Nuestro país lleva más de una centuria construyendo desatinos en todos los frentes: hay formación académica, pero no cultura ciudadana; la ética se ha ido transformando en inmoralidad; el tesoro público se ha convertido en el filón o caja de los corruptos; los partidos políticos soy hoy fábricas de polarización; gobernantes se forjan intereses personales; los particulares hacen lo que les viene en gana sin respetar el derecho de los demás; curiosamente la solidaridad, la paz y la buena fe se tratan de imponer a través de normas, pero a partir de este 28 de diciembre Colombia da un vuelco total y definitivo, todo cambia, es decir, hoy comienza un nuevo país para la alegría de todos. Por eso he querido forzar la suspensión, por razón de la ocasión (día de San Inocencio) de la serie que he venido publicando en “La Patria” sobre la historia del Tribunal administrativo de Caldas en su centenario y algunas de sus más destacadas providencias, para ocupar hoy este espacio y dar a conocer lo que sucederá, o esperamos que suceda en adelante en nuestra amada ‘Locombia’, digo Colombia.
Así, en la rama legislativa, por ejemplo, ningún congresista volverá a incurrir en causales de pérdida de su investidura, pues en lo sucesivo ni siquiera faltarán a ninguna de las sesiones del Congreso, y lo harán con puntualidad; tampoco permitirán en adelante el lobby, puesto que trabajarán de manera autónoma, independiente e imparcial en la expedición de las leyes; los integrantes de las Unidades Legislativas desde ahora se comprometen a servir como verdaderos asesores de los legisladores. También renuncian estos a cualquier tráfico de influencias o cuotas burocráticas en los órganos de control, y ahora sí, de manera decidida, reformarán la administración justicia sin atender a presiones de ninguna índole, en la que ordenarán, además, la carrera judicial hasta las altas cortes; igualmente escogerá los magistrados de la Corte constitucional buscando el bien común y no el solo interés de algún sector político o gubernamental: Nunca más se equivocarán en su escogencia.
En la rama ejecutiva, por su parte, no se volverá a perder un peso del erario; la adjudicación de contratos y nombramientos se hará de manera imparcial y con ciudadanos de reconocida honorabilidad; todas las obras se culminarán, y no habrá ‘elefantes blancos’; no se volverá a pedir el CVY (cómo voy yo), ni funcionarios exigirán ilegalmente dinero por realizar sus funciones, ni los particulares lo ofrecerán. También desde ahora velarán los municipios porque los constructores ajusten sus construcciones a lo ofrecido y aprobado por los Curadores o quienes hagan sus veces, quienes también se harán responsables de modificaciones torticeras.
En la rama judicial ya no habrá funcionarios corruptos, pues ha quedado liberada de ello per secula seculorum; el consejo de la judicatura da definitiva solución a la congestión y atraso judicial, y escogerá por verdadero mérito a los candidatos a altas cortes; la condecoración “José Ignacio de Márquez” en grado oro ya no estará reservada ‘exclusivamente’ a sus presidentes por esa mera condición, sino que se obtendrá por verdadero mérito en la gestión judicial. La Procuraduría se desprende de la función judicial para evitar persecuciones indebidas. Ah, también desaparecen los tribunales de ética, pues todos los profesionales sujetarán estrictamente su actividad a las normas que los rigen.
Pero el resto de colombianos también cambia sus comportamientos a partir de la fecha: en el inmediato futuro los conductores adelantarán solo por la izquierda, pues se empezarán a cumplir con las normas de tránsito; los motociclistas respetarán su carril, no harán maniobras peligrosas ni invadirán zonas peatonales o ciclo-vías, tampoco atropellarán peatones imprudentemente; los taxistas y ‘buseteros’ únicamente utilizarán los paraderos autorizados; en la posteridad no habrá ‘cambiazos’; los restaurantes servirán sus platos conforme a las fotografías de publicidad; productos se venderán con los contenidos o pesos completos y de calidad, así sean promocionales; no habrán más ‘avionadas’ en los cambios de tiquetes aéreos, y su valor será racional; los bancos en lo sucesivo tampoco recibirán quejas por los óptimos servicios que empiezan a prestar; las EPSs tampoco negarán ningún servicio a sus usuarios, los que empezarán a prestar de manera oportuna y sin excusa de agendas, por lo que tampoco habrá acciones de tutelas contra ellas colaborando así con la descongestión de la justicia; las universidades velarán por la verdadera calidad académica incentivando la vinculación de profesionales reconocidos con verdadera vocación docente; ya no habrá ocupación del espacio público, y quienes lo hacen procederán a devolverlo de inmediato a la comunidad; ningún comerciante o responsable se abstendrá de expedir factura, y entregará hasta el último peso de los impuestos que recaude; ningún poseedor de mascotas dejará en adelante abandonado los excrementos de estas...
Como ven, esto solo es una pequeña muestra de lo que nos empieza a suceder desde hoy; muchísimas cosas quedan por fuera de la enunciación, por supuesto, pero la solución será total y se da como por ‘generación espontánea’; por eso toda nuestra felicidad estará dada en el nuevo año 2023 y posteriores.