Luego de poco más de tres años la Organización Mundial de la Salud, OMS, decretó el fin de la pandemia por Covid 19 en el mundo, concluyendo así un periodo que nos dejó profundas y dolorosas huellas y planteó grandes retos y enseñanzas. Según la entidad, 785 millones de personas se contagiaron y 6,9 millones fallecieron a causa del virus a nivel global, si bien la misma organización considera que esta cifra fatal alcanzó a 20 millones de víctimas.
Entre tanto en Colombia, los más recientes datos registran cerca de 6.3 millones casos de coronavirus y 142.713 personas fallecidas. Precisamente, esa es la huella más profunda que no dejó el virus. La pérdida de nuestros seres queridos dejando millares de familias sumidas en el dolor en medio del miedo colectivo por afrontar un mal que parecía imparable.
Como saben, personalmente no sólo padecí las consecuencias de la pandemia al resultar contagiada de Covid 19 en varias oportunidades. También sufrí la pérdida y enfermedad de seres queridos y amigos. Esta experiencia me hizo aún más sensible ante el dolor y la angustia que padecieron tantas familias durante la crisis sanitaria. Por eso, desde lo profundo de mi corazón quiero rendir un tributo a todos esos seres queridos que ahora son estrellas que con su luz iluminan nuestro camino.
Pero en este balance quiero resaltar el papel fundamental que jugó todo el recurso humano en salud. Me refiero a los especialistas, médicos, enfermeras, técnicos, auxiliares y todo el personal operativo. Hombres y mujeres que se convirtieron en héroes sin capa, al trabajar sin descanso para intentar salvar el mayor número de vidas posibles. Muchos de ellos también fallecieron o pusieron en riesgo sus vidas para cumplir con su sagrado mandato. Como médica, entiendo y valoro su sacrificio, por eso les reitero mi más sentido reconocimiento.
Desde luego, no podemos olvidar los efectos sociales y económicos de la pandemia y que dejaron en evidencia las brechas sociales que afectan al país. Medidas como el confinamiento, sumieron a millares de personas en una crisis sin precedentes causando la quiebra de medianos y pequeños negocios, afectando la generación de empleo y el bienestar social. Esto significó un retroceso en las conquistas sociales alcanzadas en los últimos 20 años especialmente, en sectores como educación, transporte, infraestructura, vivienda y protección social. Incluso, aumentó la violencia de género. Una tragedia a la cual se sumó el impacto del estallido social.
Por otra parte, se puso a prueba nuestro sistema de salud. La necesidad de contar con mayor infraestructura, equipo técnico y personal cualificado o la ausencia de capacidad instalada para producir vacunas, fueron algunos de los retos que nos planteó la pandemia. Sin embargo, debemos reconocer también las buenas acciones tomadas. En el Valle del Cauca, por ejemplo, se conformó el Comité de Expertos en Salud, Copesa, del cual hice parte, y a través del cual, basados en la evidencia científica, asesoramos la toma de decisiones, se capacitó al recurso humano en salud y promovimos la educación y el bienestar emocional de la población, en momentos en los que hubo mucha desinformación.
También, hay que reconocer el buen manejo del anterior gobierno nacional el cual, logró afrontar la crisis y conseguir inmunizar a buena parte de la población. Estas acciones permitieron que Colombia se adelantara a la OMS, al declarar en julio del año pasado el fin de la crisis del Covid 19 en el país.
Los aprendizajes también fueron muchos. El primero de ellos, fue que la pandemia nos permitió entender la importancia de la solidaridad, de la compasión y de la empatía, como factores primordiales que debemos abrazar en nuestro corazón y en nuestra mente. También, nos enseñó a entender de otra manera la vida, cuidándonos y cuidando a los otros; a prevenir antes que reaccionar. Y que, si trabajamos juntos privilegiando el bienestar de la gente por encima de ideologías o intereses personales, podemos enfrentar cualquier adversidad.
Otra gran lección fue que el Covid 19 llegó para quedarse entre nosotros como otra enfermedad respiratoria. Por lo tanto, mi invitación es que no olvidemos la importancia del autocuidado, con acciones como el lavado de manos, la ventilación adecuada de los espacios en que estemos, el uso de tapabocas en lugares cerrados o en caso de padecer alguna enfermedad respiratoria, así como completar los esquemas de vacunación. Estas medidas de higiene y de prevención pueden llegar a ser la diferencia entre la vida y la muerte.
En lo personal, esta dura etapa reafirmó mi compromiso inquebrantable de servir a la comunidad, de generar liderazgos trabajando codo a codo con las comunidades y los sectores sociales, para recuperar lo que la pandemia nos quitó y poder sacar adelante todo lo bueno que tenemos como sociedad.