Estamos de Halloween y salen los monstruos. Acabamos de vivir las elecciones y gozan en banquetes las clientelas. Algo tiene de poético que la fiesta del poder desemboque en una fiesta del mal. En ese orden, se hace normal que después de votar nos hayan quedado los vampiros.
Hace un mes, el escritor mexicano Alejandro Badillo escribió para la revista La Tempestad una reseña titulada “Dictadura vampírica” (https://t.ly/6mGN6). Una crítica sobre “El conde”, la última película del chileno Pablo Larraín, para Netflix. La historia presenta al exdictador Augusto Pinochet como un vampiro venido de la Francia monárquica, perdedor en la revolución, que va por el mundo defendiendo a las oligarquías de las revueltas y las democracias, hasta recalar en Chile. Lo presenta ya sin poder, retirado entre sus recuerdos, maldiciendo a quienes quieren borrar su memoria.
Dice Badillo que la película aporta al usar la alegoría del vampiro, “un parásito que succiona la sangre de los desheredados para conservar la vitalidad y la fuerza”. Sin embargo, la historia queda debiendo al no mirar sobre el poder que sigue después del retiro del conde. ¿Quién es el sucesor del vampiro? Pues otro vampiro, diríamos los que sabemos votar en Halloween. “En ningún momento la narrativa nos traslada a escenarios actuales en los que veamos cómo ese vampiro es, en realidad, todos los vampiros de estos años…”, concluye el crítico mexicano.
Estas elecciones fueron la resurrección de las momias, por voto popular; la invocación de los fantasmas de los gobiernos pasados, por decisión propia. Los ensayos políticos de alternatividad local se devoraron a sí mismos, en medio de la inmadurez, las egomanías y los coqueteos con la política más tradicional. Entonces se hizo realidad eso de volver mejor a donde estábamos. Nos dirán que ya se fueron los vampiros, pero siguen otros.
Que no nos vengan a decir que esto es cambio, porque ya sabemos el pasado cómo empieza y cómo termina. Esto es reversa, volver a puerto “seguro”. Así que no se equivoquen los ganadores en Caldas, que reemplazar los gobiernos flojísimos que terminan en la Alcaldía de Manizales y en la Gobernación no los hace ya mejores. Apenas si son ganadores en un ambiente político desanimado y sin alternativas. Escribo esta columna un día antes de las elecciones. Si todo sale como la desesperanza política nos decretó hace meses, habrá salido ganadora esa alianza conservadora y liberal (¿dónde hemos visto esa alianza antes?), a la batuta del partido que dejó construido el corrupto Mario Castaño. También bajo el liderazgo del partido Conservador de la congresista Juana Carolina Londoño y bajo el financiamiento de campañas de su pareja Mauricio Salazar, quien ha estado cerca de los entramados de contratación en este periodo que finaliza. Ambos muy cercanos a la elección de los vampiros que terminan.
Esta red conservadora y liberal se está armando al estilo de la política de Risaralda, que trajo la hegemonía de los senadores Juan Pablo Gallo y Samy Merheg. En Cuestión Pública —medio para el que trabajo— reconstruimos el entorno de la empresa Enciso Ltda, que también contrata en Manizales y Caldas, de la familia de la candidata a la Gobernación de ese departamento Juliana Enciso, excuñada de Samy Merheg. Una sociedad que ha aceitado esa alianza (https://t.ly/PlErm). A esa coalición han sido cercanos algunos conservadores de Caldas que incluso le buscaron votos a Merheg en la región. También fue cercano el casi alcalde Rojas, quien, como el mejor puente, recibió contratos de esta alianza durante su periplo por el Aeropuerto Matecaña de Pereira y estuvo contratado por los lados de Proyecta Quindío, el centro de negocios del caso de Las Marionetas.
Si todo sale como se veía hasta que escribo esta columna, es posible que haya salido ganador, por otro lado, el lizcanismo petrista… santista… uribista. No hay mucho que decir de su naturaleza chupasangre, gran patrocinador de los vampiros salientes. Siempre cerca al poder nacional —no importa cuando leas esto—. Bastante embelesado en el sector de la salud, con la hegemonía en la Dirección Territorial, los hospitales Santa Sofía y San Isidro, e incluso Assbasalud. Hasta candidato médico se consiguieron.
A algunos les toca quedarse repitiendo las historias del vampiro que va de salida y se retira. A otros, que sabemos votar en Halloween, nos corresponde quedarnos enfocados en “cómo ese vampiro es, en realidad, todos los vampiros de estos años”.