Gobernar a Colombia es también ensillar caballos antes de comprarlos. Por estos días, nos dio por hablar de inteligencia artificial (IA) desde el Estado, sin primero revisar cómo están los sistemas de información y datos que le darían vida. Nos gusta echarnos globos con un populismo tecnológico que enreda fácil a unos y pone a fantasear a otros, sin tener que pensar lo que va antes.
Sucedió con la visita del presidente Petro y su gabinete a Manizales. El ministro de las TIC, Mauricio Lizcano, se despachó tremendo discurso sobre la importancia de la IA. El tema se le volvió el rebusque para darse el aire de presidenciable que se sueña, pero también se le convirtió en el caballito de batalla para ver si la Gobernación de Caldas —de su cuerda hace tres periodos— encuentra qué hacer con el edificio vacío del Parque Tecnológico de Villamaría.
Esto contrasta con los borradores de planes de desarrollo, que por estos días discuten la Asamblea y el Concejo de Manizales. En ellos, la gestión de datos de región sigue con grandes vacíos y con poquísimas ambiciones. ¿Cuántos datos ambientales, económicos, sociales, los obtenemos en una búsqueda rápida en sistemas del Estado? Sin necesidad de que un conocido del gobierno nos eche el chisme, sin esperar el día en que la entidad nos lo revele en su evento anual, sin tener que enviar un derecho de petición.
Si no hay información, o si no se puede consultar fácil aún, los modelos actuales de IA no podrán funcionar bien para asuntos públicos. Necesitan antes un conjunto de datos abiertos que los alimente. “Abiertos” se refiere a: primero, que estén bien organizados y sin errores; segundo, que sean de libre acceso para cualquiera que los quiera consultar y compartir; y tercero, que se encuentren en formatos procesables —que no son ni Word ni PDF— para que sean tomados por otros programas que busquen analizarlos, como haría alguna IA. (Ver en: https://shorturl.at/qCDO3)
A decir verdad, nuestros sistemas de información en Caldas y Manizales tienen todavía retos por atender. O tienen errores, porque se llena a mano con las libres aritméticas y ortografías del burócrata de turno. O no son de consulta abierta, porque son privados, no tienen versiones publicables que no revelen asuntos íntimos y se dejan en servidores restringidos. O no son procesables ni reutilizables por ningún programa ni IA, porque, con nuestros legalismos, están en hojas impresas, en formatos a mano, en carpetas físicas, en presentaciones de Power Point, o en un archivo de Word, PDF o PNG en la pestaña más recóndita de una página web.
Es así que antes de sonar sofisticados con la ola de la IA, pongamos en buena forma los datos abiertos. Esto define a un gobierno abierto, que no es el que sale a la calle a hablar con la gente ni el que hace eventos de rendición de cuentas —eso es lo mínimo—, sino el que presenta su gestión con unos datos a la mano en todo momento.
En los proyectos de plan de desarrollo se habla de Caldata, en Caldas, y de un vago “sistemas de información y pensamiento estratégico de ciudad”, para Manizales. El primero, del departamento, lleva ya tres periodos en una función de visualización y consulta, pero todavía está en deuda con ser realmente un sistema para extraer los datos, compartirlos y procesarlos con nuevos desarrollos, como una IA.
El segundo, del municipio, es nuevo y todavía se lee muy vago en el proyecto. Invisibiliza las apuestas de gobiernos anteriores, como el Observatorio de Movilidad o “Más Datos”. Es el reflejo de una ciudad que no ha encontrado cómo darle continuidad a una política de datos y que interpreta los esfuerzos pasados como caprichos de momento y no como agendas de ciudad. (Sobre esto, recomiendo leer a Sara Gómez Morales, del Observatorio de Transparencia de la Universidad de Manizales: https://archive.is/TbxoD)
Este es el punto en el que los gobiernos entran en una falsa paradoja. Todo desarrollo tecnológico que promuevan va a necesitar mejores datos públicos de región, pero al garantizar mejores datos dejan evidencia cuantificable de sus errores y debilidades. Pero la paradoja es falsa, porque el acceso a la información es un derecho constitucional, mientras que la buena imagen del gobierno es solo vanidad electorera.