El oficio de lector acarrea responsabilidades de recordar, también de olvidar. Y en un de pronto se vuelve a lo perdido, con recuperación de libros y de autores, en mayor grado cuando se participa de tertulias, de diálogos, de conversaciones por ejemplo en el “Aula UN del estudiante de la mesa redonda”, con la Cátedra Aleph. En la Versión 15 (II, 2009) nos dedicamos a explorar el tema: “El fanatismo, ¿gen del mal?”, con apoyo en dos libros: “Contra el fanatismo” de Amos Oz y “El encuentro con el Otro” de R. Kapuscinski. Considero oportuno recuperar las notas tomadas de esta buena obra, para compartirlas en esta columna.
Ryszar Kapuscinski (1932-2007) fue un notable periodista polaco viajero, con formación básica en Historia, preocupado por las diversas situaciones de la humanidad, con dilucidaciones de pensamiento para examinar la existencia del Otro, de los otros, como sustento de la propia identidad. Padeció las secuelas de la segunda guerra mundial, en una Varsovia hecha ruinas por los bombardeos, el hambre generalizada y la indefensión frente al frío. Logró incluso plasmar sus sentimientos en un libro de poesía, además de sus consagrados volúmenes de narrativa, reportajes y conferencias, como “El emperador” (sobre el poder absoluto y demoledor de Haile Selassie, en Etiopía), “Viajes con Heródoto” (compuesto por el gran impacto que tuvo de la obra del historiador griego, con ejemplar que siempre lo acompañó), “El imperio” (sus viajes por la Urss), “El mundo de hoy” (sobre el 11-S, el 11-M, con relato autobiográfico), y más volúmenes de calidad narrativa y testimonial.
“Encuentro con el Otro” es libro publicado en 2007 por Anagrama, con inquietudes fundamentales como desentrañar la idea de quién es el Otro, las opciones de encuentros, las atrocidades de las guerras, la discriminación racial, la filosofía del diálogo, la transición a la “sociedad planetaria”, con sentido de globalización, la irrupción del nuevo Otro, las oportunidades que surgen frente a la necesidad de conservar la diversidad y la singularidad. En la obra se rastrea el origen y la situación de los primeros grupos humanos, con familias o tribus de 30 a 50 individuos, con la situación de si eran numerosos había pérdida de rapidez y eficiencia en el nomadismo, y si eran más reducidos se tenía dificultad en autodefensa en la lucha por sobrevivir.
En los encuentros con otros, se tiene un descubrimiento de trascendencia: somos más, ¿qué hacer? Surgen los duelos, los conflictos, las guerras, todo por no tener la disposición de entendimiento con el Otro. También al procurar la defensa, surgen las separaciones y el aislamiento con murallas. Pero también la historia ha deparado otras experiencias en la cooperación como en los casos de la ruta de la seda, la ruta del ámbar, las caravanas del Sahara,… que a su vez propiciaron los encuentros, los intercambios de mercancías y de ideas, con el notable descubrimiento de cada uno llevar consigo elementos del Otro.
Ocurre que en general la humanidad es voluble, con cambios en ocasiones drásticos, campea la inseguridad, sin pisar en general suelo firme ni tener certezas confiables, con incapacidad de actuar de manera sensata, con compasión o benevolencia. La discriminación racial sigue siendo doctrina de odio, desprecio y repugnancia hacia el Otro, el extranjero. En cambio para los griegos el forastero era reconocido como prioritario. Surgió la idea del peregrino, en el deseo del encuentro con el Otro, lo que conduce a un mundo más diverso enriquecido con los intercambios culturales.
El autor señala la transición en que se está de una sociedad de masas a la sociedad planetaria, con factores subyacentes: revolución electrónica, desarrollo de las comunicaciones, el progreso en los medios de transporte. En todo ello estamos inmersos sin posibilidad de tomar distancia para la reflexión. Señaló a la bondad hacia el prójimo como la actitud única que pueda permitir la relación con el Otro de manera sensible y humana. Concluye con cita de Conrad que incorpora el misterio que rodea la vida, el sentimiento de piedad, belleza y dolor, la contrariedad con la creación, y la solidaridad en los sueños, la alegría, la pena, las ambiciones, la esperanza y el miedo.
Hay la tendencia de las culturas a volverse híbridas y heterogéneas, con la perspectiva de un mundo multiétnico y multicultural, donde las comunidades se expresen en voz alta, con exigencia de ser admitidas en la mesa redonda.