Los partidos tradicionales, liberal y conservador, no tuvieron reparos en subirse al tren de la victoria, no atraídos por las propuestas de cambio, sino engolosinados por la abundante mermelada que el Gobierno del Cambio, hoy sigue entregando a manos llenas. Transcurridos 14 meses de la administración Petro, según la encuesta Invamer Poll, del miércoles 11 de octubre, el 72% de los colombianos creen que la situación del país está empeorando y cada día que pasa abrigan menos optimismo sobre el futuro de la nación. En momentos en el que Petro hace de la Paz Total, su principal bandera, la inmensa mayoría de colombianos consideran que el primer problema del país es el orden público, al constatar que la violencia y la inseguridad nos devolvieron a épocas aciagas que anegaron de sangre el territorio nacional. Pero esto nada ha importado a liberales y conservadores que desde el Congreso, dieron el inicial respaldo a este fracasado intento de la izquierda por imponer orden en el país. Finalizando el mes de abril, en uno de sus arrebatos emocionales, Petro dio por terminada la coalición de Gobierno, razón para que el conservatismo hoy no apoye sus proyectos, pensando no en las conveniencias nacionales, sino en una calculada estrategia con miras a las elecciones del 29 de este mes. El liberalismo, por el contrario, arrodillado guarda fidelidad al Gobierno, aprobando sin discusión alguna cuanta propuesta someta el Ejecutivo a su consideración. Es lo que está ocurriendo con la vergonzosa aprobación de la reforma a la salud, donde 71 artículos de 143 han sido aprobados en medio de fuertes críticas por presuntas irregularidades en su tramitación, provocando el retiro de los congresistas de los partidos Conservador, de la U, Cambio Radical y Centro Democrático. La eliminación de artículos cruciales para el ejercicio de los profesionales de la salud, como la autonomía profesional y el concepto del acto médico, por ejemplo, generaron preocupación en la Asociación Colombiana de Sociedades Científicas (Acsc) que representa a 69 especialidades médicas, al igual que la falta de claridad en dos aspectos fundamentales del proyecto, como son la financiación y costo del sistema, no contando aun con el concepto fiscal del ministerio de Hacienda y Crédito Público, que lo hace incurrir en grave vicio de trámite. En el avance de la atropellada reforma, igualmente, no se ha logrado clarificar puntos álgidos del articulado como el período de transición y capacidades de las Administradoras de los Recursos del Sistema General de Seguridad Social en Salud (Adres) encargadas de administrar las fuentes de financiación del sistema, cotizaciones y aportes. En palabras del exministro de Salud Alejandro Gaviria, este es un proyecto que aumenta las posibilidades de corrupción y en un plazo no muy lejano, a profundizar los problemas financieros del sistema. Al centralizarse todo en las Adres, que es una entidad pública, va a permitir la injerencia directa de alcaldes y gobernadores en sus regiones. La activa participación del mininterior Luis Fernando Velasco, viejo militante liberal y declarado opositor de César Gaviria, quien señaló a Velasco como responsable de “la toma hostil del Partido Liberal”, reforzada con la llegada de Andrés Calle, congresista cordobés a la presidencia de la Cámara, fueron jugadas maestras de Petro para lograr acercar de nuevo al liberalismo a su Gobierno. ¿Qué hace entonces César Gaviria como Jefe Único del Partido Liberal, si sus directrices son abiertamente desatendidas por la Bancada de su Partido? La influencia de la Casa de Nariño le significó la rebelión de los 18 liberales en la Cámara, arrebatándole a Gaviria el poder absoluto que tenía dentro del liberalismo. Por no convocar la convención de su partido, dentro de los términos legales, cada dos años, la última fue en el 2020, el Concejo Nacional Electoral (CNE) de manera unánime, le impuso una multa de 51 millones de pesos al Partido Liberal, obligándolo a hacer la convención entre julio y noviembre, so pena de anularle los avales, que en últimas, es lo que lo mantiene apegado a la Jefatura del Partido. Es claro que este mecanismo establecido por la norma le permite a cualquier persona participar en la elección popular, pero la verdad sea dicha, el mismo está generando un alto desprestigio a las colectividades, pues los partidos y movimientos se han dado a la tarea de vender los avales, entregándolos al mejor postor, en una abierta prostitución de la democracia. Hoy vemos como, el que recibió en las pasadas elecciones el aval de un determinado partido, para estas lo recibe de otro, en abierta concepción ideológica con el anterior. No somos un país político, somos un país corrupto y politiquero.