Es triste tener que repetir que la Alta Guajira es el basurero de plásticos más grande y horrible de Colombia. Punta Gallina es el punto más septentrional de Sur América y como tal es un destino muy codiciado por los turistas. Allí se encuentra el muy fotografiado faro. Un restaurante solitario y agradable durante muchos años es ahora un lugar donde se concentran multitudes porque ofrece además de comida de mar, servicio de camas, que son centenares de hamacas. Allí tampoco es posible la paz y la soledad que el viajero serio anhela. El paisaje más bello de playa de Colombia se encuentra precisamente en este lugar. Le he hecho muchísimas fotos y las he publicado en mis libros, en revistas y periódicos de Colombia y del extranjero.
En el alto barranco me gusta sentarme y mirar esa bahía recoleta, encerrada por tres lados y recorrida por una hilera de mangles que crecen dentro del agua. Las arenas y los barrancos que rodean la bahía son amarillos y el agua de un purísimo color azul. Música a todo volumen, gente que va y viene, bullicio total, eso es ahora Punta Gallina. Me cuentan que el servicio que ofrecen algunas agencias de viajes del interior, que ahora explotan el turismo de la Alta Guajira, es deficiente. El más espectacular lugar que ofrece el desierto de la Alta Guajira, para los amantes de la belleza pura, son las dunas de Taroa. Recorrerlas en silencio es entrar en los dominios del paraíso, de la majestad suprema del paisaje y de la belleza pura. Pero…también las dunas son historia del pasado.
Ahora se llega a ellas en vehículo, con todo lo que ello implica. Han implementado servicio de cuatrimotos para que los turistas suban, bajen, griten, apuesten carreras, desbaraten las líneas de las dunas, hagan ruido; además ofrecen tablas para que los turistas se monten en ellas y se deslicen como si fueran esquíes. ¡Desastre total! ¡Pobre mi Guajira hermosa! Y el Gobierno, ajeno a la realidad y ansioso de traer turistas para que vean los impresionantes basureros, para que comprueben el hambre y la miseria de los niños de los retenes y de la población wayú, se pavonea en ferias internacionales como la de Fitur en España, invitando a los turistas de todo el mundo que vengan a ver y gozar las bellezas de la Guajira, mostrándoles fotos y videos de lo que ya no existe.
Llevo muchos años visitando la Guajira, los mismos que hubieran empleado sus políticos y gobernantes en solucionar el eterno problema que aqueja a los sufridos wayús, la falta de agua. Si hubieran querido, con dineros del Estado y con sus propios dineros hubieran ya construido un acueducto que lleve agua de la Sierra Nevada. Pero no, han preferido enviar de tiempo en tiempo carrotanques con el preciado líquido. De esta manera tienen “agarradas” a las comunidades para que sigan votando por ellos, por los políticos corruptos de siempre. Recorriendo la Guajira el viajero se topa constantemente a los wayús, especialmente a los niños, montados en burros y que van en busca del agua. Se les va todo el día. Es inhumano.
Por lo demás en las rancherías, los wayús deben reservar sus escasos galones de agua para servir a los turistas. No podemos olvidar que siete gobernadores de la Guajira están en la cárcel, además de otros alcaldes. Con todo, hemos decidido asesorados por Francisco Huérfano y con su conductor y con Álvaro Triana, visitar unos lugares que nos cuentan están todavía alejados de las montoneras de turistas.