A principios de los años ochenta el denominado León Dormido, que era como se conocía el volcán Nevado del Ruiz, empezó a manifestarse emanando una fumarola que esparcía su ceniza por todos los municipios que lo rodean y produciendo un fuerte olor a azufre. En esas épocas, lo mismo que hoy en día, la presencia de la ceniza cubría las calles de la ciudad, los carros y tapaba las canales y bajantes de los techos de las viviendas y edificios.
En su momento, la presencia del azufre en la atmósfera propiciaba permanentes tormentas eléctricas aumentando los temores de la comunidad. Los manizaleños salían a las calles con tapabocas, con un pito, portando una botella de agua y muertos del susto de lo que les podía llegar a pasar y el gobierno nacional publicó el mapa del riesgo del volcán, que al final resultó bastante acertado.
Eran épocas de la presidencia de Belisario Betancurt, que en las postrimerías de su gobierno tuvo que afrontar en una semana dos hechos históricos de nuestro país, la toma del Palacio de Justicia y la erupción del Nevado del Ruiz.
Tomar una decisión de evacuar a una ciudad de 30 mil habitantes como Armero y las áreas rurales de Chinchiná, Villamaría y Manizales fue, y es, una tarea imposible. Por un lado el estado no es capaz de atender las necesidades y requerimientos del alto número de evacuados y por el otro, la comunidad no está interesada en dejar abandonadas y expuestas sus viviendas y pertenencias, sobre todo si se tiene en cuenta que no se sabe cuándo se va a presentar el evento, ni cuál va a ser su impacto. Esto sucedió en 1985 y algo similar es lo que está pasando actualmente.
Las manifestaciones de los últimos días del volcán trajo consigo un gran debate tanto local como nacional, porque el alcalde Marín salió a disfrutar de sus vacaciones. Ser alcalde de una ciudad es sin lugar a dudas, uno de los honores mas grandes que puede tener cualquier ciudadano. Cargo que exige un enorme compromiso y sacrificio. Los gobernantes públicos en la práctica pierden toda la posibilidad de atender como se debe su vida familiar y personal. Para no ir muy lejos no es normal que los presidentes de la república salgan a disfrutar de sus vacaciones durante sus cuatro años de mandato.
Son muchos los alcaldes y gobernadores que programan sus vacaciones con mucho tiempo de anterioridad y a la final no logran salir a disfrutarlas o tienen que interrumpirlas.
No hay ninguna duda de que los seres humanos, no solo merecemos descanso, sino también que lo requerimos. Todos necesitamos recuperar las fuerzas y energías. Inclusive, en los últimos años se ha puesto muy de moda las pausas activas en los sitios de trabajo, que no solo sirven para relajar al cuerpo, sino que también, y lo mas importante, para despejar la mente. Estas prácticas son ampliamente recomendadas para mejorar la eficiencia y para la toma de decisiones mas acertadas.
Carlos Mario llegó a ocupar el cargo como alcalde de Manizales con la votación mas alta conseguida en la historia de la ciudad. Pero como sucede con la mayoría de los gobernantes, a medida que va pasando el tiempo del ejercicio del mandato, van perdiendo la aceptación y aprobación por parte de la comunidad. Lamentablemente el alcalde no ha sido ajeno a este fenómeno, por lo que todo lo que dice o hace, así sea con la mejor buena intensión y ampliamente estudiado y analizado, es criticado y censurado.
El alcalde Marín ante el fuerte reclamo de la comunidad por no estar presente en la ciudad ante la amenaza de una posible erupción, tuvo que suspender sus vacaciones y regresar a la Manizales para atender presencialmente la situación de la alerta naranja y los posibles efectos que pueda tener una eventual erupción del volcán, que entre otras como decía, no se sabe cuándo se va a presentar, cuáles podrían ser sus efectos o incluso, si va a suceder.
Siempre habrá motivos para que un gobernante no pueda salir a disfrutar de sus vacaciones. Lo que sucede no solo en el sector público, sino también en el sector privado; sin embargo, tanto los mandatarios como los ejecutivos a la final salen de vacaciones. Una empresa no puede depender de una sola persona para su funcionamiento, siempre tiene que disponer de funcionarios debidamente capacitados para atender las ausencias de sus jefes.
Igualmente, la pandemia mostró claramente el funcionamiento de la virtualidad. Los medios de comunicación disponibles posibilitan que las personas puedan estar en contacto permanente y asistir a reuniones para tomar las decisiones que sean requeridas.