Un sencillo test que propongo a los lectores. Es tan sencillo que presento excusas. Se trata de averiguar a qué novela pertenecen los siguientes tres párrafos. Primero: “Pasados seis años, los últimos días de un lujoso agosto me recibieron al regresar al nativo valle. Mi corazón rebosaba de amor patrio. Era ya la última jornada de mi viaje y yo gozaba de la más perfumada mañana de verano”. Segundo: “Muchos años después frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo”. Tercero: “Antes de que me hubiera apasionado por mujer alguna jugué mi corazón al azar y me lo ganó la violencia”.
El segundo texto está en boca de todos los colombianos por tratarse de nuestro nobel, en su obra cimera Cien años de soledad. Me sorprende encontrar muchísimos compatriotas que no saben lo que es La Vorágine, cuyas primeras palabras son las arriba escritas en tercer lugar. Con todo también he encontrado algunos que conocen el corto texto pero no saben a qué obra corresponde. Les he preguntado por qué “les suena” el texto y me dicen, palabras más palabra menos, que es una frase terrible, como un vaticinio sobre el fracaso del amor verdadero.
Así, con esta frase fulgurante comienza La Vorágine. Hasta aquí sé que todos mis cultos lectores han salido “victoriosos”. La primera la conocen muchísimos lectores lo sé. Pero otros han tenido que batallar un poco hasta obtener la respuesta que quizás les ha surgido gracias a la palabra “valle”. Sí, el párrafo pertenece a María, la novela de Jorge Isaacs, obra cumbre del romanticismo americano.
Colombia, está clarísimo, se encuentra este año en “modo Vorágine” por cumplirse los cien años de su publicación, que fue en 1924. En muchas partes se llevan a cabo conferencias, foros, encuentros, mesas redondas, conciertos, para celebrar el magno acontecimiento. Yo estudiaba en España el doctorado en literatura en 1974 y el embajador “Lalo” Lloreda me propuso que para celebrar los 50 años de la aparición de La Vorágine dictara una conferencia en El Ateneo, la sala de conferencias más prestigiosa de España y en ese momento de Europa. De Europa porque los dictadores suelen emprender grandes cosas para su ego y Franco, el caudillo de España, convirtió al Ateneo en la sala más deseada y prestigiosa de Europa.
Allí solo hablaban notabilidades mundiales, premios nobel, artistas famosos, grandes escritores. Por supuesto yo no daba la medida para lo exigido por los directivos del Ateneo. Pero el embajador acudió a Juan Carlos, en ese momento Príncipe de Asturias, que ha dado muestras de gran afecto para Colombia, y el Ateneo me aceptó con las dos condiciones impuestas a los conferencistas: charla estricta de 45 minutos y uso de corbata. Todo lo ocurrido alrededor de esa conferencia hace de ella la más memorable y problemática que he dictado entre las decenas y decenas que he dado en mi vida.