Tuve la fortuna de estar cerca, en diversas oportunidades desde los años 70 (s. XX), del singular y gran maestro Juan Friede (1901-1990), judío ashkenazi, empresario primero y luego pionero en estudios etnohistóricos en Colombia, con muy amplia obra publicada, como por ejemplo los 24 tomos que hizo con recopilaciones en especial de sus investigaciones en el Archivo General de Indias, y más de doscientos estudios, entre los cuales cuarenta libros. Lo más curioso de esa vida es que por conocimiento al detalle de Colombia, se enamoró de este país y se vino a vivir en él desde 1925. Al comienzo como representante de la firma inglesa “F. Stern y Cia.” (sede principal en Hamburgo), con vínculos de comercio exterior con Colombia, Ecuador y Venezuela. De aquí se enviaba café y se traían productos alemanes.
Lo más curioso es que al separarse de la firma inglesa, y diversos merodeos por el mundo, con buenos recursos económicos a mano se vino a Colombia, con cuatro viajes (1926-1934) Europa-Colombia-Europa, y se radica en Manizales por 1934, donde compra la finca “Alto del Perro”, del orden de 38 hectáreas, por el oriente de la ciudad, en proximidad de la planta del acueducto. Construye casa, que se conserva en manos privadas, al modelo alemán, especie de chalé, con techo en dos aguas. Conoce a Daniel Gómez-Arrubla, se hacen socios y fundan la empresa “Caldas Motor” (1935), para importar vehículos motorizados y venderlos por Colombia, con Friede de administrador y vendedor. Pero Friede venía ya con importante preparación académica. Bachiller en Moscú, con estudio de ciencias económicas en Viena; en Londres estudió ciencias humanas y sociales, con acercamiento a la Antropologìa y a la Historia. En París hizo algunos cursos de historia del arte. En 1930 tramitó la ciudadanía colombiana.
Un día le dice a “Danielito”, en 1941, que ya no más sigue en esa empresa, puesto que desea dedicarse de lleno a la investigación científica en campos de la etnohistoria. En los años 40 estuvo vinculado al por entonces Instituto Indigenista de Colombia, institución integrada por los primeros etnólogos formados en la Escuela Normal Superior (creada por López-Pumarejo y tristemente cerrada de un plumazo por Laureano Gómez). En los años 60 fue profesor de la Universidad Nacional de Colombia, en el programa de Sociología, al lado de Orlando Fals-Borda.
Como aludí a mis vínculos con él, en junio de 1980 asistí al Congreso Internacional de Filosofía Latinoamericana, en el cual tuve deleite especial con la conferencia de Juan Friede sobre Bartolomé de las Casas. Se proyectó su documental sobre San Agustín, realizado en 1942, en las condiciones más difíciles, donado al Instituto de Antropología. Se hizo la proyección y como era película muda, el mismo Friede la explicó en público (grabé esa intervención).
Convine con él visitarlo en su casa, lo cual hice un día del Congreso al atardecer, con algunos amigos. La conversación fue grata en ambiente singular. Pródigo en atenciones y accedió a que grabáramos en audio ese amplio, minucioso y extenso diálogo, y como producto publiqué un Reportaje de Aleph, en especie de ensayo, en la Revista Aleph No. 35 (1980). El ambiente de la casa denotaba sus inquietudes intelectuales y artísticas. En su estudio, un mueble de gavetas con miles de fichas de sus investigaciones. En una pared, el original de “Las bañistas” de Ignacio Gómez-Campuzano. En una repisa, en medio de objetos indígenas, permanecía imponente la cabeza en escultura de Manuel Quintín Lame, en su decir “el indio que se educó dentro de las selvas colombianas”, de quien conservó imborrable recuerdo y el manuscrito de su obra: “En defensa de mi raza”.
Friede vivió en San Agustín desde comienzos de los 40 hasta 1945, en pequeño terreno que compró, donde construyó con sus propias manos casa que se conserva en el Alto de los Ídolos. Hay que insistir de nuevo que su casa en el Alto del Perro en Manizales se rescate en su memoria, para un centro cultural de cuestiones indígenas.
Para terminar, recuerdo que en mis tiempos de bibliotecario llevé a cabo un programa, “Jueves de la Biblioteca Nacional”, en el cual tuve a Juan Friede (con algunas limitaciones físicas) en conferencia sobre “Los Comuneros” (29.III.1984), y me regaló el original del texto con anotaciones manuscritas.