Una clara muestra de la falta de previsión y planeación que se ha tenido en el país por parte de los gobiernos a través de su historia y de lo cual no ha sido ajena esta administración, se puede observar con el racionamiento del gas natural que sufrió hace unos días el suroccidente colombiano, afectando a más de dos millones de personas y generando grandes pérdidas económicas para la industria, el comercio, el transporte, los restaurantes y las panaderías, incluyendo a los fabricantes de arepas, producto altamente consumido en esta región del país.
Cuando se interrumpió el suministro de gas y nos estábamos preparando para hacer frente a la contingencia, que según las autoridades duraría entre siete y nueve días, la empresa encargada de la conducción de este elemento vital se dio cuenta de que la tubería no estaba siendo afectada por el incendio subterráneo que se presentaba en la zona de Cerro Bravo. Aquí, sin lugar a dudas, faltó previsión y planeación. Previsión porque no se estudió antes de suspender el servicio del gas cuál era el verdadero efecto que estaba teniendo la tubería, que se habría podido solucionar si se hubieran realizado inspecciones a lo largo del tramo afectado por las altas temperaturas y se hubiera revisado la temperatura del tubo. Esto habría evitado las pérdidas e incomodidades que sufrió la comunidad durante tres días.
La falta de planeación también se evidencia en que no se tuvo una programación adecuada de las actividades a realizar y, sobre todo, en la precaria comunicación que se le brindó a la comunidad sobre el cierre de las válvulas y las dificultades que se le iban a presentar.
Este punto también me lleva a considerar otro ejemplo de falta de previsión y planeación. La falta de gas mostró claramente el impacto y las dificultades que pueden surgir en el país debido a la suspensión del suministro de este combustible esencial. Insisto, esto es falta de planeación porque el gobierno nacional decidió suspender los estudios de exploración de hidrocarburos en el país, desconociendo el reciente informe que indica que las reservas de gas de las que disponemos, alcanzan escasamente para siete años. La única previsión planteada para mitigar los efectos cuando no se disponga de este hidrocarburo es importarlo desde Venezuela, con todas las implicaciones políticas y de sostenibilidad que esto puede acarrear al país para garantizar el suministro.
El gobierno nacional ha manifestado que la decisión de suspender los estudios de exploración de hidrocarburos obedece a la necesidad de que el país entre en un proceso de transición energética, en el cual se termine el uso de estos combustibles y se fomente el uso de tecnologías limpias para la producción de energía, como la eólica, que se obtiene a través de procesos que aprovechan la fuerza del viento.
El Plan de Desarrollo, junto con la reforma tributaria, prácticamente eliminaron los incentivos que se tenían para los proyectos de energía renovable, lo que complementado con los retrasos que están teniendo las autorizaciones de estas iniciativas, están atentando directamente contra su viabilidad. No hace muchos días la empresa de energía ENEL Colombia anunció la suspensión indefinida del parque eólico que estaba construyendo en La Guajira, debido, entre otras razones, a los bloqueos y exigencias de las comunidades.
Inclusive hasta el mismo presidente se ha mostrado extrañado porque los proyectos de energías limpias están frenados por los retrasos y no otorgamiento de los licenciamientos ambientales, todo apunta a que ni el Gobierno Nacional, ni el Ministerio de Minas y Energía tienen claro o no saben cómo ejecutar la política ambiental que está proponiendo la presidencia.
No deja de ser muy complicado que por un lado se suspendan los estudios para garantizar en el futuro la extracción de petróleo y gas mediante un decreto presidencial, y por otro lado, se obstaculicen y se cancelen los procesos de transición y operación de energías limpias. Sin lugar a dudas en el contexto de la transición energética, es fundamental contar con una estrategia clara y coherente que promueva el uso de fuentes de energía renovable y sostenible, sin descuidar la seguridad y la disponibilidad de suministro para la población.
Ñapa: el famoso “golpe blando” que tanto ha hablado en los últimos días Petro, el que lo esta propiciando es el mismo presidente con sus marchas incendiarias, amenazando abiertamente al congreso y a las altas cortes.