Hablábamos de Marruecos, destino de viajeros ilustres que buscan el esplendor del pasado en un país que conjuga maravillosamente sus tradiciones y rica cultura con los adelantos de la técnica y del modernismo. Uno de los mayores encantos de Marruecos son las medinas. La más famosa, Patrimonio de la Humanidad, es la de Fez, que fue fundada el año 809 por la dinastía de los Idrisíes, la primera de las seis que han gobernado el país. Las otra son : almorávides, almohades, meriníes, saadíes y la actual de los alauitas, que regenta el rey Mohamed VI. Antes los soberanos se llamaban sultanes, ahora llevan el título de reyes.
La medina de Fez es la mayor del mundo, tiene 900 calles y es a la vez la vía peatonal más larga del mundo. Recorrerla es un placer para la vista y para los sentidos incluido el olfato por el olor ambiental de perfumes, de dátiles, de especias y de dulcería, todos productos típicos de Marruecos.
Volvamos a la ciudad de Marrakech, perla del país, Patrimonio de la Humanidad. La ciudad está llena de valiosos atractivos como la mezquita de Koutubia, las murallas y la celebrada plaza de Jemma-el Fna, entre otros. Ir a Marruecos y no visitar despacio esta plaza es como no haber visitado el país. Dijimos que allí llegan los beduinos del desierto a conversar y a vender sus artesanías y chucherías. En mi primer viaje un beduino vendía cajas de dientes. En la plaza se deben saborear los deliciosos jugos de naranja y los dátiles, que son los famosos frutos de las palmeras del desierto.
Marrakech es la entrada al desierto y al fabuloso mundo de las 1000 kasbas. La carretera asciende y pasa por la Cordillera del Atlas, que atraviesa casi todo el país y cuyo pico más alto es el Toubkal (4.167 metros), pico que tiene nieve gran parte del año y en cuyos repliegues se encuentra bellísimos y románticos pueblos de montaña.
La primera kasba que aparece es la de Ait Ben Addou. Es de absoluta belleza, la más espectacular de todas. Las Kabas son fortalezas de los nobles del lugar y en tiempo de guerra allí se refugiaban todos los habitantes del entorno. Son, pues, castillos de grandes proporciones. Invito a los lectores que busquen Ait Ben Addou en internet para que se extasíen ante la belleza monumental de la kasba. Es la primera que inicia una serie llamada LAS MIL KASBAS hasta el desierto del Sahara. Entre las 1000 kasbas nombro otras de particular tamaño y belleza: la de Telouet; la del pueblo de Tifoultoute; la de Ouarzazate llamada Taourirt; la de Tamdakth y la de Udayas que no se encuentra en esta ruta al desierto sino en la capital, Rabat.
Mirando y admirando las Kasbas evoco la rica literatura del desierto. La de Saint-Exupéry es una de las más valiosas, que se encuentra en El Principito y en su densa, no corregida y pesada obra titulada Ciudadela. Leyendo una de estas obras encuentro la que para mí es la más gráfica definición de lo que es la responsabilidad: ”Cada centinela es responsable del imperio”. Se refiere a una fortaleza sitiada en el desierto y que tiene en sus cuatro ángulos cuatro centinelas defensores. Si uno de ellos falla la fortaleza y el imperio caen en manos de los enemigos. Joseh Peyré tiene una bella novela sobre hombres del desierto titulada: El jefe con una estrella de plata.
Marruecos y sus espectaculares paisajes de desierto han sido sede de numerosas películas y algunas de las más grandes producciones del cine han sido filmadas aquí. (Seguiremos)