La naturaleza también es bella cuando está muriendo. Ahí está la trampa, en eso de confundir lo bello con lo que está vivo. Es el engaño con el que habitamos en Manizales, pero incluso en gran parte de Caldas: confundimos nuestra belleza natural con nuestra capacidad de albergar diferentes formas de vida. Y no es lo mismo.
La COP16 nos puso a comentar sobre la biodiversidad. Por fin, qué bueno, era esa la idea. Pero hablar del tema no deja de tener estas trampas. A lo mejor, lo excepcional de este evento para el país implica despertar cierto escepticismo frente a lo que hemos creído.
En Manizales, la trampa de confundir lo bello con lo vivo se experimenta todos los días. Desde cualquier ventana de cualquier casa, es posible ver las montañas y los follajes que nos rodean. Incluso, en los días en los que se eleva la humedad, es común que gocemos y despertemos viejos recuerdos con el aroma del pasto empapado, que en el límite urbano se entrevera con el olor de la boñiga remojada—“olor a establo”, lo llaman unos—. Entonces afirmamos que nos rodea la vida, por la sola fuerza de haberlo visto o de haberlo ensoñado. Pero no, ni las montañas, ni el follaje, ni el aroma nos garantizan vida por sí solos. Aunque no en todos los casos, podría ser solo naturaleza muriendo bonito.
La Asociación Interamericana para la Defensa del Ambiente (AIDA) explica que algunas de las fórmulas para la conservación y enriquecimiento de la biodiversidad pasan por (1) expandir y coordinar la red de áreas protegidas, (2) invertir en infraestructura verde y (3) frenar la contaminación y sobreexplotación de servicios ambientales.
Al consultar algunos datos, encontramos serios pendientes del departamento y de la ciudad frente a estos componentes de protección de la biodiversidad. Miremos el Índice Departamental de Competitividad 2024 (https://shorturl.at/NXXij) y el Índice de Competitividad de Ciudades 2024 (https://shorturl.at/968dR). 
En el indicador de áreas protegidas, Caldas es el antepenúltimo departamento en desempeño, mientras que Manizales —junto a Villamaría, como área metropolitana— ocupó el puesto 18 entre las 32 ciudades medidas. En hectáreas de bosque deforestadas, Caldas está en el lugar 12 entre los departamentos y Manizales en el 13 entre las ciudades.
Cuando se observan las emisiones de CO2 de fuentes fijas, Caldas está en el puesto 24 entre los departamentos, mientras que Manizales se ve en la cola de las ciudades, en el puesto 29. En materia de negocios verdes, que son los llamados a construir soluciones sostenibles a los diferentes retos que condicionan la protección de biodiversidad, encontramos a Caldas de 26 y a Manizales de 24.
¿De qué hablamos cuando hablamos de biodiversidad? El paisaje nos ayuda a proteger la vida, pero la vida no es solo paisaje. ¿A dónde van los recursos públicos para los asuntos ambientales? Parece que planear e invertir en el territorio es también conservar las diversas vidas, no solo mirar dónde van los edificios y las vías para los vehículos. El turismo de naturaleza, ¿será para conocer una naturaleza bella pero sin vida? Nuestra agenda de innovación y emprendimiento, ¿verá que es este un reto urgente y una última oportunidad?
Hace pensar en la “mariposa verde” con la que el pereirano Luis Carlos González nombró este territorio caldense en su bambuco ‘Por los caminos de Caldas’. Hace pensar en ella, porque no por verde, ni por tener forma de mariposa, quiere decir que tenga vida ni que goce de la mejor salud.