¿Qué tal este título? Quedó como el aviso que el Once Caldas podría poner en el estadio de una vez. Imagino que el machismo nació con aquello que las mujeres no deben vernos haciendo, porque se nos cae el mito y el pito, entonces les prohibimos entrar. ¿Qué será lo que las jugadoras no pueden ver dentro del Palogrande?
El Levante UD es un club de fútbol español que puso el mundo al revés. Su equipo femenino, desde su fundación en 1993, ha ganado cuatro veces la liga española y seis veces la Copa de la Reina. ¿El equipo masculino? Bien, gracias, desde 1909. En la temporada 2021/2022, los hombres, por mal desempeño, descendieron a la segunda división. Ese mismo año, las mujeres participaron en la Champions League —la competición más importante de Europa— y fueron subcampeonas de la Copa de la Reina.
Sin embargo, el mes pasado, el Levante UD removió al mundo del fútbol con un anuncio. “Hasta el momento el primer equipo masculino lo cubría todo y ya no va a poder ser así”, dijeron. Con eso advirtieron que recortarán el presupuesto del equipo femenino, porque la situación financiera del club obliga a invertir para el ascenso a primera división de los hombres (https://t.ly/amB2S). Algunos oportunistas han querido mostrarlo como prueba de que las barreras a las futbolistas no son culpa de nadie. “¿Si ven?, no da plata”, dicen.
Dirán que es parecido a lo que le oímos hace unos días al vocero del Once Caldas, quien dijo que será otro año sin equipo profesional femenino por “asuntos económicos”. Pero el caso Levante UD, donde las mujeres juegan y se va perfeccionando la ganancia, muestra justo lo contrario. El Once Caldas parece más con el temor de empezar el negocio y luego trabajar para hacerlo mejor. Es como si más bien esperara que otros hagan mejor el negocio para después empezarlo. Pero bueno, son negocios, dirán.
En el informe ‘Fútbol femenino: Encuesta a las federaciones miembro 2023’ (https://t.ly/eA56Z), la FIFA dejó claro que el círculo virtuoso, para la promoción de las mujeres en este deporte, sucede cuando se entiende que la comercialización y el negocio sólo son posibles cuando primero hay participación y rendimiento de ellas.
Visto así, el Levante UD en realidad le apostó pero está sufriendo la pequeñez del mercado mundial del fútbol, que tampoco imagina cómo lo femenino podría vivir sin lo masculino. El Once Caldas, por el contrario, está sufriendo es de su propia pequeñez, en un mundo que le empezó a quedar grande. Al punto de que eso de usar el fútbol de las mujeres como promesa incumplida, como publicidad, dejó de ser una anécdota de empresa privada para convertirse en asunto de interés público. Pues sus “asuntos económicos”, así no lo digan, dependen del municipio y de sus abonados.
Primero, el Once Caldas usó la promoción del fútbol femenino para que en 2023 se exonerara del impuesto de espectáculos públicos al fútbol profesional. ¿Cuánto le estamos ahorrando al club todas y todos los manizaleños? ¿Nos está incumpliendo? El mismo informe de la FIFA dice que no hay cómo promover este deporte entre las mujeres sin un equipo de primera categoría que sirva de referente para niñas y jóvenes.
Segundo, usó la promesa de un equipo femenino para el 2024, cuando necesitaba quedar bien, el año pasado, en el informe ante el Concejo de Manizales por el préstamo del estadio. De su incumplimiento deberá tomar nota el alcalde Rojas ahora que se vence el contrato en marzo de este año.
Tercero, usó la promesa del equipo femenino para empujar la venta de abonos para este primer semestre, pues la entrada a esos partidos de liga femenina se vendió como beneficio. Ahora ese engaño publicitario tendrá que revisarlo la Superintendencia de Industria y Comercio. Es posible creer que no eran pocos los indecisos que, al final, sí compraron el abono para ver el buen nivel de las futbolistas que hay en el país. Decir que cualquier actividad en el fútbol profesional requiere sostenibilidad y ganancia es una obviedad. Lo que no sabemos es aquello que a los dirigentes no les gusta que las mujeres les vean.