Ahora que se acerca el día de la madre, quiero hablar de otro tipo de amor maternal y es el que sentimos por nuestras mascotas. Lulú llegó a mi vida hace casi cinco años, una amiga puso su foto en un chat y dijo que la ofrecían en adopción. Cuando yo vi esa cara peludita, de ojos un poco tristes, sentí un salto en mi corazón, fue algo inexplicable que sólo había sentido en otra ocasión y fue la primera vez que vi una foto del que luego sería mi esposo, publicada en un periódico. Que el corazón avisa, yo creo que sí, así que por más que la lógica me explicaba las razones por las cuales no podía tener un perro, mi corazón me llevó a tomar otra decisión y Lulú llegó a mi vida y no sólo a la mía, a la de toda la familia, pues mi hija la adoró desde el primer instante en que la vimos y poco a poco ella fue conquistando corazones, al principio un poco duros, cuando la veían tan fea y desnutrida, pero yo no la adopté por linda, fue amor a primera vista lo que yo sentí por ese animalito y aquí vamos, después de casi cinco años; ella está mucho mejor, como dice mi hija, tuvo un “Glow Up”, el amor y los cuidados la volvieron bonita y a pesar de que no ve por un ojo, (una perra pastor alemán la mordió, pero por lo menos no la mató) su expresión ya no es triste.
También creo que los animales nos escogen, llegan a nuestra vida como ángeles, para acompañarnos, sacarnos de la rutina y del ensimismamiento, nos obligan a pensar en ellos, a cuidarlos, a darles amor, alimentos, a sacarlos de paseo y a recoger popó, mucho popó, pero uno vence todos los escrúpulos porque el amor por ese animalito es mucho más grande que el asco que se pueda sentir.
Hace tres semanas Lulú ha estado enferma, le resultó un dolor agudo, muy raro, el primer veterinario al que la llevé dijo que era infección urinaria, se trató pero no mejoró, luego que era un problema de columna, busqué a un especialista, ya ha tenido radiografía de columna, ecografía, exámenes de sangre, el diagnóstico aún no está muy claro. El problema con los animalitos es que son como bebés, no pueden comunicar con claridad qué es lo que les duele, pero sentir ese llanto de dolor parte el alma.
Le agradezco a Lulú que me haya escogido como su mamá humana y a mí familia como su familia. Ella adoró a mi mamá y la acompañó hasta en su lecho de muerte, la lamía y la besaba con un amor infinito, aunque ya mi madre no podía devolverle sus caricias. Ahora adora a mi hermana, la escogió como su persona favorita y si ella está por ahí, todos los demás pasamos a un segundo plano. Pero parte de ser madre es permitirle a los hijos que escojan a quien amar, un día se irán, solos o acompañados a construir sus hogares y a tener sus propios hijos y eso es lo que queremos los padres, que tengan su proyecto de vida. Por ahora, yo seguiré disfrutando del amor y compañía de Mariana y de Lulú, los dos seres a quienes les doy mi amor y cuidados maternales, le doy gracias infinitas a Dios por este privilegio. A todas las madres, de hijos humanos o de mascotas, les deseo un feliz Día de la Madre.