea con tal de salvar a su hijo.
Esta semana Zuluaga renunció al Centro Democrático con una escueta carta de una única línea, casi idéntica a la que usó Richard Nixon para renunciar a la Presidencia de Estados Unidos cuando, sabiéndose culpable del Watergate, se vio atrapado y sin opción de salida digna. De hecho, la renuncia de Zuluaga se dio para evitar que lo expulsaran del partido que ayudó a fundar y dirigió. Ese habría sido un golpe duro, pero el peor lo recibió el lunes pasado, cuando Álvaro Uribe Vélez sacó un enredado comunicado en el que afirma que lo que hizo Oscar Iván fue a sus espaldas, que le pidió explicaciones que nunca llegaron y que siempre tuvo dudas. Sólo le faltó decir: “yo no lo crie”.
Este caso nacional tiene interés e incidencia local. En menos de un año Caldas, este departamento tan culto, tan modosito, tan de buena familia, ha sido cuna de dos de los escándalos políticos más grandes del país: el del senador liberal Mario Castaño y Las Marionetas, y ahora el de Oscar Iván Zuluaga. Uribe podrá decir “yo no lo crie”, pero Caldas no puede decir lo mismo: Oscar Iván se hizo políticamente acá, en Pensilvania, de la mano de Luis Alfonso Hoyos, quien ocupó el exótico cargo de “asesor espiritual” en esa pecaminosa campaña de 2014, y quien está inhabilitado desde hace años por otro caso de corrupción.
Fueron ellos quienes crearon Actitud Renovadora, que luego junto con Adriana Gutiérrez transformaron en el Nuevo Partido. Con esa colectividad prometieron a comienzos de este siglo enfrentar la corrupción de la coalición barcoyepista y con ese discurso ganaron alcaldías y curules en concejos, en la Asamblea y en el Congreso. Nuevo Partido se integró luego al Partido de la U (de Uribe), y después se convirtió en el Centro Democrático, el partido que salta de la Yidispolítica a Agro Ingreso Seguro y de ahí a la parapolítica y los falsos positivos con cara de “yo no fui”.
De lo que se ha conocido sobre los delitos cometidos por Oscar Iván Zuluaga hay varios elementos que hablan de la condición humana, como por ejemplo el argumento según el cual Zuluaga se abstuvo de admitir lo que hizo porque un sacerdote del Opus Dei, Arturo Uría, le aconsejó que hiciera uso de la “restricción mental”, un mecanismo para evitar decir la verdad porque “a usted nada lo obliga a no protegerse y proteger a su familia”.
Otro elemento es la traición: a Zuluaga lo delata otro uribista purasangre, Daniel García Arizabaleta, consentido de Uribe y de Iván Duque, que decidió empezar a grabar a Zuluaga clandestinamente cuando sintió que lo estaban dejando solo con todo el enredo.
Está además el aspecto filial: David Zuluaga, conductor del magnífico pódcast “Urbi et Orbi”, es doctor en filosofía y desde hace años tiene una carrera exitosa en Nueva York, alejada de la política. Pero en 2014, cuando tenía nula experiencia profesional, su papá lo nombró gerente de la campaña presidencial que manejaba miles de millones. Ya era mayor de edad y como tal debe enfrentarse ahora a la justicia.
Y está además la soledad. Así como los que antes se subían a tarima y salían en pendones con Mario Castaño ahora lo niegan más de tres veces, así mismo Oscar Iván Zuluaga, el autodenominado mejor ministro de Hacienda de América Latina, tendrá tiempo de sobra en los próximos meses para llevar la escueta contabilidad de los amigos que lo acompañen en su nueva condición de paria caído en desgracia.