Había una vez, en un tiempo que todos conocemos, un desafío invisible que transformó la vida cotidiana de millones de personas: la pandemia de covid-19. Esta no es una historia sobre el virus y las medidas de salud, sino sobre una sombra más sutil que dejó a su paso: la niebla mental.
En los días iniciales de la pandemia la incertidumbre se apoderó de nuestras vidas. La ansiedad, la adaptación a nuevas rutinas y la preocupación constante crearon un terreno fértil para la niebla mental. En mi propia travesía como neurocoach, experimenté de primera mano en mis clientes cómo la claridad mental se desvanecía gradualmente, dejando a una gran mayoría inmersos en un denso manto de confusión.
La historia de la niebla mental no es única; muchos han enfrentado sus propias batallas. El aislamiento social, el temor constante y la adaptación a nuevas formas de trabajo y educación dejaron sus huellas. ¿Cómo podíamos recuperar la claridad mental en medio de esta tormenta invisible? ¿Sabrías identificar si en tu caso esa falta de concentración va más allá de las distracciones cotidianas?
La niebla mental se infiltró en nuestras vidas de maneras insidiosas. Se manifestó en la dificultad para concentrarse, olvidos frecuentes y una sensación constante de desorientación, además de la sensación de agotamiento mental, incluso después de períodos de descanso. Lo que solía ser una mente clara se volvió borrosa, como un paisaje nublado que dificultaba la navegación diaria.
Pero como nuestra naturaleza humana es resiliente, siempre podremos buscar alternativas que nos permitan restaurarnos para seguir avanzando y aquí es donde trabajar de manera consciente en nuestro bienestar por medio de los ajustes en el estilo de vida será la clave, para esto te recomiendo aplicar mi método pensar, sentir y hacer del cual hablo en mis diferentes libros:
Pensar: activa la mentalidad de posibilidad, creer que es posible mejorar es fundamental en la realización de cualquier actividad. Reconocer el impacto que tienen los pensamientos en la forma como responde tu cuerpo te permite reemplazar ideas limitantes y quejas con afirmaciones movilizadoras. Enfrentar la niebla mental implica cambiar la narrativa interna. Cultivar un diálogo interno positivo, reconocer logros, por pequeños que sean, y desafiar pensamientos negativos te ayuda a iluminar la mente.
Sentir: ¿qué tan consciente eres de tus emociones? ¿Sabes distinguir entre el miedo y el aburrimiento? Conectar con las emociones es fundamental en el camino de aclarar la mente, para avanzar puedes dar estos micro pasos. Tomate una pausa para la reflexión, dedica unos minutos al día para identificar y etiquetar conscientemente tus emociones. Esto puede ser mediante la escritura en un diario emocional o simplemente reflexionando sobre cómo te sientes. Cultiva las emociones restauradoras, qué actividades te generan tranquilidad, bienestar, alegría o entusiasmo y cómo podrías incluirlas en tu rutina, somos fruto de nuestros hábitos, por lo tanto, incluir acciones positivas puede mejorar tu vida.
Hacer: Define tu mínima acción viable, ejercitarte, meditar, tomar una pausa para respirar de manera consciente; en los momentos de mayor confusión, una pausa breve para respirar profundamente actúa como un ancla. Inspirar y exhalar de manera consciente nos conecta con el presente, despejando la niebla temporalmente.
Este viaje emocional no es solo una estrategia para superar la niebla mental, sino un compromiso continuo con nuestra salud mental. Al integrar estas prácticas en nuestra rutina diaria, no solo cultivamos una mente clara, sino que también fortalecemos la conexión entre nuestras emociones y nuestro bienestar general.